~~~~~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ Edición 73 5 de julio de 1999 ~~~~~~~~~~~ ================================================ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras ~~~~~~~~~~~ http://www.letralia.com ~~~~~~~~~~~ ================================================ ~~~~~~~~~~~ ~~~~~~~~~~~ LETRALIA, Tierra de Letras es ~~~~~~~~~~~ una revista literaria que ~~~~~~~~~~~ difunde el trabajo de escritores ~~~~~~~~~~~ hispanoamericanos contemporáneos ~~~~~~~~~~~ Usted puede enviarnos sus ~~~~~~~~~~~ comentarios, críticas o material ~~~~~~~~~~~ literario a letralia@rediris.es ~~~~~~~~~~~ ~ * ~~~~~~~~~~~ ~~~ JORGE GOMEZ JIMENEZ - Editor ~~~~~~~~~~~ ~~~~~ Depósito Legal: pp199602AR26 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Miembro de la Biblioteca Circular ** http://bc.encomix.es === Sumario =============================================================== | "El mejor tiempo", Jorge Gómez Jiménez. | Editorial | La Blinda Rosada premia a Letralia. / En la Tierra de | Anuncios Letras se escribe a cualquier hora. | especiales | Monte Ávila sustituye a Machado. / Venezuela creará | Noticias Ministerio de Educación y Cultura. / Gabriel García | Márquez es tratado por agotamiento. / Sábato espera | vivir hasta los cien años. / Celebrada Mesa de Poesía de | El Sello, el Cráneo y la Sed. / Planeta responde con un | concurso. / Carlos Fuentes: mientras haya vida habrá | narravida. / El chileno Roberto Bolaño, ganador del | premio Rómulo Gallegos. / Muere el escritor | estadounidense Mario Puzo. / Inicia Año de Saint | Exupéry. / El Cid cumple novecientos años. / Foro Libre | homenajeará a Juana de Ibarbourou. | | 54º Concurso Anual de Cuentos. / Premio Pedro León | Entre bases Zapata al Mejor Caricaturista de la Prensa Venezolana. / | Certamen Literario Luján. / Premio Fantasía Infantil. / | Concurso de Cuentos Juan Rulfo 1999. / VII Concurso | Anual de Literatura. / V Certamen de Narrativa Corta | "Villa de Pasaia" 1999. / IV Premio de Narrativa Vida y | Salud. / Concurso Literario de World Online. / I | Concurso de Tanatocuentos. / Bienal Municipal de | Literatura Ciudad de la Juventud 2000. / Cuarto Concurso | Literario Gramma. / Cuarto Concurso Literario USAL 1999. | / IV Concurso de Relato Bucanero-Miraguano Ediciones. / | I Certamen Mundial de Fotografía "Naturaleza viva, en | libertad". / V Festival Internacional de Video Erótico | "La Paradoja Erótica". / III Certamen USC de Contos de | Ciencia Ficción Isaac Asimov. / I Bienal Internacional | de Literatura de Puerto Rico. | | Cursos por correo electrónico. / Gays en el tapete. / | Paso de río Nuevas traducciones. / Jazmín Sambrano gana la bienal. / | A hablar de teatro. | | La Habana Elegante. | Literatura | en Internet | "La bienal de los jóvenes", Diana Saiegh. / "En el | Artículos y nombre de 'Papá' Hemingway", Arnoldo Varona. | reportajes | "Fernando Daquilema: el Capac Apu de Cacha", Michael | Sala de Vicuña Botto. | ensayo | "La guagua", Jorge Luis de la Paz. / "Memorias | Letras de la inconclusas de Encerrado", Bruno Soreno. / "El suicidio | Tierra de Letras de José Agustín Goytisolo", Ivanóskar Silén-Acevedo. / | "Ciegas crónicas de viaje", Bale Cahíua. / "El primer | beso", Carlos Alberto Nacher. / Dos poemas de Yamil | Rodríguez Montaña. / Cuentos de Marcos Khedayán. / Dos | relatos de Iván González Vega. / Un poema de Hernán | Tejeda C. / "Más allá de las nubes", Gustavo Raimondo. | | Currículum literario. / Arma letal contra los violentos. | El buzón de la | Tierra de Letras | Luis Pastori. | Post Scriptum | Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras. / Las casas | Coordenadas de la Tierra de Letras. | | =========================================================================== Premio Unicornio 1997 como Evento Cultural del Año http://www.geocities.com/SoHo/8753/ =========================================================================== Premio "La Página del Mes" de Internet de México el 3 de mayo de 1998 http://www.internet.com.mx =========================================================================== Premio "Web Destacada del Mes" de MegaSitio en diciembre de 1998 http://www.megasitio.com =========================================================================== Premio Katiuska de El Mundo Diferente de Katiuska, en enero de 1999 http://www.redchilena.cl =========================================================================== Premio Key Site Award, de Fortress Design, en mayo de 1999 http://www.fortressdesign.com =========================================================================== Premio a la Excelencia, de Exodus Ltd., en mayo de 1999 http://www.exodusltd.com =========================================================================== Premio Mejor Página de Poesía, de La Blinda Rosada, en julio de 1999 http://blindarosada.org.ar =========================================================================== Para suscribirse o desuscribirse de Letralia, envíe el comando correspondiente en un mensaje sin subject a listserv@rediris.es: Para suscribirse: subscribe letralia Para desuscribirse: unsubscribe letralia También puede formalizar su suscripción o su desuscripción en un formulario visible en nuestro sitio en el Web: http://www.letralia.com/listas.htm === Editorial ============================================================= El mejor tiempo En esta edición cerramos la encuesta sobre el mejor momento para escribir, que anunciáramos un mes atrás. Los resultados son publicados un poco más adelante, pero en esencia quienes respondieron a la consulta opinaron en su mayoría que es posible escribir a cualquier hora, y en segunda instancia hubo preferencia por las horas de la noche. A un nivel un poco más profundo, que no se limite a una cuestión de agujas de reloj, es fácil intuir que el buen escritor escribe en todo momento. Y es que, contrariamente a lo que los lectores suelen suponer, no es escribir la actividad principal de un escritor. Realmente el acto de tomar un lápiz o el teclado de una computadora, y delinear una historia con personajes y situaciones definidas, es la parte más mecánica del asunto. Sólo se requiere saber escribir bien, lo cual es un aprendizaje constante que depende del tiempo y el esfuerzo que el escritor le conceda. La actividad que verdaderamente convierte a un hombre común en un escritor es la observación acuciosa de las características que definen al ser humano. El buen escritor es principalmente una especie de científico que dedica su vida a clasificar a las personas según sus características, sus gestos, sus reacciones y hasta su apariencia física. El escritor pasa la vida analizando la forma como se comporta la gente, pues esta es la verdadera materia prima de la que se compone cualquier texto literario. Así, la literatura extiende en el escritor su radio de acción a toda actividad del individuo: se escribe, pues, todo el tiempo. De estos temas quisiéramos que ustedes opinaran en el Ágora de Cómo se Aprende a Escribir, y en el Taller Colectivo, secciones ambas de Letralia a las que se puede acceder en http://www.letralia.com/aprender. Jorge Gómez Jiménez, editor http://members.tripod.com/~jorgegj === Déjenos saber su opinión ============================================== Para nosotros es importante saber qué opinión tiene de nuestro trabajo, pues así nos ayuda a mejorarlo. Siéntase en confianza diciéndonos lo que siente en http://www.letralia.com/encuesta.htm, o por correo electrónico en la dirección letralia@rediris.es. === La Blinda Rosada premia a Letralia ==================================== El pasado viernes 2, Rafael San Martín (blinda@altern.org), director de La Blinda Rosada -lista de correos de la Fundación de Poetas, de Argentina-, nos escribió para comunicarnos que nuestra revista ha sido distinguida con el premio Mejor Página de Poesía, que esa lista otorga a los más destacados recursos poéticos de la red. A continuación transcribimos el mensaje de San Martín, con el agradecimiento más sincero al equipo de La Blinda Rosada por este nuevo reconocimiento, que se suma a los recibidos por Letralia en sus tres años de circulación. Viernes 2 de julio de 1999 ¡Felicitaciones! La Fundación de Poetas y su órgano de difusión, La Blinda Rosada, han decidido otorgarles el Premio Mejor Página de Poesía por vuestra excelente contribución a la literatura hispanoamericana materializada en la publicación Letralia, Tierra de Letras. Este premio se concede a aquellas páginas que a juicio del jurado (integrado por poetas, webmasters y diseñadores gráficos), ostentan un alto nivel literario, en especial poético, difundiendo y enriqueciendo las letras hispanas en un medio prioritariamente angloparlante. ¡Gracias por vuestro soberbio y constante aporte a nuestro querido idioma! Rafael San Martín Director de La Blinda Rosada de la Fundación de Poetas http://blindarosada.org.ar Correo electrónico: blinda@altern.org Lista de correo: http://www.egroups.com/list/blinda Mar del Plata, Argentina === En la Tierra de Letras se escribe a cualquier hora ==================== La encuesta en línea preparada por nuestra revista arrojó resultados interesantes, respecto a las preferencias que tienen los escritores que visitan la Tierra de Letras con el momento del día que prefieren para escribir sus obras. Convocada en nuestra edición 71, la encuesta se origina en el artículo "¿Cuáles son las mejores horas de trabajo?", publicado en la revista El Cojo Ilustrado en junio de 1900 y recogido por nosotros en el Área Magistral de Cómo se Aprende a Escribir. Pueden leerlo en http://www.letralia.com/aprender/mejorhor.htm. Ofrecimos a nuestros visitantes cuatro opciones relacionadas con el tiempo que prefieren para escribir: la mañana, el mediodía y/o la tarde, la noche y/o la madrugada y cualquier hora del día. De las 255 personas que votaron, hubo 129 que afirmaron poder escribir a cualquier hora, representando el 51% de los participantes. La siguiente opción, con 97 votos (38%), fue la noche y/o la madrugada. La mañana obtuvo 25 votos (10%) y el mediodía y/o la tarde sólo 4 votos (2%). Agradecemos a nuestros lectores su participación en la encuesta, cuyos resultados pasarán a ser parte de los materiales de Cómo se Aprende a Escribir. En nuestra próxima edición, los invitaremos a una nueva consulta. === Noticias ============================================================== *** Monte Ávila sustituye a Machado El escritor Wilfredo Machado, quien hace unos días denunció lo que considera irregularidades en la editorial estatal venezolana Monte Ávila Editores, fue sustituido en su cargo por la licenciada Elizabeth Rastvorov, según se anunció el 22 de junio. La nueva gerente editorial de Monte Ávila era, hasta su designación, coordinadora del Departamento de Correcciones. Con dos años en la editorial, Rastvorov es licenciada en Idiomas Modernos, mención traducción, de la Universidad Central de Venezuela, donde se desempeñó como docente por cinco años. *** Venezuela creará Ministerio de Educación y Cultura El presidente de Venezuela, teniente coronel (r) Hugo Chávez Frías, anunció el 22 de junio la creación, en el futuro cercano, del Ministerio de Educación y Cultura, ente que regirá las líneas de inversión en esas áreas en lo sucesivo. Esto supondría la fusión del actual Ministerio de Educación con el Consejo Nacional de Cultura (Conac), organismos rectores de estas áreas en estos momentos. El anuncio fue realizado durante la celebración del 50º aniversario del Instituto Nacional de Deportes, oportunidad en la que Chávez indicó que está por aprobarse la nueva Ley de la Administración Central. Según el presidente venezolano, la intención es reorientar "la inversión improductiva de la corrupción hacia la productiva". Aunque esto representaría la elevación formal a rango ministerial de la gestión cultural en Venezuela, el anuncio ha tenido reacciones adversas, dado que existen sectores de la cultura que deploran la fusión con el Ministerio de Educación por considerar éste un ente poco eficiente. *** Gabriel García Márquez es tratado por agotamiento Gran revuelo causó en días recientes la noticia de que el escritor colombiano Gabriel García Márquez habría sido hospitalizado en la clínica Fundación de Santa Fe, en Bogotá, para ser tratado por agotamiento general. El escritor de 72 años ordenó expresamente a sus médicos y allegados no brindar ninguna información, como lo indicaron portavoces de la clínica, en la que ingresó el 24 de junio. Sólo se informó oficialmente que García Márquez estaba siendo tratado por síndrome de agotamiento general. Acompañado por Mercedes Barcha, su esposa, García Márquez controló desde la clínica asuntos relacionados con la revista Cambio, que adquirió recientemente junto con otros periodistas. El escritor habría sido revisado por el equipo de profesionales de la clínica y sería dado de alta en pocos días. *** Sábato espera vivir hasta los cien años El escritor argentino Ernesto Sábato, autor de obras clave de la literatura en lengua castellana como El túnel y Sobre héroes y tumbas, dijo el 24 de junio, día de su 88º cumpleaños, que espera completar el siglo, ya que viene de una familia de longevos. Tras 11 ediciones de su libro autobiográfico Antes del fin, aparecido recientemente, el escritor dijo en entrevista con AP: "Lástima que haya que morirse, pero creo en la eternidad". *** Celebrada Mesa de Poesía de El Sello, el Cráneo y la Sed La noche del 25 de junio se realizó en la Casa de Córdoba, en Buenos Aires, la Mesa de Poesía del grupo El Sello, el Cráneo y la Sed, que con el tema "El viaje" contó con la participación de los poetas Raquel Garzón, Leandro Calle y Rogelio Pizzi, Osvaldo Pol, Antonio Requeni y María Teresa Andruetto, bajo coordinación de Susana Degoy. El Sello, el Cráneo y la Sed, grupo que organizó la actividad, puede ser visitado en el Web: http://www.geocities.com/soho/lofts/8234 Los autores participantes leyeron fragmentos de sus libros, compartiéndolos con los asistentes. Fueron leídos textos de Las aves no saben, de Pol; En lo más oscuro del pozo, de Degoy; Poema previo, de Pizzi; Poemas grises, de Garzón; Detrás de la palabra, de Velasco; y Tatuaje de Fauno, de Calle. Durante la Mesa de Poesía se hizo un pequeño homenaje a la revista Letralia, Tierra de Letras, con motivo de su tercer aniversario, al que arribó en mayo de este año. *** Planeta responde con un concurso La sucursal chilena de la Editorial Planeta convocó a finales de junio a un concurso de investigación periodística, en el que deberán presentarse libros con temática similar a El libro negro de la justicia chilena, de la periodista Alejandra Matus, que fue censurado por un juez el 14 de abril. Los ejemplares de El libro negro de la justicia chilena fueron decomisados por orden del juez Rafael Huerta, tras una demanda interpuesta por el doctor Servando Jordán, ex presidente de la Corte Suprema de Justicia que queda mal parado en la investigación de Matus. El 16 de junio, el gerente general de Planeta, Bartolo Ortiz, y el editor Carlos Orellana, fueron detenidos por 48 horas, acusados de ser coautores de injurias y calumnias. Como respuesta, Planeta ha convocado el concurso, que está dotado de un premio equivalente a 10.000 dólares. *** Carlos Fuentes: mientras haya vida habrá narravida El escritor mexicano Carlos Fuentes recibió el 25 de junio en Río de Janeiro el Premio a la Latinidad, que desde este año se entrega a autores que contribuyan al enriquecimiento de la cultura latina. El premio, auspiciado por las academias brasileña y francesa de las letras, está dotado por una cantidad aproximada de 87.000 dólares. Fuentes recibió el premio en un acto enmarcado en la reunión de jefes de Estado celebrada recientemente en Río, contando con la asistencia de los presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, Jacques Chirac, de Francia, y Ernesto Zedillo, de México. "La latinidad tiene un pasado, un presente y un futuro", dijo el escritor de 70 años en su discurso, en el que habló de la historia de las culturas latinas desde la época del Imperio Romano. "Este galardón es una recompensa que acepto con alegría y gratitud, pero que me obliga a confirmar que la historia no ha terminado porque no hemos terminado de contar historias", dijo el escritor, quien agregó que "mientras haya vida, habrá narrativa, habrá `narravida'". El autor de La muerte de Artemio Cruz dijo en francés al presidente Chirac que mantenía con su país "una vieja historia de amor", mientras que a Cardoso le recordó en portugués las palabras de Alfonso Reyes, según las cuales "Dios es brasileño". Al presidente de su país, Ernesto Zedillo, lo invitó a compartir el premio con él y con todos los mexicanos. *** El chileno Roberto Bolaño, ganador del premio Rómulo Gallegos El novelista chileno Roberto Bolaño es el ganador del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos 1999, según anunciaron los jueces el pasado 2 de julio. Bolaño obtuvo el más importante premio literario latinoamericano con la obra Los detectives salvajes, de 735 páginas y publicada por Anagrama, "por la calidad de su novedosa apuesta narrativa", como se explica en el veredicto. El premio, consistente en 60.000 dólares, un diploma y una medalla de oro, será entregado en Caracas el 2 de agosto, fecha aniversaria del nacimiento de Rómulo Gallegos. 1999 es un año especial para este premio, pues se cumplen 25 años del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, el ente auspiciante, y 70 de la publicación de Doña Bárbara. Creado en 1964, el premio Rómulo Gallegos ha sido una especie de noticia anticipatoria de lo que sería la literatura hispanoamericana contemporánea, galardonando en su oportunidad a varias jóvenes promesas que más tarde se convirtieron en los faros de las letras de habla hispana, como Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, a finales de los 60. El jurado del premio Rómulo Gallegos estuvo compuesto por la escritora mexicana Ángeles Mastretta, el argentino Saúl Sosnowski, el cubano Antonio Benítez Rojo, el uruguayo Hugo Achugar y el venezolano Carlos Noguera. El premio fue concedido a Bolaño casi por unanimidad, ya que Mastretta votó a favor de Margarita, está linda la mar, del nicaragüense Sergio Ramírez. Después de varias deliberaciones, el jurado había llegado a una apretadísima selección de cinco finalistas: Caracol Beach, del cubano Eliseo Alberto; Historias de la marcha a pie, de la venezolana Victoria de Stéfano; Plenilunio, del español Antonio Muñoz Molina; La tierra del fuego, de la argentina Sylvia Iparragirre, y la novela de Bolaño, a cual, por cierto, obtuvo en 1998 el XVI Premio Herralde, en España. Según los jueces, Bolaño "revisa la tradición de la escritura hispanoamericana de las últimas décadas". El escritor chileno de 46 años fue el escogido entre 219 novelistas, lo que representa la mayor cantidad de participantes en la historia del premio. Los detectives salvajes, publicada en 1998, habla de dos entusiastas lectores que buscan durante dos décadas a una famosa escritora desaparecida en México, trama que encierra un profundo análisis de las características de la generación a la que pertenece el autor. "Es una aventura con sexo, drogas y rock and roll", dijo Bolaño, que ambientó su historia en lugares como España, México, Estados Unidos, Liberia, Israel, Viena, Angola y Francia. Bolaño reside en Blanes, pueblo de la Costa Brava cerca de Gerona, España, desde 1977. Ha publicado, entre otros libros, Estrella distante (1996), La literatura nazi en América (1996) y Llamadas telefónicas (1997). Se reconoce un seguidor de los estilos de Marcel Schwob, Alfonso Reyes, Nicanor Parra, Jorge Luis Borges y Ramón López Velarde. En sus primeras declaraciones, Bolaño explicó que su intención al escribir es "que el lector común y corriente, pueda interiorizar mis novelas, la lea y la acabe". Dijo que no esperaba convertirse en el ganador del Rómulo Gallegos. "Era una posibilidad factible pero remotísima. Es como la vida en otro planeta: lógicamente debe haber vida en otro planeta pero yo no espero ver nunca a un extraterrestre". *** Muere el escritor estadounidense Mario Puzo Mario Puzo, el autor de la novela El padrino, murió en su casa en Long Island el 2 de julio, a la edad de 78 años. Puzo, quien recientemente terminó una nueva novela sobre mafiosos, Omertá, falleció de un paro cardíaco. El autor estaba casado desde hace veinte años con Carol Gino y tenía cinco hijos, y en 1991 había sufrido su primer infarto. Puzo había nacido en Hell's Kitchen, Manhattan, el 15 de octubre de 1920, y se había destacado por sus historias sobre la mafia, como El siciliano (1984) y El último Don (1996). La más famosa de sus novelas, El padrino, le valió el reconocimiento internacional, así como dos premios Oscar para los guiones, escritos por él, de las partes primera y tercera de la película, además de que la primera y segunda partes fueron galardonadas con el premio a la mejor película en sus años respectivos. La primera novela de Puzo, La arena sucia, fue publicada en 1955 y recibió una buena acogida de la crítica. Vivió durante años de escribir historias para revistas semipornográficas, así como historias para publicaciones del género negro, hasta que en 1965 un editor le ofreció cinco mil dólares por una novela sobre la mafia. Sería en 1969 cuando aparecería El padrino, que se convirtió en un bestseller con más de 20 millones de ejemplares vendidos. Pese a su éxito, el autor declaró en una oportunidad: "Me gustaría haberla escrito mejor... Escribí el libro peor de lo que podría haberlo hecho". Las tres producciones cinematográficas originadas de la novela de Puzo fueron dirigidas por Francis Ford Coppola, y representaron un hito en la historia del cine mundial. En ellas aparecen, a lo largo de 20 años, actores de la talla de Marlon Brando, Al Pacino, Robert de Niro, James Caan, Robert Duvall y Andy García, entre otros, encarnando a los miembros de la familia Corleone. Una cuarta película, que sería protagonizada por Andy García y Leonardo DiCaprio, había empezado a tomar forma hace un par de semanas en conversaciones entre Puzo, Coppola y ejecutivos de Paramount Pictures. *** Inicia Año de Saint Exupéry El 3 y 4 de julio se iniciaron en Concordia, Entre Ríos, Argentina, las actividades en homenaje al aviador y escritor francés Antoine de Saint Exupéry, autor de El principito, al arribar al centenario de su nacimiento, que se cumplirá el 29 de junio de 2000. Entre 1929 y 1931, Saint Exupéry vivió en Argentina como encargado de la sucursal de Aeropostale en ese país. La huella dejada por el escritor en ese país permanece viva en iniciativas como la de la Fundación Arasy (Amigos Argentinos de Antoine de Saint Exupéry), en Concordia, que ha emprendido la serie de homenajes que terminarán en junio de 2000 en Lyon, Francia. Los homenajes del fin de semana incluyeron vuelos en globo desde el Parque Rivadavia, una serie de exposiciones y un recital de canciones y poemas a cargo del cantautor Raúl Solari, en el hotel San Carlos Inn. También se realizará un foro en el que se analizará la vida y obra de Saint Exupéry. *** El Cid cumple novecientos años En 1999 se cumplen novecientos años de la muerte de Rodrigo Díaz de Vivar, el personaje histórico español conocido como el Cid Campeador, protagonista de una leyenda nacida de la historia de los primeros momentos de la cultura hispana, e inspirador del Cantar del Mío Cid. Rodrigo Díaz nació hacia 1043 en Vivar, pequeña aldea sita a dos leguas de Burgos. En esta ciudad se recuerda al Cid actualmente con una estatua ecuestre que marca el punto en que los caminos de la región se cruzan, y sus restos se encuentran sepultados bajo la catedral, declarada Bien Cultural de la Humanidad por la Unesco. La ocasión ha convertido a la región burgalesa en un punto de visita obligada por parte del turismo internacional, en el que los hoteles y las agencias turísticas ofrecen tarifas y planes especiales. *** Foro Libre homenajeará a Juana de Ibarbourou Al cumplirse veinte años de la muerte de la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou, la Asociación Cultural, Artística y Literaria Foro Libre realizará un encuentro literario el próximo lunes 12 de julio, a las 8:30 de la noche, en la cafetería-restaurante Viena de Cádiz, en Madrid. Juana de Ibarbourou nació en Melo, población del interior de Uruguay, en 1892, y perteneció a la generación de escritoras en la que estuvieron incluidas Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Delmira Agustini y Dulce María Loynaz, entre otras. En el evento de Foro Libre se leerán textos de la autora y acerca de ella, y los asistentes podrán conocer diversos aspectos de su vida y su obra. Usted puede hallar más información al respecto en el sitio de Foro Libre: http://www.arrakis.es/~aarias ====================== Envíenos información cultural ====================== Este espacio está destinado principalmente a la divulgación del trabajo de los escritores hispanoamericanos, pero no desdeñamos la difusión de las noticias culturales, que siempre son de interés. Envíenos toda la información que pueda a letralia@rediris.es. === Entre Bases =========================================================== *** 54º Concurso Anual de Cuentos Diario El Nacional (Venezuela) MENCIONES: Cuento. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; cuadruplicado; extensión máxima de 20 cuartillas; tamaño carta (25 líneas a doble espacio). IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con el nombre completo, cédula de identidad, dirección y teléfono. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 6 de julio de 1999. PREMIACIÓN: Bs. 1.000.000 y publicación del cuento en la edición aniversaria del diario El Nacional del 3 de agosto de 1999. VEREDICTO: 3 de agosto de 1999. Será publicado en el diario El Nacional. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: 54º Concurso Anual de Cuentos El Nacional. Puente Nuevo a Puerto Escondido. Edif. El Nacional, piso 3. Gerencia de Relaciones Institucionales. El Silencio, Caracas. INFORMACIÓN: Web: http://www.el-nacional.com/concursos/index.htm. Correo electrónico: María Fernanda Ramallo (mframallo@el-nacional.com). Teléfonos: 58 2 4083128 / 3347. *** Premio Pedro León Zapata al Mejor Caricaturista de la Prensa Venezolana Diario El Nacional (Venezuela) MENCIONES: Caricatura en medios impresos venezolanos. PARTICIPANTES: Caricaturistas cuyos trabajos hayan sido publicados en cualquier periódico o revista de Venezuela. CONDICIONES DEL MATERIAL: 5 caricaturas publicadas. IDENTIFICACIÓN: Datos el autor y resumen curricular. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 6 de julio de 1999. PREMIACIÓN: Bs. 800.000. ENTREGA: 3 de agosto de 1999 en el Hotel Caracas Hilton, durante la celebración del 56º aniversario del diario El Nacional. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Concurso Premio Pedro León Zapata. Puente Nuevo a Puerto Escondido. Edif. El Nacional, piso 3. Gerencia de Relaciones Institucionales. El Silencio, Caracas. INFORMACIÓN: Web: http://www.el-nacional.com/concursos/index.htm. Correo electrónico: María Fernanda Ramallo (mframallo@el-nacional.com). Teléfonos: 58 2 4083128 / 3347. *** Certamen Literario Luján Municipalidad de Luján de Cuyo, Argentina MENCIONES: Narrativa y poesía. PARTICIPANTES: Escritores argentinos mayores de 18 años. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; tema libre; no premiado anteriormente; idioma castellano; triplicado; mecanografiado por una sola cara a doble espacio en papel tamaño oficio; foliado; extensión máxima: poesía, tres poemas con no más de 100 versos en total, con un mínimo de 14 versos cada una; narrativa, hasta tres cuentos con no más de ocho cuartillas en total. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con el nombre y apellido del autor, documento de identidad, teléfono, domicilio y código postal, nombre de la obra, seudónimo empleado, género y categoría. JURADO: Funcionarios de la Subsecretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Luján de Cuyo, escritores de Luján y representantes de instituciones literarias de la provincia de Mendoza. FECHA TOPE: 6 de agosto de 1999. PREMIACIÓN: Para ambas categorías, 1r. premio: plaqueta y $500; 2º y 3º, plaqueta. Los tres mejores trabajos de cada categoría serán impresos en la antología Luján Centro Provincial de las Letras 1999. VEREDICTO: Septiembre de 1999. ENTREGA: 9 de octubre de 1999, 8:30 pm, Museo Regional y Americanista (Sáenz Peña 1000). DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Subsecretaría de Cultura y Educación, Sáenz Peña 1000 cp. 5507, Luján de Cuyo, Argentina. Entre las 8 am y las 8 pm. INFORMACIÓN: Teléfonos: 54 02 614982199 / 614980618. Fax: 54 02 614982400. *** Premio Fantasía Infantil Raquel M. Barthe / Lila Weinschelbaum / Diana Dickinson MENCIONES: Edición de libros infantiles. PARTICIPANTES: Escritores argentinos o naturalizados. CONDICIONES DEL MATERIAL: Libros publicados entre junio de 1998 y junio de 1999, dirigidos a niños de entre 5 y 12 años; no premiados previamente; categorías Narrativa, Poesía, Educación por la Experiencia Práctica, Medio Ambiente y Fantasía; quintuplicado; IDENTIFICACIÓN: Debe presentarse, llenado a máquina, un formulario que incluya los nombres y apellidos del autor, su dirección, código postal, teléfono, fax, documento de identidad, editorial y dirección de la misma. JURADO: Cinco personalidades de la literatura infantil y juvenil. FECHA TOPE: 13 de agosto (no se recibirán libros entre el 19 y el 30 de julio). PREMIACIÓN: Cinco primeros premios (uno por categoría) de 1.000 pesos y diploma de honor. Se podrán otorgar menciones especiales por categoría. Una de las empresas patrocinantes adquirirá 250 ejemplares de cada una de las obras premiadas. ENTREGA: Noviembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Instituto Independencia, Humahuaca 4134 (1170), Buenos Aires. De lunes a viernes entre 9 am y 3 pm. INFORMACIÓN: Teléfonos 54 1 46622044 / 47818415 / 46822261. Correo electrónico: rmb@infovia.com.ar / rbarthe@filo.uba.ar / dianad@cvtci.com.ar / ernestow@infovia.com.ar. *** Concurso de Cuentos Juan Rulfo 1999 Radio Francia Internacional MENCIONES: Cuentos. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; lengua española; extensión máxima de 20 páginas de 22 líneas cada una, mecanografiadas a doble espacio y por un solo lado; cada autor podrá participar sólo con un cuento. Se deberá especificar si se participa en uno de los premios especiales. Los premios especiales son: Premio Unión Latina a relatos de autores inéditos; Premio Le Monde Diplomatique a cuentos que manifiesten una preocupación social; Premio Feria del Disco a cuentos sobre música; Premio Monte Ávila Editores a cuentos para niños; Premio Salón del Libro Iberoamericano a relatos de latinoamericanos que resalten la importancia del libro y la lectura, y Premio Semana Negra a cuentos policiales. Además se disputará el Premio Agence Vu de Fotografía, para series fotográficas de 5 a 10 fotos, tema libre, en blanco y negro o en color, de un máximo de 30 x 40 cm; cada foto debe incluir el nombre del fotógrafo y se debe añadir en una hoja separada un texto descriptivo, el lugar, la fecha de la toma y los datos personales del artista. Se aceptan diapositivas. IDENTIFICACIÓN: Nombre, apellidos, teléfono, dirección y datos biográficos del autor. JURADO: Silvia Baron-Supervielle (Argentina), Jorge Edwards (Chile), Luis Sepúlveda (Chile), Marcelo Leonart (Chile), Juan Manuel Roca (Colombia), Emilio Sánchez Ortiz (España), Aline Schulmann (Francia), Claude Fell (Francia), Mercedes Iturbe (México), Juan Villoro (México), Paco Ignacio Taibó II (México), Julio Ortega (Perú), Fernando Aínsa (Uruguay) y Alexis Márquez Rodríguez (Venezuela). El jurado del certamen de fotografía estará constituido por profesionales de la Agence Vu. FECHA TOPE: 15 de septiembre de 1999. PREMIACIÓN: 30.000 francos (Radio Francia Internacional); 20.000 francos (Instituto Cervantes, París); 15.000 francos (Centro Cultural de México); 15.000 francos (Casa de América Latina); 15.000 francos (Le Monde Diplomatique, Francia); 15.000 francos (El Espectador, Colombia); 10.000 francos (Feria del Disco, Chile); 10.000 francos (Unión Latina, París); 5.000 francos (Monte Ávila Editores, Venezuela); viaje y estadía durante la Semana Negra en Gijón, España, en julio de 2000 (Semana Negra); viaje y estadía durante el Salón del Libro Iberoamericano en Gijón, mayo de 2000 (Salón del Libro Iberoamericano de Gijón, España); e ilustración del libro con los cuentos premiados (Agence Vu, de fotografía). VEREDICTO: 13 de diciembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Radio Francia Internacional, Servicio de Lengua Española, Concurso de Cuentos Juan Rulfo, 1 16 Avenue du Président Kennedy, París Cedex 16, Francia. INFORMACIÓN: Teléfono: 33 01 42301212. Telefax: 33 O1 42304759 / 75786. Correo electrónico: service.amerique.latine@rfi.fr. *** VII Concurso Anual de Literatura Núcleo Maracay de la Universidad Central de Venezuela MENCIONES: Dramaturgia. PARTICIPANTES: Escritores nacidos o residenciados en Venezuela. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; extensión mínima de 30 cuartillas; cuadruplicado; los derechos no deben estar comprometidos con ninguna editorial ni podrán estar participando en ningún otro concurso hasta noviembre de 1999. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con el nombre y apellido, cédula de identidad, dirección y teléfono del autor. JURADO: Haydée Pino, Nelly Garzón y Julio Jáuregui. FECHA TOPE: 15 de septiembre de 1999. PREMIACIÓN: Bs. 300.000 y publicación en la colección Inconexos del fondo editorial La Mano Junto al Muro. Habrá menciones si el jurado lo decide así. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Avenida Universidad, vía El Limón, Universidad Central de Venezuela, Núcleo Maracay, Facultades de Agronomía y Ciencias Veterinarias, Departamento de Cultura. *** V Certamen de Narrativa Corta "Villa de Pasaia" 1999 Asociación Trintxer Kulturala MENCIONES: Narrativa corta. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana o vasca mayores de 14 años de edad. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; no premiado previamente; extensión máxima: 10 folios; mecanografiado a doble espacio por una sola cara; triplicado. IDENTIFICACIÓN: Título del cuento en su portada; en sobre aparte cerrado, título del cuento; nombre, edad, dirección y teléfono del autor. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 30 de septiembre de 1999. PREMIACIÓN: En ambas menciones se entregará un 1r premio de 80.000 pesetas y un 2º de 40.000, además de diploma de certificado para el tercer lugar. Los cuentos ganadores serán editados por la Editorial Birmingham Edit. VEREDICTO: Diciembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Trintxer Kulturala, apartado de correos 35; 20110, Trintxerpe (Guipúzcoa). *** IV Premio de Narrativa Vida y Salud Escuela Universitaria de Enfermería de la Universidad de Alicante MENCIONES: Cuento. PARTICIPANTES: Escritores de lengua castellana o valenciana y estudiantes y profesionales de enfermería. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano o valenciano; extensión entre 3 y 10 folios; mecanografiados a doble espacio en formato DIN A-4 por una sola cara; temática relacionada con aspectos que se deriven de estilos de vida saludable, relativa a situaciones reales o ficticias de salud-enfermedad o vinculadas con el mantenimiento y cuidado del medio ambiente; cuadruplicado. IDENTIFICACIÓN: Sin firma; sobre aparte cerrado con el nombre, teléfono y breve currículum del autor, además del título del cuento y especificación de si el autor es profesional o estudiante de enfermería. JURADO: Personalidades relevantes en los campos de los cuidados de salud y la narrativa. FECHA TOPE: 30 de septiembre de 1999. PREMIACIÓN: Categoría absoluta, 100.000 pesetas y placa; categoría estudiantes y profesionales de enfermería, 25.000 pesetas y placa. Los cuentos premiados y los finalistas serán publicados en la revista Cultura de los Cuidados. VEREDICTO: Primera quincena de diciembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: IV Premio "Vida y Salud" de Narrativa. Universidad de Alicante. E.U. de Enfermería. Campus de San Vicente del Raspeig. A.C. 99. E-03080 Alicante, España. INFORMACIÓN: rgalao@teleline.es. *** Concurso Literario de World Online World Online (http://www.worldonline.es) MENCIONES: Poesía y cuento. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; no presentado a concursos previos; idioma castellano, catalán euskera o gallego (se requerirá traducción al castellano); hasta tres obras por concursante; extensión máxima de 300 líneas de 60 caracteres cada una en 12 puntos (aproximadamente 10 páginas a doble espacio en Microsoft Word en 12 puntos). IDENTIFICACIÓN: Nombre completo; número del documento de identidad o del pasaporte; teléfono de contacto y dirección de habitación. JURADO: Los materiales presentados a concurso serán publicados para que los visitantes de World Online voten por los textos de su preferencia; cada visitante podrá escoger una sola obra de cada categoría; las votaciones se harán entre el 30 de septiembre y el 25 de octubre de 1999. Si por razones técnicas las votaciones quedaran invalidadas, World Online se reserva el derecho de que la elección del ganador quede en manos de un jurado designado por los responsables editoriales, que estaría formado por personalidades del mundo literario de reconocido prestigio. FECHA TOPE: 30 de septiembre de 1999. PREMIACIÓN: 50.000 pesetas para cada categoría. Además, accésits de 10.000 pesetas para los segundos lugares. También se sorteará un premio de 10.000 pesetas entre los votantes. VEREDICTO: 1 de noviembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Las obras, así como los datos de sus autores, deberán enviarse a través de un formulario disponible en http://www.worldonline.es/channels/cul. INFORMACIÓN: http://www.worldonline.es/channels/cul. *** I Concurso de Tanatocuentos Revista Adiós MENCIONES: Cuento. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; idioma castellano; temática referida a algún aspecto de los ritos funerarios; extensión de entre 3 y 10 folios de 30 líneas y 60 espacios cada uno; quintuplicado. IDENTIFICACIÓN: Nombre, apellidos, dirección completa y teléfono del autor, además de una declaración cediendo los derechos de publicación. JURADO: Miembros de la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, de la Revista Adiós, de la empresa patrocinadora Viajes Nobel y personas de reconocido prestigio en el mundo del arte y la literatura. FECHA TOPE: 1 de octubre de 1999. PREMIACIÓN: Viaje para dos personas a Bali, que incluye billete de avión en clase turista con Garuda Indonesia, alojamiento por 5 noches en el hotel Sol Meliá en régimen de alojamiento y desayuno, traslado y asistencia en español, seguro y bolsa de viaje; además, se publicará el cuento ganador y una selección hecha por el jurado en una edición extraordinaria de la revista. VEREDICTO: Noviembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Revista Adiós. Primer Concurso de Tanatocuentos. Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, S.A. Salvador de Madariaga, 11 28027 Madrid, España. INFORMACIÓN: Web: http://www.emsf.es/revista.htm. Correo electrónico: jpozo@tader.es. Teléfono: 34 1 5108272 / 71. Fax: 34 1 5108286. *** Bienal Municipal de Literatura Ciudad de la Juventud 2000 Alcaldía del municipio José Félix Ribas del estado Aragua (La Victoria, Venezuela). MENCIONES: Mención Narrativa Rafael Briceño Ortega; Mención Dramaturgia Julio Páez; Mención Narrativa Joven Miguel Villasana. PARTICIPANTES: Escritores venezolanos y extranjeros residenciados en Venezuela. La mención Narrativa Joven está reservada a escritores de hasta 20 años de edad, residenciados en los municipios que formaron parte del extinto distrito Ricaurte del estado Aragua. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; cuadruplicado; papel tamaño carta a doble espacio por una sola cara; no premiado anteriormente. No se aceptará más de un trabajo por mención. Extensión mínima: narrativa, libro de cuentos de más de 30 cuartillas; dramaturgia, obra de teatro de más de 25 cuartillas; narrativa joven, grupo de cuentos de más de 10 páginas. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con los datos del autor. Los participantes de la mención Narrativa Joven deberán incluir el nombre de la institución donde cursan estudios y el sobre debe mostrar la leyenda "Bienal de Literatura Ciudad de la Juventud, mención Narrativa Joven Miguel Villasana". JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 1 de octubre de 1999 para las menciones Narrativa y Dramaturgia; 1 de diciembre de 1999 para la mención Narrativa Joven. PREMIACIÓN: Bs. 500.000 y la edición de la obra, para las menciones Narrativa y Dramaturgia; Bs. 120.000 y diploma en la mención Narrativa Joven. Podrá entregarse hasta dos menciones especiales en cada categoría. VEREDICTO: Febrero de 2000. ENTREGA: Marzo de 2000. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Ateneo de La Victoria, avenida Francisco de Loreto c/c Dr. Carías. La Victoria, estado Aragua, Venezuela. INFORMACIÓN: Telefax: 58 44 224953. *** Cuarto Concurso Literario Gramma Universidad del Salvador, Argentina MENCIONES: Cuento y poesía. PARTICIPANTES: Estudiantes universitarios o terciarios, pertenecientes a cualquier universidad o institución de educación terciaria de la República Argentina. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; tema libre; extensión máxima de 8.000 palabras o 20 cuartillas tamaño carta; en poesía se podrá presentar un poema o un conjunto de poemas, con una extensión máxima total de 100 versos; triplicado; las hojas deben estar encarpetadas; mecanografiadas o impresas; cada autor podrá presentar más de un trabajo. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con el nombre y apellido del autor, institución en la que estudia, domicilio y teléfono. En el sobre donde se incluirá el material y el sobre con los datos, deberá constar el seudónimo del autor y el título de la obra. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 15 de octubre de 1999. PREMIACIÓN: El primer premio en cada mención recibirá un diploma, un lote de libros y la publicación de su obra en la revista Gramma. VEREDICTO: Noviembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Facultad de Historia y Letras, USAL, Tucumán 1699 (1050), Buenos Aires, Argentina. *** Cuarto Concurso Literario USAL 1999 Universidad del Salvador, Argentina MENCIONES: Cuento y poesía. PARTICIPANTES: Estudiantes de 4º y 5º años de educación media de la República Argentina. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; tema libre; extensión máxima de 8.000 palabras o 20 cuartillas tamaño carta; en poesía se podrá presentar un poema o un conjunto de poemas, con una extensión máxima total de 100 versos; triplicado; las hojas deben estar encarpetadas; mecanografiadas o impresas; cada autor podrá presentar más de un trabajo. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con el nombre y apellido del autor, institución en la que estudia, domicilio y teléfono. En el sobre donde se incluirá el material y el sobre con los datos, deberá constar el seudónimo del autor y el título de la obra. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 15 de octubre de 1999. PREMIACIÓN: El primer premio en cada mención recibirá un diploma, un lote de libros y la publicación de su obra en la revista Gramma. VEREDICTO: Noviembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Facultad de Historia y Letras, USAL, Tucumán 1699 (1050), Buenos Aires, Argentina. *** IV Concurso de Relato Bucanero-Miraguano Ediciones Fanzine Bucanero / Miraguano Ediciones MENCIONES: Cuento de ficción. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; cada participante podrá presentar más de un cuento; éstos deben estar escritos en castellano y ser presentados por duplicados, mecanografiados o impresos en formato A4; extensión de hasta 25 páginas; doble espacio; máximo de 72 caracteres por línea. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con el nombre completo, documento de identidad, dirección postal y teléfono del autor; en su parte externa figurarán el título de la obra y el seudónimo del autor. JURADO: Miembros de la redacción del Fanzine Bucanero y una persona designada por Miraguano Ediciones. FECHA TOPE: 15 de octubre de 1999. PREMIACIÓN: Lote de libros de Miraguano Ediciones equivalente a 50.000 pesetas, y publicación en una edición del Fanzine Bucanero del año 2000. VEREDICTO: Diciembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Fanzine Bucanero. Apartado de Correos 32. 28230-Las Rozas. Madrid, España. *** I Certamen Mundial de Fotografía "Naturaleza viva, en libertad" Centro Cultural Kemkem MENCIONES: Fotografía. PARTICIPANTES: Fotógrafos hispanoamericanos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Fotografías en torno a la libertad de los animales en el medio ambiente; cada fotografía debe expresar la presencia de uno o más animales viviendo exclusivamente en libertad; inéditas; no premiadas anteriormente; máximo de 5 fotografías por participante; tamaño entre 20x30 cm y 30x40 cm; montadas en cartón del color que desee el autor; color o blanco y negro; arancel de US$20,00 IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; al dorso de cada obra constará el título y el seudónimo del autor; anexar sobre cerrado con el nombre completo, dirección, país, teléfono y correo electrónico del autor; este sobre debe llevar el seudónimo en su parte exterior. JURADO: Estará presidido por el profesor Walter Fumarola. Los demás miembros serán anunciados oportunamente. FECHA TOPE: 1 de noviembre de 1999. PREMIACIÓN: 1r. premio: U$5.000, trofeo y diploma; 2º premio: US$1.000, medalla y diploma; 3r. premio: US$500, medalla y diploma; 4º premio: US$300, medalla y diploma; 5º premio: US$300, medalla y diploma; del 6º al 10º premio, medalla y diploma. Todos los ganadores recibirán diploma de participación. VEREDICTO: 6 de noviembre de 1999. ENTREGA: 7 de noviembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Centro Cultural Kemkem: calle 527, N° 366, Quequén (7631), Provincia de Buenos Aires, Argentina; o R. Falcón 1204, Lomas de Zamora (1832), Provincia de Buenos Aires, Argentina. INFORMACIÓN: http://www.necocheanet.com.ar/kemkem. *** V Festival Internacional de Video Erótico "La Paradoja Erótica" Universidad del Claustro de Sor Juana MENCIONES: Video erótico en categorías video-clip y ficción. PARTICIPANTES: Realizadores mexicanos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Video-clips de entre 2 y 5 minutos de duración; videos de ficción de duración abierta; formato Hi-8, U-matic (3/4) o Betacam, en todos los casos acompañado de una copia en VHS; ficha de inscripción y ficha de depósito de pago. La inscripción tiene un costo de 250 pesos mexicanos, a ser depositados en la cuenta 0181687506 del Banco Bilbao Vizcaya a nombre de V Festival Internacional de Video Erótico. IDENTIFICACIÓN: Tanto los videocasetes como sus estuches deberán ser etiquetados correctamente con el nombre y teléfono del responsable; título de la obra, categoría en la que concursa, duración, lugar y año de realización. Los videos seleccionados serán exhibidos entre el lunes 6 y el jueves 9 de diciembre de 1999 en la Cineteca Nacional. JURADO: Un grupo de erotólogos y profesionales de la comunicación audiovisual. FECHA TOPE: 5 de noviembre de 1999. Quienes deseen llevar sus videos personalmente deberán hacerlo sólo el jueves 4 y el viernes 5 de noviembre de 1999 entre las 10 am y las 5 pm. PREMIACIÓN: Cada categoría recibirá un primer premio de $25.000; segundo, $15.000; tercero, $10.000. Los premios serán entregados en moneda nacional o su equivalente en dólares americanos. ENTREGA: 10 de diciembre de 1999. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: V Festival Internacional de Video Erótico, Universidad del Claustro de Sor Juana, Izazaga 92, Centro Histórico. C:P: 06080. México, D.F. INFORMACIÓN: Teléfonos 52 5 7095420 / 3952, extensiones 112, 128 y 134. Correo electrónico: cuch@df1.telmex.net.mx. *** III Certamen USC de Contos de Ciencia Ficción Isaac Asimov Universidad de Santiago de Compostela MENCIONES: Cuento de ciencia ficción. PARTICIPANTES: Escritores en lengua castellana, gallega o portuguesa. CONDICIONES DEL MATERIAL: Original e inédito; enmarcado en el género de ciencia ficción; extensión máxima de 15.000 palabras (aproximadamente 20 páginas de 60 líneas y 13 palabras por línea, o 120 Kb en formato TXT); el cuento podrá ser enviado por correo convencional o electrónico; en el primer caso, deberá enviarse por triplicado, mecanografiado o impreso a espacio simple, con tipo monoespaciado a 12 puntos y acompañado de un disquete con el texto en un archivo de Word, Word Perfect o texto ASCII. En el segundo caso, deberá enviarse un mensaje con el cuento, indicando en el subject lo siguiente: "III Certamen USC de Contos de Ciencia Ficción: Cuento" (sin comillas), y un mensaje adicional con los datos personales que se piden en el primer caso. Se aceptarán anexos en Word, Word Perfect o texto ASCII. En este último caso se admitirán barras (/) para indicar cursivas y asteriscos (*) para las negritas. Cada autor podrá enviar todos los cuentos que desee, pero tendrá que usar un seudónimo diferente para cada uno. IDENTIFICACIÓN: Seudónimo; sobre aparte cerrado con el nombre completo, seudónimo utilizado, documento de identidad, dirección, teléfono de contacto y dirección de correo electrónico del autor. Si el autor es miembro de la Universidad de Santiago de Compostela deberá especificarlo en el sobre, así como el puesto que ocupa. JURADO: Cuatro personas seleccionadas por la organización de las III Xornadas USC de Ciencia Ficción Isaac Asimov, cuyas identidades serán anunciadas oportunamente. FECHA TOPE: 24 de diciembre de 1999. PREMIACIÓN: 1r premio: lote de libros por valor de 50.000 pesetas. Accésit para miembros de la USC y menciones especiales serán anunciados en su oportunidad. VEREDICTO: Antes del 15 de febrero de 2000. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: III Certamen USC de Contos de Ciencia Ficción Isaac Asimov, Facultad de Física, Calle de las Ciencias s/n, 15.701, A Coruña (España). El sobre deberá incluir el título del cuento y el seudónimo utilizado. Los cuentos enviados por correo electrónico deberán ser remitidos a corti@bbvnet.com con subject "III Certamen USC de Contos de Ciencia Ficción: Cuento" y "III Certamen USC de Contos de Ciencia Ficción: Datos personales", respectivamente. En la primera línea de los archivos con los cuentos deberá aparecer el título del cuento y el seudónimo del autor. *** I Bienal Internacional de Literatura de Puerto Rico Universidad de Puerto Rico / Fundación Luis Palés Matos MENCIONES: Novela, cuento, poesía, teatro y literatura infantil. PARTICIPANTES: Escritores de habla hispana residentes en España, Latinoamérica, el Caribe o Estados Unidos. CONDICIONES DEL MATERIAL: Inédito; triplicado; extensión mínima: novela, 200 páginas; cuento, 120 páginas; poesía, 50 páginas; literatura infantil, 20 páginas. IDENTIFICACIÓN: Datos del autor. JURADO: Será anunciado oportunamente. FECHA TOPE: 31 de diciembre de 1999. PREMIACIÓN: Todas las menciones contarán con un primer premio de US$6.000 y publicación, y segundo y tercer premio consistente en publicación. VEREDICTO: Junio de 2000. DIRECCIÓN DE RECEPCIÓN: Primera Bienal Internacional de Literatura, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, apartado 23322, San Juan, Puerto Rico 00931-3322. INFORMACIÓN: Teléfono: 1 2500550. Correo electrónico: angelma@coqui.net. === Paso de río =========================================================== Cursos por correo electrónico. La docente y escritora argentina Graciela Caplan es incansable: ahora coordina, con Carlos Neri y Alejandro Lagreca, una institución virtual que dicta cursos por correo electrónico. Los precios son económicos y entre los cursos está uno de lengua y literatura en Internet y otro de edición digital de medios de comunicación. http://cyn.delmercosur.com/cursos/curso2.html Gays en el tapete. La periodista argentina Viviana Gorbato (ugorbato@impsat1.com.ar) acaba de publicar Fruta prohibida, una completa investigación sobre conductas, derechos y realidades de los homosexuales. La página de Gorbato incluye el texto de la contraportada y algunos fragmentos del libro, que puede adquirirse en la Librería Santafé (http://www.lsf.com.ar). http:www.websitemaker.com/gorbato Nuevas traducciones. Édgar Allan García (garsol@mail.ecuanex.net.ec), escritor ecuatoriano del cual Letralia ha publicado algunos textos, anuncia que ha incorporado nuevas traducciones a su sitio en la red, Poesía del siglo XX. Autores poco conocidos en estas latitudes: el checoslovaco Miroslav Holan, el polaco Zbigniew Herbert, los rusos Joseph Brosky y Anna Akhmatova, los estadounidenses William Carlos Williams y John Oliver Simon, Elsa Gidlow y Erika Jong. Además, materiales de Édgar para deleite de todos. http://www.inter-dec.com/edgarallan Jazmín Sambrano gana la bienal. La psicóloga Jazmín Sambrano (jazmin@cantv.net) se alzó con el primer premio de la Bienal Juan Beroes, realizada en San Cristóbal, Venezuela, bajo los auspicios de la Universidad de los Andes y la Gobernación del estado Táchira. Sambrano, especialista en superaprendizaje y poeta residente en Caracas, obtuvo el premio con el poemario Cantos de la ausencia. No contenta con esto, se llevó una mención con el poemario Ritmos para Eros. A hablar de teatro. Los amantes del teatro cuentan ahora con una nueva lista de correo: DramaTeatro, un foro de discusión sobre temas relacionados con el teatro como la producción, dirección, dramaturgia, actuación, festivales, congresos, conferencias sobre teatro, música para la escena, escenografía, técnica teatral, puesta en escena, teoría teatral e historia del teatro. La lista es moderada por el director del teatro Ateneo de Maracay (Venezuela), Carlos Dimeo (dimeo@telcel.net.ve). Para suscribirse, envíe un mensaje en blanco a dramateatro-subscribe@egroups.com. http://www.egroups.com/list/dramateatro ¿Quiere publicar una nota en este espacio? Envíenosla por correo electrónico a breves@letralia.zzn.com. === Literatura en Internet ================================================ La Habana Elegante http://habanaelegante.home.pipeline.com/home/index.html Entre las ciudades clásicas de América, esas que han delineado la identidad mestiza y la riquísima cultura del hombre americano, corresponde a La Habana un lugar harto especial. Obviamente en la actualidad representa un hito histórico y una paradoja política, pero más allá de esta circunstancia, La Habana fue la encrucijada cultural por excelencia en América Latina. La nostalgia por esta faceta de la vieja ciudad se ha conjugado con el gusto por la buena literatura en la revista La Habana Elegante, que circula trimestralmente en la red desde 1998 bajo la responsabilidad de Francisco Morán (habanaelegante@pipeline.com), quien la edita desde Arlington, en el estadounidense estado de Virginia, reproduciendo en formato electrónico una evocación del diseño de las buenas revistas de antaño. La Habana Elegante es un homenaje a la revista homónima que circulara entre 1883 y 1896 en la capital cubana. Dirigida originalmente por Casimiro del Monte, luego por Manuel de la Cruz y finalmente por Enrique Hernández Miyares, La Habana Elegante era identificada como "semanario artístico y literario", y en sus páginas se destacó lo más granado del modernismo hispanoamericano, en una época que muchos consideran la era dorada de las revistas literarias en esta zona del mundo. En La Habana Elegante de finales del siglo XIX tuvo especial participación la obra de Julián del Casal, poeta que es recordado en La Habana Elegante de finales del siglo XX como inspirador de la actividad literaria cubana. Según la presentación de la revista, "se trata de la realización de un sueño largamente acariciado: devolverle a La Habana un pedazo de sí misma, y, también, devolvérnoslo a nosotros mismos, a los habaneros y cubanos, en cualquier lugar del mundo, donde quiera que cada uno de nosotros esté inventando o re-escribiendo la ciudad". Una sección de cuentos, "La loma del ángel", nos da la bienvenida en el recorrido por la nueva Habana Elegante. Le sigue "Hojas al vuelo", donde la revista homenajea permanentemente a Julián del Casal publicando sus textos, así como textos de otros autores analizando su obra. "La azotea de Reina", la sección de poesía, recuerda las veladas que varios poetas cubanos disfrutaron en la azotea de Reina María Rodríguez. Luego se publican noticias de actualidad en la sección "Ecos y murmullos", que por otra parte es el nombre de una sección de la revista original. "Bustos y rimas", la siguiente sección, publica materiales en homenaje a grandes autores cubanos y "La ronda" está dedicada a trabajos de mayor extensión que son publicados por entregas. A continuación la revista ofrece una sección de ensayo, "Pasión de Cuba", y termina el itinerario con "Café París", en la que se publican trabajos de autores extranjeros que han influido en la cultura cubana. Además de representar un homenaje a la vieja revista, al poeta Del Casal, al sentimiento habanero, La Habana Elegante es una suerte de invocación de la nostalgia -aunque tarde bastante, cuando entre a la revista espere a que baje el .WAV de la habanera "Tú", del maestro Sánchez de Fuentes-, una invocación que no duda en abrir sus brazos "al aroma del té y del café, a los kimonos y guayaberas, a los barcos y a los huracanes, a los exilios y despedidas, al sueño y a la pesadilla", como reza en su presentación. Una visita que dejará un exquisito sabor en el paladar literario de los admiradores de la buena literatura hispanoamericana de siempre. === La bienal de los jóvenes Diana Saiegh ============================ Si tenemos en cuenta que la ganadora de la ultima Bienal de Venecia fue Louise Bourgeois con sus más de ochenta años de creatividad y de vida, y si las ojeras del director de la misma, Harald Szeeman, nos hablan de apostar a los nuevos artistas, terminaremos por comprender que el siglo termina esperanzado para el pequeño "mundo del arte", incluyendo lo que pudo verse en la Feria de Basilea en Suiza. Los artistas, críticos o simples amantes del hecho creativo tuvieron de todo y para todos. La inclusión de artistas sudamericanos, aunque poco numerosa, digna e interesante, pero esa cuestión de número impidió en parte apreciar el punto en el que se encuentra la producción de nuestras latitudes. No fue el caso de la irrupción, por todas partes y en todos lados de la presencia de Taiwan. Ver enormes carteles anunciando la muestra de artistas taiwaneses desde la piazza San Marcos, como un verdadero "dembarco", fue la nota diferente a otras anteriores. Una sana envidia, y un anhelo de verse así, como representación, por ejemplo, del Mercosur, nos dejan la ilusión, y quizás el desafío de tener que trabajar para lograrlo en las próximas ediciones. Pero Venecia siempre juega un contrapunto interesante entre la ciudad y las muestras, esta ciudad, única, incomparable, es en sí la mayor obra de arte de todas. Ofrece un marco extraordinario y sublime, pero todo está teñido de ese contexto insuperable, y la ausencia del feroz automóvil, vuelve todos los recorridos más cordiales y más placenteros, caminando o en "vaporetto"; hay espacio para disfrutar o para criticar "a piacere". Entonces, ¿qué ha sucedido en esta última edición del siglo de la Bienal de Venecia? Que a diferencia de otras anteriores mas pesimistas, ésta tuvo la renovada visión de Harald Szeeman, quien además de apostar a la vida y a los jóvenes, fue el responsable de la última y excelente Bienal de Lyon. Pareciera que a Szeeman le interesa que el arte, además de servir para modificar las cosas, pueda servir para modificar, o hacer reflexionar a las personas. La palabra "abierto", o mejor, "apertura", fue utilizada como herramienta y de un modo correcto, dando un claro ejemplo de que "abrir" no es sinónimo de "todo vale", sino de ampliar los horizontes. Su intención, lograda, fue equilibrar la presencia "institucional" de los pabellones de cada país, con la participación de artistas en forma individual, artistas en los que él cree, más allá de sus "pertenencias". Para esto, puso en funcionamiento varios nuevos "viejos" espacios, que además resultaron "disparadores" de cada una de las propuestas; así, cuatro mil metros cuadrados de espacios no convencionales fueron ganados para la propia bienal, antiguos arsenales, depósitos, galpones de todo tamaño y forma permitieron "instalar" trabajos inmensos como los de Paul McCarthy, y sus alegatos contra el ultraconsumo, o más poéticos, como las miles de botellas iluminadas de Serge Spitzer; o la instalación participativa de los tibetanos, en la que el público podía hacer sonar los diferentes cueros de gigantes muebles. Bordeando el canal, una "burbuja" de Pipilotti Rist explotaba en el aire, no lejos de un simple banco de plaza pintado de plateado que observaba desde el agua; o de una alfombra flotante de tejidos artesanales. Así, todos los sitios del Arsenal fueron ocupados por las propuestas más interesantes, una manera cordial de dar lugar a las nuevas tendencias, dado que los pabellones de países no presentaron nada muy renovador. Es sobre ese espíritu de "apertura" donde los países de América Latina deberemos trabajar para que una mirada conocedora como la de Szeeman pueda posarse y "descubrirnos". Animarse a cambiar, animarse a aceptar "al otro", animarse a dejar crecer las ideas, ese ha sido el éxito que queda "flotando" en esta bienal. La mejor participación de país fue, a gusto del jurado, de los propios italianos, a pesar del despliegue tecnológico y la indiscutida creatividad presentada por ejemplo por Ann Hamilton en el pabellón norteamericano, o la inclusión de un chino, Huang Yong Ping como representante de Francia, junto a un artista francés, concibieron una instalación de clara preocupación ecológica; en cambio, España apostó al arte del valenciano Manolo Valdés, un consagrado bien meritorio con una propuesta más formal, pero que legitima el lugar que el arte aún reserva a la pintura y a la escultura; con otra visión, y sobre todo, con otra apropiación del espacio, el trabajo del suizo Thomas Hirschhorn "inventa" un aeropuerto totalmente real e inquietante. Quizás, nuevos artistas, no generacionalmente hablando, irán sonando, habrá que mantener todos los caminos abiertos para evitar los sectarismos que tanto mal han hecho al arte del este siglo. Lo que resulta un buen augurio, sin dudas, es que si los directores de la bienal ahora tienen mandato por cuatro años, sea el propio Szeeman, y su "aire fresco" quien gerencie la próxima. París, junio de 1999 ** Diana Saiegh, periodista. faap@hotmail.com. === En el nombre de "Papá" Hemingway Arnoldo Varona ================== "Agradezco que vengan a verme, vienen personas del mundo entero, pero me molesta que hagan dinero con mis recuerdos". Gregorio Fuentes (La Habana, julio 16, 1995). Gregorio Fuentes, hoy de 102 años, piloteó en Cuba al barco de Ernest Hemingway. En la mañana del domingo 2 de julio de 1961, pocos días antes de su cumpleaños 62, Ernest Hemingway, uno de los más famosos escritores norteamericanos de todos los tiempos, introdujo el cañón de su viejo rifle Schoenauer .256 dentro de su boca y con el dedo gordo del pie apretó el gatillo destrozando su cabeza. Sus miles de lectores y admiradores todavía lo recuerdan por las lecturas de sus clásicos, entre otros, Por quién doblan las campanas, Adiós a las armas y El viejo y el mar, esta última escrita en Cuba, donde vivió por más de 20 años. Durante su vida como novelista Ernest Hemingway fue acreedor a los premios Nobel y Pulitzer. Es cierto que todos los escritores esperan que sus obras y paso por la vida impriman profundas huellas, y ser recordados con merecimiento por la importancia de sus obras. Lo que no se espera, y el caso de Hemingway es uno de los mejores ejemplos, es que el nombre de un gran escritor se comercialice o quiera prostituirse en la forma que ha sido y está siendo utilizado por entidades e individuos alrededor del mundo, por lo general para servir sus propios intereses, en ocasiones escondiendo éstos en aparentes concursos literarios o reverenciando supuestos sitios históricos. Al acercarse el centenario de su nacimiento (julio 21, 1899) en lugares tan distantes como Francia, España, Estados Unidos y Cuba, sitios que en algún momento a lo largo de la vida del escritor formaron parte de su enigmática vitalidad, se aprestan a celebrar su ausente presencia. La leyenda en Florida Todos saben que Hemingway era un fuerte bebedor. Por más de 15 años y patrocinados por grandes compañías de bebidas y comerciantes de bares entre otros se celebraron los llamados "Días de Hemingway", en Key West, donde vivió el novelista en los años 30. Con cada celebración, los eventos supuestamente para homenajear a Papá Hemingway, como muchos le conocían, se fueron convirtiendo en especie de una gran fiesta donde las bebidas, juegos y el bullicio prevalecían sobre las dedicadas actividades literarias. Key West, aquel pacífico rincón donde Hemingway produjera algunos de sus mejores trabajos, totalmente transformado por estas celebraciones y avidez comercial, hace que una empresa creada por los herederos del escritor, la Hemingway Ltd., demande a los organizadores del evento, según palabras de sus descendientes, para "proteger el buen nombre" del escritor, esperando así conservar el carácter literario sobre las fiestas populares, aunque algunos les acusaran de ambición por repartirse las ganancias. Este año del Centenario, al retirarse importantes patrocinadores como la cerveza Budweiser y por la falta de apoyo de muchos comerciantes locales que aducen que el festival se celebrará con o sin el apoyo económico de sus contribuciones, los "Días de Hemingway" en Key West han tenido dificultades en su organización. La visita turística a la Casa Hemingway, propiedad de una empresa privada, junto al conocido Bar Sloppy Joe, una de las principales atracciones turísticas de Key West, produce solamente en ventas de admisión, aparte de sus ventas de souvenirs, un aproximado de 2 a 3 millones de dólares anuales. La entrada es de $6,50 por persona. La leyenda en Cuba Ernest Hemingway vivió en Cuba por más de 20 años, allí escribió Islas en la corriente, Tener o no tener y El viejo y el mar, novela escrita en 1952. Para Hemingway Cuba era su casa. La Vigía, su hogar cerca de La Habana, hoy está convertida en museo; los aproximadamente 10.000 turistas que la visitan anualmente pagando de $15 a $40 dólares por observar a través de las ventanas de la casa dejan al gobierno de Cuba varios millones anuales. Otros sitios que fueron lugares regularmente visitados por Hemingway en La Habana se han convertido en un poderoso imán comercial, como son dos de sus bares preferidos, La Bodeguita del Medio y El Floridita, donde se sirve el conocido "Papá Hemingway Daiquirí", una mezcla de limón, toronja, maraschino y "doble ron" y que cuesta $6,00 dólares el trago. Desde los Estados Unidos y Cuba ya se han organizado los eventos para celebrar el centenario del nacimiento de Hemingway como el próximo a presentarse en Oak Park, Ill., donde naciera el novelista y que el mismo escritor describiera como "un lugar de amplios jardines y mentes estrechas", allí se prepara en el mes de julio "La Fiesta del Escritor" que acompaña una lujosa recepción. Su costo es de $250 por persona. En Cuba también se celebrará el Centenario Hemingway con algunos coloquios internacionales, reuniones y visitas como el llamado "Viaje Turístico Internacional Hemingway del Tabaco", un recorrido por La Habana donde además de una parada en la Fábrica de Tabacos Partagas y otros lugares de diversión, para darle algún nexo al evento con el supuesto homenaje a Hemingway será presentado en una comida del recorrido, al mismo Gregorio Fuentes, el anciano timonel que acompañara al novelista en sus paseos marítimos en Cuba. Fuentes, hoy con 102 años de edad, aún vive a pocas cuadras del sitio, Cojimar, que Hemingway hiciera famoso en su novela El viejo y el mar; diariamente el viejo capitán regala a los turistas y visitantes con cuentos y antiguas anécdotas por una modesta cuota que va hasta 50 dólares y sus autógrafos por 10 dólares. Al parecer, señales de nuestros tiempos. Una de las cosas que Papá Hemingway dejó al morir aparte de sus libros fue "la leyenda" que hoy vale millones para unos pocos afortunados individuos. ** Arnoldo Varona Limia, periodista y productor radial nacido en Cuba y actualmente radicado en Miami. Ha publicado material ensayístico y periodístico en diversos periódicos y revistas de Estados Unidos y América Latina y es miembro de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos. arnoldov@aol.com. === Fernando Daquilema: el Capac Apu de Cacha Michael Vicuña Botto === En 1999 se cumplirán 127 años de la muerte de Fernando Daquilema, un indio ecuatoriano nacido en las entrañas mismas de los Andes. Aniversario de su muerte y rebeldía que se simbolizan como la fuerza infinita de nuestros aborígenes antepasados. Porque en la sublevación de Daquilema encontramos la imagen de un Atahualpa y de un Ati II, que no murieron en la conciencia de sus pueblos, sino que quedaron latientes en sus mentes y en su sangre. Pero, ¿quién fue este héroe indígena? El drama político del Ecuador, desde la conquista española hasta la época garciana, en que tuvo lugar la sangrienta sublevación de Daquilema, está compuesto de actos y escenas que producen ulceraciones incurables en el alma simple de nuestros indios. Es el presidente García Moreno el que crea un nuevo impuesto para el indígena, llamado "La Renta Decimal" que desató una serie de abusos por parte del rematista del impuesto que casi siempre duplicaba la cantidad del tributo si no se hacía el pago en la fecha señalada, aumentando a esto los intereses respectivos. En la segunda presidencia de este genial y controversial hombre, don Gabriel García Moreno, de pasiones contradictorias, en vista de los abusos tuvo que reformar el reglamento de recaudaciones, por medio de un decreto dictado el 30 de diciembre de 1871. La reforma alivió un poco la penosa situación de los indígenas. Fernando, que vio morir a su padre azotado, creció entre la meseta y el valle de Cacha, junto al cerro tótem del Chilpala y la loma de Quera Ayllu. Cuando ya es un hombre ve venir el día de la sublevación, cuando de Yaruquíes parte a Cacha el recaudador de diezmos, don Rudencio Rivera; al llegar al lugar los indios preguntan el motivo de su visita, y Daquilema, como verdadero líder, imparte órdenes a sus congéneres, que le obedecieron, tomaron a Rivera y le amarraron las manos colgándolo de una picota, y surge el grito de Ahora sí, matémosle. Viendo en el hombre la represión del opresor... y se inició el sacrificio. Ese ejército de indios invadió Yaruquíes, que estaba muy cerca de Riobamba, a donde llegaron de inmediato las fuerzas de auxilio que el gobierno garciano mandaba. Daquilema y su gente se retiraron, pero para llamar a las demás comunidades. Las tropas llegaron y aunque Daquilema pudo huir, el orgullo pudo más que el miedo y con sus pies caminó hasta ellos para entregarse. Y se hizo el juicio y llegó la sentencia: Pena de muerte. Murió el rey de Cacha, don Fernando Daquilema, cuando un nuevo sol nacía entre las montañas andinas. Así nace y muere este rebelde, como todos los indios, en el olvido humillante, anónimo, como todas las cosas sencillas. ** Michael Vicuña Botto, docente y escritor ecuatoriano nacido en Babahoyo en 1944. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Guayaquil. Ha desempeñado diversos cargos en la administración educativa de su país. Actualmente es rector encargado del Colegio Nacional "Profesor Eduardo Flores Torres". gvicuna@yahoo.com. === Letras de la Tierra de Letras ========================================= *** "La guagua", Jorge Luis de la Paz. *** "Memorias inconclusas de Encerrado", Bruno Soreno. *** "El suicidio de José Agustín Goytisolo", Ivanóskar Silén-Acevedo. *** "Ciegas crónicas de viaje", Bale Cahíua. *** "El primer beso", Carlos Alberto Nacher. *** Dos poemas de Yamil Rodríguez Montaña. *** Cuentos de Marcos Khedayán. *** Dos relatos de Iván González Vega. *** Un poema de Hernán Tejeda C. *** "Más allá de las nubes", Gustavo Raimondo. === La guagua Jorge Luis de la Paz =================================== El ruido conocido indica su llegada a la hora de costumbre. No la distingue aún, pero sabe que en unos instantes aparecerá con sus lentes de cristales y asientos remendados. Después, doblará en la curva y el tronar del motor ruso espantará los toties de sobre los almácigos a ambos lados de la carretera. Luego, el claxon anunciará el nuevo día, para, finalmente, disminuir la velocidad hasta detenerse frente a él. "Buenos días, Montoso... está fresca la mañana, ¿eh?". Montoso repetirá algo así como "A quien madruga Dios le ayuda" o "Quien con Dios se levanta, con Dios se acuesta". Forma poética de iniciar el duro bregar en la granja del pueblo, que cuarenta años atrás perteneció a su familia. Los mismos años que Santana ha conducido la guagua rural. Pero hoy, hoy será un día distinto. Algo inusual sucede: Santana conduce con las luces apagadas y el claxon ha enmudecido. ¿Habrán cambiado el chofer? ¿Tal vez está descompuesta? Un ritual mantenido por tanto tiempo, aun en épocas de ciclones, guerras o diluvios no puede haber desaparecido por razones simples. En verdad, motivos para estar preocupado sobran. La guagua se detiene tras un violento frenazo. "Debe ser un chofer novato", piensa Montoso. Pero no, es Santana y no otro el conductor. Éste no le saluda. Es más, ni siquiera ha quitado la vista de la carretera y parece no haber notado su presencia. "Coño, ¿qué le pasa a Santana, alguna novedad en la familia o estará cabrón conmigo? Yo no le he hecho nada... que recuerde". Toma asiento en el mismo lugar de siempre y, buscando una respuesta, dirige la vista escudriñando a los restantes pasajeros. Lola, la de la tienda de víveres, lleva cara de asustada. Pero es la mejor candidata para preguntas, pues está sentada en el asiento contiguo... -Oye, ¿tú sabes que le pasa? -murmura Montoso mientras lo mira de reojo. -No sé, está muy raro... a mí ni me saludó... y chico, ¿te has fijado en la cara de loco que trae? Entonces se percató de que todos compartían la misma inquietud. Lucio, con un gesto combinado de la cabeza y las manos, indicaba que no sabía qué pasaba. Tampoco a él lo había saludado, es más, esta mañana no aceptó los panes calentitos que siempre recibía tan goloso. A Obdulia, la maestra, de los ojos le brotaba el pánico a la par que el vehículo ganaba más y más velocidad. La cual se hacía en extremo aparatosa por el estruendo de las láminas metálicas sin tornillar. Hasta Félix, el policía, estaba confundido por el proceder de su chofer. Pero lo espantoso estaba por venir. Los ánimos, ya de por sí caldeados por la velocidad que tentaba las amplias curvas, se tornó en ira cuando Santana dejó de recoger a otros pasajeros y pasó por sobre los que se interpusieron en su camino. Ahora sí estaban preocupados. ¿Aterrados? Fariñas fue el primero en protestar. -Oye, Santana, te llevaste la parada del puesto de viandas.. ¡Chico, para, oye viejo, para... ¿pero tú no oyes?...-. Por respuesta sólo recibió un acelerón que casi lo tira al piso. Fariñas se aferró a los tubos de la puerta trasera y guardó silencio conservando su mirada atónita. Félix decidió actuar. ¡Oiga, compañero chofer, deténgase por favor! Santana se volteó para regalarle una sonrisa burlona. Esa era su guagua y Félix quien le servía para organizar el tráfico. Nada más. Arturito no lo pensó mucho. Los más jóvenes son más raudos para la acción. -¡Chofé', mi socio... oye, para aquí... mira que si llego tarde otra vez me botan del preuniversitario. Por favor, no sigas... oye, si no paras me tirooo, ¡coñooo! Algunos miraron asombrado. No les parecía bien tentar la suerte. Otros, lo aconsejaron: No te tires, Arturito... tú verás que Santana para... recuerda que gracias a él tenemos transporte... además, si no para ahora cuando se le acabe la gasolina tú verás que para... Justo entonces, la guagua se desvió de su ruta y tomó por un campo verde que se perdía en el horizonte. Los neumáticos se enterraban en el fango, pero Santana se las agenciaba para sacarlas y seguir. Los arbustos espinosos amenazaban con detener su guagua, pero qué va: Santana era un chofer de mucha experiencia y mañas con el timón. Después de todo, era el único que aún conducía un autobús así. Parecía que de un momento a otro se volcaría, pero no, seguía en movimiento. Arturito no esperó más. De un manotazo abrió la puerta trasera y se lanzó al vacío. Los pasajeros admiraron primero tanto coraje y envidiaron después su suerte cuando vieron que se incorporaba y decía adiós saltando de alegría. Para él, la pesadilla cesaba. Otros jóvenes -y no tan jóvenes- siguieron entonces su ejemplo. Al menos lanzándose quedaba alguna esperanza de sobrevivir. Sin embargo, no todos tuvieron idéntica suerte, pues muchos rodaron pero no se incorporaron jamás. La guagua aún marcha perdida por sobre praderas desconocidas. Los más valientes, continúan arriesgando sus vidas. Muchos quedan en el empeño. Pero los mueve la esperanza y el ejemplo de los afortunados. Otros, piensan que Santana tendrá sus razones para hacer lo que hace, después de todo es su guagua, ¿no? Los más optimistas, esperan que la gasolina se agote. Algunos quisieran poder conducir si Santana les diera una oportunidad, lo cual es poco probable, puesto que las manos de Santana están bien aferradas al timón, y, para su edad, conserva buenas energías. Otros más, esperan que se canse o se duerma sobre el volante para echarlo a empujones. Los creyentes le piden a Dios que se lo lleve de una vez. Pero todos, todos sin excepción se preguntan: -Coño, ¿cuándo parará esta guagua? Portland, 20 de febrero de 1999. ** Jorge L. de la Paz, cuentista cubano nacido en La Habana el 3 de marzo de 1959. Hizo estudios de Ingeniería Industrial y es licenciado en Historia. Ha recibido premios en varios concursos literarios en Cuba. Actualmente reside en Portland, Oregon (EUA) y se desempeña como consejero vocacional por Portland Community College. jdelasan@aol.com. === Memorias inconclusas de Encerrado Bruno Soreno =================== Sin cesar, el terror se renueva con la vejez que avanza. Incesantemente nos devuelve al origen. El origen que atisbo al borde de la tumba es el cerdo que hay en mí, ese cerdo que ni la muerte ni el oprobio son capaces de asesinar. El terror al borde de la tumba es divino, y me sumerjo en el terror, de quien soy hijo. Georges Bataille, Mi madre. Decir mil noches es decir infinitas noches, las muchas noches, las innumerables noches. Decir "mil y una noches" es agregar una al infinito. Jorge Luis Borges, Siete noches Encerrado. Drug City, Dirt City, Dusk City, Drag City, Dog City, Dust City, Dawn City Dick City, Dark City. El carro detenido, las ruedas girando locas en retroceso sobre el pavimento rasgado en movimiento, la carretera sinuosa, el polvo, las faunas famélicas, los árboles grises y agotados, los postes del alumbrado inútiles, las flechas de dirección mentirosas y los letreros indicadores de distancia fútiles (Drug City, 28; Dirt City, 31; Dusk City, 133, Drag City, 12), el universo entero y gris y entrópico viajando vertiginosamente hacia atrás. Dniwer City. Encerrado, alejándose, reflejándose en el espejo retrovisor, es la mentira. El espejo retrovisor es un reflejo de Encerrado. Drag City, asiento trasero del carro: La Pata le aplicaba un bloullob fenomenal al miembro fláccido del Cuajo, que dormía roncando como una bestia. Abre los ojos, de súbito, El Cuajo, grandes. Mira hacia ambos lados del cuadrante, asombrado, el falo se erige en una erección instantánea, se viene, vuelve a su estado de flaccidez, cierra los ojos El Cuajo, ronca, todo en el mismo segundo. La Pata traga duro, se relame los belfos, se duerme la cabeza de La Pata en el regazo del Cuajo, sobre el falo blando, que practica esporádicamente alguna palpitación ocasional. El Pelú, al volante, escupe el cigarrillo por la ventana abalanzándolo al aire en movimiento de Encerrado. Yo fumo aún, en el asiento del pasajero, y leo, absorto en las páginas de un libro flaco y azul, de derecha a izquierda, partiendo de la contraportada intentando llegar al límite, al origen, a la promesa imaginaria de Encerrado. Buscábamos al Maestro de Ceremonias. El humo de mi cigarrillo quieto, yo bajando vertiginosamente, con ímpetu gravitacional hacia el abismo de la superficie. Las páginas del libro ciegas, quietas, mis ojos viajando raudos en un viaje, en retroceso. Las noches de Encerrado son cosas verticales y las estrellas parecen alejarse infinitamente de uno hacia arriba, pero no es verdad. Es uno quien cae sin fondo hacia el fondo, hacia siempre Encerrado. No fue saliendo de Do City, estoy seguro, que atropellamos al perro a 87 millas por hora o a la mujer. La hitchhiker fue luego. Voló por los aires head over heels igualito que el amor como 75 pies por segundo en un segundo, bien duro. Cuando tocó suelo tembló la tierra. Detuvimos el mundo y fuimos a ver. Todo un asco. Como ya tenía ganas, oriné sobre el cuerpo espantado en cantos. Fue solamente por variar que yo lo hice, yo siempre me meo encima y no me importa, los otros me joden, pero yo no hago caso. El mundo será Tlön, y como El Cuajo se había quedado roncando como un cerdo en el asiento trasero del carro, pues se lo perdió. Nos montamos en el carro. No chillamos goma, y la carretera y el mundo recomenzaron el movimiento vertiginoso en retroceso. No es verdad que no haya salida de Encerrado. Si uno supiera la frontera, el fin del territorio mustio, del suelo duro, del viento recio raspándole las sienes a uno y masticándole el alma a uno y las entrañas, uno podría salir. Si uno quiere. Dark City. Iluminada por incendios lejanos, en llamas los arbustos podados en formas de bestias domésticas. Fuimos a la librería y allí estaba yo o algo muy similar a mí leyendo las Obras Completas de Poe. Me pegué el tiro en la sien, saqueamos la librería y nos largamos. El mundo volvió a correr y El Cuajo, como siempre. Encerrado es un país de hierro, ancho y profundo. Grande es el territorio que abarca . Son grandes sus llanuras y sus lagos. Grandes son su cielo y la tierra debajo de los cielos, y sangra. Al bom le pegamos fuego en Dust City, en la plaza. Ya El Cuajo estaba dormido y se lo perdió. Estaba loco como un chivo, el bom, y gritaba a galillo pelado. Yo estaba leyendo y me estorbaban sus gritos en los oídos, los míos, los del bom, los gritos. Hice un gesto desganado de disgusto, como cuando le revuelven a uno el pelo en demasía o cae la noche. El Pelú :se percató :se levantó del banco en el que analizaba los libros :fue al carro :sacó una soga del baúl :se acercó al bom :lo jamaqueó un poco :lo llevó al árbol grande :lo amarró :lo abofeteó un poco :silbó. El bom, por su parte /se meó /se sacudió /habló malo /alzó la mano derecha a la neonatzi /refunfuñó /se cagó /jeringozó incoherencias /palpitó como un sapo asfixiado /se estremeció /se acordó de la fórmula de Einstein /farfulló imprudencias /tarareó un bolero de Sylvia Rexach /tiró pedos /mencionó al Maestro de Ceremonias Yo levanté los ojos del libro. Hubo viento. Me salí del carro, caminé hasta donde estaban el amarrado y el desamarrado amarrador y le hablé al primero. "¿Qué?", le pregunté. "En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. ¡Loado sea Dios, Señor de los Mundos! ¡La bendición y la salud desciendan sobre el señor de los enviados, nuestro amo y dueño, Mahoma, y sobre sus familiares y compañeros; desciendan incesantes, continuamente, hasta el día del juicio!", me respondió. Lo bañamos de gasolina. Metí mi mano en el bolsillo derecho. En el izquierdo estaban los cigarrillos. He conocido las gentes, las geografías, los climas de Encerrado. He visto litorales, tundras, acantilados vociferantes, centros comerciales, tornados arrasando con casas y con ganado vacuno, luces de neón algunas noches y otras auroras boreales, que son lo mismo. He detectado el golpe seco de los desiertos y el hielo de las antípodas en la piel, la mía, el hielo, el de Encerrado. He detectado el fuego. He provocado el fuego. He sido el fuego. He hablado con gentes. En taparrabos los he visto. Con uniformes bélicos y túnicas religiosas los ha captado mi mirada. Han ido y los he visto en vistosos bikinis, luciendo turbantes y en camellos rubios los he presenciado. En trajes de oficina, de noche, de baño, de novia, de Eva, en mortajas, en yamulkas, en pavas. A algunos he matado, a otros he saludado con cortesía. He interrogado a otros, torturado aún a algunos otros, violado o acariciado tiernamente a algunos o a otros y nunca he amado a ninguno. A la hitchhiker no la atropellamos. La subimos al carro, le preguntamos las preguntas de rigor, la carretera se detuvo al borde del carro y la violamos. La Pata fue la primera, y a la hitchhiker le gustó. El Pelú tiró segundo, y la desesperó. Yo lancé último, y la hitchhiker me odió. El Pelú fue por el hacha y la despedazó. El Cuajo estaba dormido y otra vez se lo perdió. No es nada peculiar el olor constante de Encerrado. Simplemente hay un trasunto de fragancia a final de página, a promesa casi a punto de cumplirse, a corazón anunciando su próximo y último. Como una guerra, que se cierra pero que nunca termina, es Encerrado. Y huelen las balas. Por fin, y cuando ya habíamos decidido largarnos de Encerrado dimos con el Maestro de Ceremonias. Fue en Dawn City. No mintió el bom, allí estaba muy sentadito en la barra Aquí me quedo, leyendo The Book of Thousand Nights and One Night, traducción de Burton. El Cuajo dormía. Por única vez enternecido, incrédulo de tenerlo al fin ante mis ojos después de tantas noches, le pregunté: "¿En cuál de todas las noches es que habitas, Maestro?". "En la milésima primera noche, hijo. Han hecho bien, este cuento tendrá un final feliz", me respondió. Le entregué el tomo con la página marcada, atestado de alegría y de alivio, sintiendo algo parecido a la redención, loco por irme, al fin. Estoy casi seguro de que el al fin sentía lo mismo. Leía sonreído, alegre, ansioso. Una lágrima le bajó del ojo a la mejilla al cuello al corazón justo cuando leyó la última palabra. Era The Thousand-and-Second Tale of Scheherazade, de Poe. El Pelú haló el gatillo, pero lo hirió. Yo disparé después. Salimos de Dusk City al amanecer. No fue difícil escapar a las patrullas y a los albatros que nos perseguían intentando colgarse a nuestros cuellos, dada la rapidez del mundo. Letrero, en movimiento perpetuo hacia nosotros, hacia atrás, hacia el tiempo: Drag City, 12. El Cuajo se despertó con los ojos grandes y peludos, miró a ambos lados del cuadrante y preguntó: "Are we there yet?". Cerró los ojos, roncó. La Pata le bajó el ziper. Agachó su cabeza, la de la Pata, sobre su regazo, el del Cuajo. Buscamos al Maestro de Ceremonias. San Juan, enero, 1999 ** Bruno Soreno, escritor puertorriqueño, cursante del posgrado de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico. Ha sido ganador de diversos concursos literarios, ha publicado textos en revistas literarias de su país y tiene actualmente dos libros inéditos. Es uno de los creadores de "El fémur de tu padre", revista literaria que puede leerse en http://www-leland.stanford.edu/~sanmigue. soreno@prtc.net. === El suicidio de José Agustín Goytisolo Ivanóskar Silén-Acevedo ==== *** I Oscura, como toda fama, la Amante Gris cantó para ti "Los poemas a Julia". Y hoy la mueca de tu rostro estrellado contra el suelo te persigue en los corredores del espejo, do la mueca de tu fama tropieza en las voces de tu mujer y tu hija. Es el horror de ti lo que ellas rechazan, es el sendero oscuro, la violencia del padre, el orgasmo del esposo con la muerte, lo que tu mujer resiste. Es tu pasión por Dios, como la mía, lo que aligeró el sentido de tu Buda, el sueño zen de los suicidas. Es el escándalo de ser poeta contra el cielo... y contra la Medusa establecida. *** II Hoy Pan gira y danza en tu cerebro roto. Hoy los niños trafican tu cráneo de luna esparcida, como rosa en las cunetas, y las estatuas aúllan inmortal tu nombre roto. Ya corre la noche enmohecida en las gazas que no contuvieron tu dicha. Ya frenéticos los dioses del Hades celebran días de fiesta, porque tú (en pedazos de claro de luna, de sonatas, de delirios, de Venus pelirrojas que orgasman por ti toda la muerte, y desgarran por ti los senos lilas de hermosos lirios), seducido por la Amante Gris, buscas aún en naves de neblina, los remolinos azules de las vulvas inquietantes. *** III Ebrio entre las sombras, y rasgado por las grietas, Goytisolo ausente, de su alma cruza el infierno bajo el sonido del llanto. Los que agonizan, los más ebrios, los que son vértigo de la carne (el humo, el azufre, la mirra) ya no sueñan, ni ríen, ni presagian al Ebrio que surge de las ruinas. El infierno es el sueño de la carne. Es el canto de los monjes atrapados, y la risa de las niñas suicidadas. El Ebrio contempla a Goytisolo y los espejos sueñan (el humo, la mirra) contra la risa de las niñas suicidadas. *** IV El poeta con los ojos rotos, con la lengua rota, mira los escombros y canta. Los cuervos lo contemplan como carne de gula, o como las huellas del que muere ansioso, sediento, ebrio de Dios, curioso de sí sueña al poeta que canta angelical en medio de los taxis: "¡Oh, Goytisolo, amor! ¡Oh, soledad de los solos!" ¡Oh, prensa maldita del Hades que pegaste lo fatal en las paredes del cielo! Déjalo bailar entre las sombras, el día de fiesta de su muerte, porque las Quimeras lloran y el Asombro, y la misma muerte llora: "¡Oh, infierno de amor! ¡Oh, soledad la del poeta!" 22 de marzo de 1999 Nueva York ** Ivanóskar Silén-Acevedo, poeta puertorriqueño nacido en 1944. Ha publicado los poemarios Los poemas de Filí-Melé, El miedo del Pantócrata y La poesía como libertá, los ensayos El llanto de las ninfómanas, Nietzsche o la dama de las ratas, La rebelión y Los ciudadanos de la Morgue, las novelas La biografía, La casa de Ulimar y Las muñecas de la calle del Cristo y el libro de cuentos Los narcisos negros. Muestras de sus textos se pueden leer en http://www.dmz-pr.com/ivansilen. ivanelsa@aol.com. === Ciegas crónicas de viaje Bale Cahíua ============================= (a mi infiel lazarillo) *** I. En Bombay, bomba hay El hedor, por interminables momentos, me anulaba. Provenía de todas partes: de las aceras atestadas de cagajones y sudores rancios, de las aguas negras que fluían libremente de debajo los pies peatonales, de los mendigos y los ladrones, del pudridero de estómagos y volátiles zahúrdas. Bombay me recibió con los puños cerrados y una furia de monzón. Escuché gritos desesperados e implorantes. Siva bailaba su danza de muerte sobre los hambrientos y les quebraba los huesos. Los extremistas vociferaban; clamaban por el terror y lo armaban con explosivos y relojería. Al fin, explotó. Casi quedo sordo, mas pude maldecir: "¡En Bombay, bomba hay!". *** II. A Cachemira, no miré ni caché Apestoso a pólvora y con el intelecto medio chamuscado arribo a Cachemira como exiliado. No más llegar y ya alguien pone en mis manos un pistolón. Las palabras de protesta me las meto bajo el sobaco. Pretendo dejar caer el arma al suelo y zafarme del apuro. Pero, ciego es lento. Me empujan contra el otro bando en pugna y sesenta y nueve tiros me destrozan el bastón. Por primera vez me arrecho de veras. Le hago escupir las balas al pistolón. Creo que de los bandos combatientes cada cual puso unos dos o tres muerticos. La culpa no es del ciego sino de quien le dio el pistolón. A Cachemira la dejé sin hache y sin mira. Me disfracé de musulmán y orando crucé la frontera. *** III. En Pakistán, para qué están Ciego no come rana ni musulmán se afeita. Esta gran verdad la descubrí recién tempranito, en mi primera ablución en Islamabad. En una apartada mezquita, me dediqué a lavarme el cuerpo de toda la costra acumulada por la mendicidad ejercida legalmente. Iba a dialogar con Alá y me postré. De pronto, desde la hornacina saltó una rana de sabrosas ancas. Estuve a punto de meterle el diente, pero intuí que se trataba de una trampa de la fe. Me mesé la barba. Me mecí el hambre atrasada y puse mi pelambre facial bajo la advocación de Mahoma. Contrito e irrestricto creyente abandoné aquel país, mientras una pregunta me carcomía los ijares: en Pakistán, las ranas, ¿para qué están? *** IV. Dentro de Damasco, me dio asco Conocí a un sirio devoto y le expuse la trascendencia de mi hambre. Encendí un cirio mientras él rezaba. Yo salmodiaba: "Mi cena, mecenas; mi cena, mecenas..!". Finalizada la infinita oración, el sirio me indicó: "¡Me cenas!" y cenamos. Él, dátiles; yo, platos táctiles. El sirio vivía en Damasco. Se dedicaba a vender antigüedades falsas. Me alojó en su amplia residencia ubicada en un sector tranquilo y poco transitado. Con mi pericia, le ayudaba en su lucrativo negocio. Por las noches me llevaba a través de tortuosas callejuelas y nos internábamos en una especie de taberna clandestina. Allí aspirábamos hachish, sobábamos voluminosas tetas y traseros y bailábamos desnudos la danza del vientre. Hasta que llegó la policía una madrugada y la emprendió a palos contra el ciego. Palos de ciego no eran. A rastras, me condujeron al aeropuerto y me montaron en un avión de carga. Sólo en ese momento, de veras, Damasco me dio asco. *** V. En el interior de Moscú, apareció el pus Botellas vacías de vodka me cercaban. Estaba echado frente a la Catedral de San Basilio y creo que me estaba convirtiendo en un icono viviente, con los huesos rotos y sin saber cómo vine a dar aquí. Los moscovitas pasaban a mi lado y me dejaban caer ruidosos rublos. (Yo olía el odio de viejos comunistas; tal vez me confundieran con el judío errante. Temí ser víctima de un pogrom individual). Como pude, manoteando entre el frío y la religión, rodé hasta el Kremlin y con actitud de pope menoscabado (y un tanto ofuscado) le imploré al padrecito Zar Nicolás II que me salvara de un seguro ajusticiamiento. Me empujaron al río Moscova y cual Rasputín devaluado dejé que la corriente me arrastrara lejos, muy lejos, lejísimo... *** VI. Bajo un puente de Berlín, creí llegado mi fin Había fiesta en Berlín y se derramaba la cerveza y las rubias cabelleras femeninas exhalaban aromas de victorias sexuales y de trigo cosechado. Cuando se enteraron de mi huida espectacular de Moscú, todas ellas me alzaron en brazos y mis dedos aprovecharon para escudriñarles las axilas. Rápidamente me condujeron a la puerta de Brandenburgo. Entre besos y risas orgiásticas decidieron levantar un nuevo muro de Berlín para que yo pudiera deleitar mis oídos con la hermosa música de las mandarrias, los picos y los martillos echando abajo el concreto y mis pantalones roídos. Las más feroces teutonas comenzaron a aullar y pronto quedaron tan ciegas como yo. Ciegos todos le dimos rienda suelta a nuestra ceguera y buscamos luces donde había para encender aun más las pasiones. En un descuido, nos deslizamos bajo un puente y sentí sobre mi rostro la leche tibia de las valkirias y el trueno de Thor abrió las grutas doradas de las diosas. Gemí, mordí, y al final, el acabóse wagneriano. Bajo aquel puente de Berlín, vi muy de cerca mi fin. *** VII. Entre Belgrado y Atenas, comí apenas En el vagón donde viajaba iba un grupo de jóvenes agresivos, ignorantes y vociferantes neonazis. Debí soportar la humillación del escupitajo, el golpetear constante del insulto xenófobo, la amenaza fría del cuchillo y la navaja. Cada vez que podía, sacaba mi cabeza por la ventanilla y vomitaba sobre una tierra que olía a pasado sangriento e intolerante. Nunca como antes había probado uvas tan amargas, aceitunas esmirriadas y un pan añoso de ínfima calidad. Llegué a rogar porque se desviara algún misil y convirtiera a aquel tren en una humeante lata de sardinas, abierta por arriba y repleta de espinazos. Entre Belgrado y Atenas, entre el pasado que no pasa y el presente que tanto tarda, comí apenas, un apenas. *** VIII. Hasta Sevilla, me dolió la costilla Atenas era una fanfarria mayúscula en el barrio de los gitanos. Allí perdí cartera, peluca y la poca vergüenza que aún me acompañaba. Sin embargo, gané la amistad de unos zíngaros acróbatas. Con ellos me embarqué para Sevilla. Pagamos el pasaje con pasamanerías y artes de birlibirloque. Hasta Sevilla me dolió una costilla que, no por falsa, sentía auténtica y edénica. Me quitó el dolor la más zíngara de las gitanas, aquella de garras de esfinge y tetas leonesas. Armamos el tarantín al pie de la Giralda. Las cartas emularon sus propios trucos. El futuro fue pronosticado con método y cristalería veneciana. Las carteras salieron en silenciosa estampida. Los gitanos veían por mí y yo dejé que mis manos pedigüeñas vieran las monedas. Hubo mucho moro y poco oro. Muy tarde nos retiramos a reconstruir nuestra quimera. La Torre del Oro ya estaba allí y el Guadalquivir murmuraba canciones de viejas deudas para deudos recientes. Acreedor de mi propio débito, me perseguí hasta el puerto y me amarré al primer barco que zarpaba. La "Estatua de la Libertad", aquel sesentón navío, tronó por la boca de su capitán. Nueva York sabría pronto de mí. ** Bale Cahíua, escritor venezolano nacido en Cagua. Autodidacta por antonomasia, domina múltiples idiomas occidentales y orientales. Ha dictado conferencias en foros diversos como la Universidad de Carabobo, la Casa Valenciana de Villa de Cura y el Círculo de Bellas Artes de Maracay, entre otros. La mayor parte de su creación literaria se encuentra desperdigada en medios de comunicación locales. === El primer beso Carlos Alberto Nacher ============================= El viaje estaba un poco aburrido. El auto se deslizaba adormecedoramente sobre el asfalto hirviente de la Ruta 14. Habíamos pasado Gualeguay y mi viejo, con la mirada en la ruta y la frente plagada de gotitas de transpiración, seguía buscando alguno de esos bares ruteros donde se consigue la anhelada Coca fría. En la radio del auto sonaban unos chamamés con interferencias, por las ventanas delanteras abiertas entraba un aire caliente y húmedo, pero el bar no aparecía. Y mi viejo, manejando y silbando tangos. A mí la remera a rayas ya se me había adaptado al cuerpo como una segunda piel y la aureola de sudor debajo de los sobacos era imponente. Imposible dormir, aunque podría decir que me desperté de un raro letargo al sentir que el auto viraba y entraba en un camino de pedregullo. Al levantar la cabeza veo el cartel: "Bar Espino". ¡Por fin la Coca Cola! Quince minutos después retomamos la ruta, con la panza llena de una de las mejores Cocas que recuerdo haber tomado, mi viejo silbando de nuevo y el asiento recalentado del sol de la mañana. Faltaba poco para llegar a Barú, nuestro destino. Pero antes teníamos que visitar a un pariente lejano de esos que no sé como el viejo los conocía a todos. Por mi parte, me encontraba bastante incómodo en estas situaciones: entrar simpáticamente a casas extrañas con gente desconocida y simular que me acuerdo de todos y que me alegraba de verlos. Antes de llegar ya contaba las horas para saber cuánto faltaba para irnos y molestaba a cada rato a mi papá para tratar de achicar la estadía. En el fondo me gustaba acompañarlo en sus viajes a Entre Ríos, era lindo bañarse y nadar en los arroyos o andar a caballo. Pero lo que más quería era estar en mi casa de Caseros y reunirme con mis amigos del barrio. Entre Ríos era una gran sábana verde con un rayón gris azulado en el medio, o un alambrado infinito, un chamamé ruidoso y mal sintonizado, el ruido del viento que se embolsaba en el auto, el reflejo hiriente del sol en la ruta adelante, las vacas eternas pastando al costado y la incertidumbre de casas siempre lejanas. Otra vez suena el pedregullo. Desaparece la ruta, atravesamos una tranquera abierta y paramos bajo una fresca arboleda. Mi viejo se baja enseguida, yo lo sigo y caminamos hacia la casa. Unas gallinas sueltas escapan entre cacareos, un par de perros ladran fuerte, papá golpea las manos y alguien se acerca. -¡Ya va! -dice y al ver a los visitantes se le dibuja una sonrisa franca. -¡Don Carlos, tanto tiempo! El hombre abraza a mi viejo y enseguida enfoca su mirada en mi persona (éste es Albertito, dice papá, y yo que ya estoy bastante incómodo, con eso sólo me ofendo, porqué no dirá Alberto). -La última vez que viniste eras así de gurí. Ahora ya sos un hombre grande, ¿cuántos años tenés? -Trece -respondo con un temor totalmente fundado. Luego se ponen a hablar entre ellos, casi como si no yo no existiera, y entre los cacareos, los pájaros y el viento siseante entre las ramas oigo nada más que un palabrerío intraducible y por sobre el murmullo la "Z" intermitente del entrerriano, con ese acento que después de tantos viajes casi se me había pegado. Entramos a la casa. Nos recibe una señora gordísima y rosada con un delantal exageradamente gastado y una risa que parece una tormenta, como todas las risas de esas matronas de campo, abierta y bonachona. Rápido se acercan las cuatro hijas para saludar a los porteños. El hombre nos presenta a las nenas (14, 15, 17 y 20 años) y cuando me toca el turno de darles el beso protocolar me miran con una picardía que por supuesto captaba pero me servía nada más que para sentir una timidez que decididamente me superaba. Ni decir que hubiera querido desaparecer inmediatamente. Trato de protegerme, sutilmente me ubico por detrás de mi padre, miro a las paredes de la casa, de barro y adobe bien firme, pero es inútil: Marita, la menor, me mira y se ríe. ¿Qué hacer en esta situación, entre el olor y el vapor del guiso que marcha y mi viejo dispuesto a quedarse para el almuerzo, qué hacer sino quedar totalmente paralizado e inmóvil? Para mejor mi papá ahora me mira con un dejo de desagrado por mi actitud descortés y poco comunicativa. Y bueno, habrá que aguantar, faltan nada más que cinco horas y media para que se hagan las seis de la tarde, hora en que el viejo me prometió que nos íbamos. -Vamos a comer un pavo, y de paso probamos la escopeta nueva -dice el entrerriano. Entonces trae de la pieza un rifle nuevito, lustrado y con mira telescópica. Salimos de nuevo al patio y otra vez pierdo el hilo de la charla-. ¿Cuál le gusta, don Carlos? Observamos lentamente el entorno, hay un galpón lleno de herramientas, un sulky despintado de azul, al lado un tractorcito y gallinas, perros y árboles por todos lados. Al fondo, detrás de un bebedero se ven unos diez o quince pavos gigantescos, que no parecen percibir el asesinato inminente. El hombre prepara el rifle y apunta. Se produce un ruido seco y de repente la arboleda calla, las gallinas y los pavos corren en desbandada. Allá, donde estaban los pavos, queda sólo un cuerpo tendido. Nos acercamos y vemos que se trata de la víctima, imposible identificarla ya que el balazo le voló la cabeza limpita. Llevan el cadáver a la cocina, la doña lo pela en dos minutos y lo mete en una olla. Mientras se cocina vuelvo a la insalubre actividad de responder a preguntas complicadísimas, como qué estudio, cómo está mi mamá, si me gusta el campo y qué lindos ojos que tengo. Menos mal que enseguida todos se sientan, charlan animosamente y se bajan una botella de aperitivo Marcela. Otro enigma indescifrable para mí era imaginar cómo hacía el viejo para tomar semejante brebaje amargo sin hacer una sola arcada. Marita charla con la madre y ayuda a poner la mesa. Mientras tanto, yo trato de esconderme de su vestido floreado y livianito, que pasa cerca y amenaza tocarme en cualquier momento. ¿Falta mucho para irnos? Llega la hora del almuerzo, me como una pata del pavo con papas, los grandes toman vino y el resto bebemos un jugo de naranja bastante aguado y medio tibio. Pero el pavo está buenísimo. Por suerte mi viejo charla hasta por los codos, con lo que zafo de seguir respondiendo con monosílabos mentirosos y onomatopeyas evasivas. Termina la comida, papá enciende uno de esos asquerosísimos cigarros que compraba por kilo en Once, y se viene el desastre total: Marita me invita a jugar afuera. ¡Socorro! (pero, papá, ¿no te das cuenta por lo que estoy pasando, por qué no me salvás? ¡Vámonos ya!). Cuando suena la voz de pito de Marita invitándome mi viejo me mira serio. -Andá gurisito, que acá te vas a aburrir. En la mirada me doy cuenta de que no es una propuesta, sino una orden estricta y de cumplimiento obligatorio. Así que no queda más remedio que salir al patio. Y bueno, la vida es así, de vez en cuando es necesario jugarse entero. -Vamos al galpón -dice Marita. Así entramos a uno de esos galpones camperos con ese maravilloso e inolvidable olor a maíz mezclado con bosta de caballo y grasa de carro. Comienza por mostrarme los conejos del corralito del fondo y rápidamente ordena: -¡Te juego una carrera! Y sale disparada hacia el campo. Yo sigo atrás, pensando continuamente qué le digo a esta entrerrianita rubia como el trigo que de ninguna manera pierde esa sonrisa picarona. Nos internamos en el maizal, de plantas altas que superan ampliamente nuestra propia altura, distribuidas en una simetría casi perfecta y con piso de chalas secas y crujientes. No sé cómo pero ahora me encuentro perdido en medio del maizal, con Marita al lado y acercándose peligrosamente. Sin dejar de mirarme se aproxima cada vez más y a mí me empiezan a zumbar los oídos, se me nubla la vista, pierdo la noción del tiempo y el horizonte es nada más que su cara que me está por atrapar. Como entre sueños percibo que me agarra de un brazo y siento que su boca blandita se apoya contra la mía sigilosamente: ¡Ayayay, me está besando! Creo que el beso duró unas cuatro horas aunque en realidad habían pasado un par de segundos, pero lo que sí puedo asegurar es que en el campo se hizo un silencio y un vacío espantoso, quería correr despavorido pero estaba clavado al suelo, quería gritar algo pero estaba mudo. Marita se separa un poco, me vuelve a mirar y enseguida arremete de nuevo, pero esta vez con la boca un poco abierta. Yo, que sigo inmovilizado, no puedo hacer nada para detenerla, pero en ese momento siento que el nudo que tenía en el estómago se deshace y deja lugar a una sensación inédita e indescriptible, se me llenan los pulmones de aire y al sentir la humedad de su saliva en mi boca me embarga una felicidad desconocida. Después, noto que saca un poquito su lengua que se va internando tímidamente y recorre mis dientes y llega a tocar la mía. Ahora estoy sobrevolando el maizal, escucho claramente el griterío de los odiados loros que destruyen los marlos incipientes. El cielo y sus dos ojos cerrados son la misma cosa. El pelo rubio que me toca en las mejillas son las plantas de maíz vistas desde arriba. Atrapo los dos brazos tibios de Marita con mis manos y la beso suave pero firmemente. Así que esto era besar. En las dos horas que siguieron caminamos por el campo, me empezaron a salir las primeras frases medianamente coherentes del día, e intentaba besarla cada dos o tres pasos, ¡y lo lograba! Cuando atravieso su cintura con mi brazo me doy cuenta que por primera vez toco un vestido de mujer, y encima con una mujer adentro. Esto era realmente increíble, no veía la hora de volver a Caseros para contarles mi aventura a mis amigos, se iban a morir de envidia, aunque algunos ya tenían novia. Qué rápido se me pasó esa tarde, casi sin darme cuenta siento los gritos del viejo que me llama para retomar el viaje. Marita y yo nos miramos, nos damos el último beso y volvemos a la realidad del patio. Ahora siento una mezcla de euforia triste, probablemente no la vea por mucho tiempo, o nunca más. Qué aventura fabulosa, cuántas oportunidades tiene uno en la vida de sentir en una misma tarde, pánico, felicidad, amor, tristeza, y todo eso en solamente dos o tres horas. Nos despedimos de todos, yo con una postura desconocida en mí saludo cordialmente a la señora y a su esposo, me despido de las chicas con una sonrisa y subimos al auto. Mi viejo me vuelve a mirar, pero ahora con un gesto de extrañeza y tratando de indagar a qué se debió este cambio. Acomoda en el asiento de atrás la intomable botella de Aperitivo Marcela que le regaló el pariente, arranca y saludando con las manos salimos de la arboleda. Otra vez la cinta asfáltica, las alambradas, las vacas que se mantienen en el mismo lugar que las dejamos hace unas horas, la radio local que sigue con interferencias, y el sonido del espectacular silbido de mi viejo que ahora interpreta "Canaro en París". Sin sacar la vista de la ruta me dice: -¿Viste que te dije que nos íbamos a las seis y nos fuimos a las seis? No te podés quejar eh, gurí? Yo, tirado contra el respaldo de la butaca y con un aire canchero de hombre ya realizado, le contesto: -Sí, papá, pero, ¿cuándo volvemos? -Ay, Albertito, quién te entiende. ** Carlos Alberto Nacher, escritor argentino nacido en Buenos Aires en 1961. Reside en Puerto Madryn, Patagonia. Ha publicado cuentos en el periódico El Puerto Madryn y el libro La loca historia de Madryn. Sus textos se pueden leer en http://madryn.com/adelantados/elbardo. nacher@madryn.com. === Dos poemas Yamil Rodríguez Montaña =============================== *** Rareza del silencio La droga del silencio prendida de los labios, La sed del miedo, la angustia, los cuernos de la tarde; y sobre el ojo cuchillo de palabras sudor de corazones y un as debajo de la manga; pudieran ser las semillas torcidas el ácido fruta de la mudez; pudieran ser los huesos los traidores y el talón siempre de arcilla al descubierto estar en un polvo grato y dulce, pero no es así en esta hora vegetal mal sembrada a punto de parir una luna sana y fría, sin un rasguño, pero fría para ser oráculo. Y las venas se contonean sin palabras mientras cada parte rendida por la droga sabe a cántico en harapos tan surreal y dulce como el silencio que nos come a dentelladas de jeringa en cólera y mano abrumada por alcohol. Adicción a la nada del cordero, fanfarrias sordas en el miocardio de las mareas, díscola pasión que un sin rostro nos inyectó para que la corona, el pistilo del reino, pueda dormir en la cabeza. *** El agua de las lamentaciones Un muro de agua bicéfalo hace la celda, parece una gruta de ballena sola, un pozo ciego por la fe del alba que lame con cierto veneno de basilisco enano, comprime el pulmón de la semilla que nos dio el aliento y la voz y la sonrisa sin eclipse; uñas fracturadas contra el liquen que desdibuja el paisaje de la noche, ácido del ojo en los barrotes, escalofríos agónicos fugándose del tiempo mientras la ansiedad miope de la peste no puede más con estos cuerpos que la sal escupió a orillas innombrables, parajes desunidos por el ajo de la ubre que es nuestro verdugo y Dios; privados de la luz del mundo que no es mundo sólo las cenizas murmuran sobre el viento, sobre el fuego alado de la vida y la lluvia sin fronteras a veces entre el odio y el pan enriquecido con palabras y las mariposas de otros paisajes que una vez dijeron envenenaban la razón. Ciudadela de marcas irracionales sobre el muro, arrogancia de cofre seduciendo el anhelo de las alas que nadie ha dado a nadie pero que vuelan ocultas en su propio dolor; así llevamos cuentas de la última sed, del retazo de luz de un solsticio anónimo, quizá de los pies húmedos de la fe y el aliento feliz de las cartas que no llegan. Más no se puede hacer en esta celda donde la sal castiga al ojo, donde el látigo de la soledad fustiga con la misma compasión que un cactus y el caracol bombea oculto sobre pecho como si no purgara sangre derruida como si el útero finisecular estuviera siempre dispuesto a dejarnos entrar y después parirnos a la luz. Cuatro muros de aguas sordas por el desaliento hacen esta celda que es país y madre, mordaza arrepentida pero fiel a estas bocas agrias; túnel secreto donde se confabulan nubarrones y sueños mientras agonizan las uñas desterradas de la piedra y la maraña de venas torcidas por el miedo, aquí adentro donde los hilos de esta mano van podridos a mirar el paisaje que la sombra niega aquí, milagrosamente sobre el muro. ** Yamil Rodríguez Montaña (Puerto Padre, Cuba 1972) es poeta, narrador y ensayista. Crítico de las artes audiovisuales. Miembro de la Asociación de Escritores Jóvenes Españoles y la Asociación Hermanos Saíz. Premios provinciales de poesía Miguel Bruzón y Portus Ptris (1994), y provincial de narrativa La Oveja Negra (1995). En 1991 obtuvo el Premio Nacional de Ensayo Letra y Solfa que otorga la Fundación Alejo Carpentier. Actualmente trabaja como fotógrafo y diseñador publicitario en el Centro de Documentación e Información del Turismo en Camagüey. yamil@ecos.cmw.eht.cu. === Cuentos Marcos Khedayán ========================================== *** De cómo se muere en Buenos Aires "...y cada vez peor, y cada vez más rotos. Y cada vez más tú, y cada vez más yo, sin rastros de nosotros...". Joaquín Sabina. En un suburbio tanguero, una plaza oscura. Sobre la plaza, la noche; sobre la noche, el silencio. Luces de neón se abalanzan sobre los adoquines de una avenida que, impúdica, lame el cordón de la vereda. Pierden la batalla y apenas iluminan los ronroneos de los autos y las motos. A cien metros, fagocitada por la arboleda y la negrura, una calle se complota con los cercos y las parejas adolescentes que de pura miseria, la utilizan de albergue transitorio. Es un barrio de veredas anchas y baldosas color del tiempo, donde se entrecruzan los paraísos y los clubes sociales que adornan con bombitas desteñidas, la soledad de los carnavales y el truco de los viejos. Una calle más, en un barrio más. Y, dentro de ellos, una casa baja que en el frente tiene rejas, y un cuadrado con begonias y rosas enredaderas. En este jardín, un enanito de yeso se aferra a la carretilla y persigue inútilmente a un cisne. En la casa, una mujer tantea sobre la mesa de noche. Roxana Valdemar enciende la luz del velador. El reloj marca las veintitrés y treinta. La respiración agotada del ventilador de techo se mezcla con el aire caliente y las penumbras del cuarto. La cama, semideshecha, se hunde bajo el peso de la insatisfacción; y el algodón de las sábanas amortaja un proyecto en común. Roxana Valdemar, tendida sobre el lecho, cuarentona, todavía hermosa, cierra los ojos y abraza, con fuerza, su odio contra el pecho. Suspira. Piensa en Ernesto, el arquitecto de sus días grises y sus noches en blanco. El incapaz de hacer de la pasión una cometa loca y remontarla, porque sí, a cualquier hora. El manco para desparramarle hormigas en la piel y bordarle alas en el espíritu cuando los años, con su fatal ronda de hastío y desilusiones, se convierten en yunque sobre el que se deshilachan los sentimientos. En definitiva, una caricatura punzante del tipo que al mediodía, por la tele, le hace transpirar el alma. Y, a veces, también el cuerpo. Se oye correr el agua de la ducha. El ventilador gira como una noria quejumbrosa. Las paletas dibujan sombras en el cielo raso y disimulan, con sus dedos "made in Taiwan", la mancha que denuncia una filtración. En la moldura de yeso, un hongo se disfraza de pelusa blanca. La vida, una vida de pelusas, huye y se dispersa. Los sueños ruedan, gimen y se metamorfosean en una realidad envenenada. Roxana Valdemar, encrespada sobre el lecho, todavía hermosa, siente que es demasiado joven para morir así. Ernesto Sánchez tararea. Bajo el chorro de agua, se frota con una esponja vegetal los brazos y la espalda. Sus recuerdos corren hacia el desagüe y se arremolinan junto a una melodía que, desde hace mucho tiempo, sólo se escucha en la nostalgia. El almanaque quedó en los huesos. Sobre él, como un túmulo, se amontonaron los años. Cambió el paisaje y la gente que lo construye. Pero el hombre en la ducha, semicalvo y con el vientre desafiante, se resiste al plan del universo. Durante tres minutos olvida que se esfumó el amigo de la infancia. Tampoco asume que el cuarto adolescente, con sus secretos, cayó bajo la piqueta del adiós. Y durante tres minutos -¿a quién perjudica por eso?- intenta ser feliz con música que nadie canturrea, y una piba linda que lo llamaba "Tito" en un cuarto empapelado de juventud. Se busca y se arma de a pedazos, con costuras que denuncian heridas, y se dibuja una mueca de optimismo sobre el tembladeral. Aunque para construir esta felicidad, endeble como castillo de naipes, la tenga que jugar de otario empecinado. El masaje del agua, esa noche por casualidad abundante, despeja la tensión de la espalda. Ernesto seca su cuerpo. Evalúa la calvicie y se aplica la loción que Roxana dejó en el botiquín mientras le apuñalaba el orgullo con una frase exacta: "para ver si te ocupás, un poco, de vos. Y ya que está, de mí también". La redecilla que junto a los ojos y la boca avanza implacable, le devora los rasgos. Ernesto deja de ser el "Tito" de los fogones, el de la risa fácil y las manos ávidas de muslos que se cerraban con sonrojos, el que montaba el viento en pelo porque era taita en cualquier trance, se impone olvidar, emerge de los treinta años transcurridos, y regresa al dormitorio. Y allí, Roxana ausente. Roxana girando alrededor del ventilador barato, perdida en la mancha del techo, mutilada entre ruinas. -Tenés el baño libre. -Ya me di cuenta. -Te digo por si... -Yo sé cuando voy a ir a bañarme. No jodas, Ernesto, ¿querés? -¡Qué humor de m..! Ernesto mira el dormitorio, alza las manos a la altura del pecho. No comprende... (¿no comprende?) Los insultos lo empujan hacia la cama; hacia la cama inerte, el matrimonio bucólico y las caricias repetidas de memoria y sin mucha convicción. -Andá, andá; y dáte una ducha de agua helada. Es una escena marcada -hasta el hartazgo- por el director del teatro. Roxana juega su rol a conciencia. Arroja las sábanas y enarbola su única defensa: mira burlona, resopla y se envuelve en un deshabillé de seda negra. Todo el rencor del mundo se va tras sus chinelas. Ernesto amasa con dedicación sus deseos de ahorcarla. -Catorce, dieciséis horas arriba de un colectivo arruinan los riñones de cualquiera -piensa-. El tránsito te enloquece, perdés la vista, ganás una úlcera y los reflejos se te hacen humo. Después te gritan ¡bestia! Te quisiera ver a vos, princesa de telenovela y bizcochos de grasa. Yo vivo entre insultos, amenazas, aguantando olor a chivo... ¡Todos son Reutemann!, todos te dan clases, pero el bondi... lo manejo yo. El clima es insoportable -la soledad de a dos, es insoportable-. Se estira; transpira y las sábanas, húmedas, se vuelven una venda pegajosa que lo momifican. Gira y acomoda la almohada a la altura de la nuca. El ventilador emite un sonido que lo fastidia, pero igual se duerme. Casi de inmediato, se ve manejando el Mercedes Benz 1114 que está a punto de condenarlo a una viudez prematura. El coche es un pandemonium. Voces exigentes, destempladas, escalan el estribo, tocan bocina en los oídos de los demás, aletean como mariposas de la muerte ciudadana. Una chica bien vestida le pide que haga bajar al degenerado que la rozó. El degenerado pregunta cómo puede ir hacia atrás sin tocar al resto de los pasajeros, cuyas piernas, brazos y lenguas asoman por las ventanillas, la luneta trasera y las ruedas que giran, y giran, al lado de cada uno de los asientos. Los pasajeros toman partido por uno u otro, pero ninguno por el chofer que, con la "amabilidad" acostumbrada en una ciudad de locos, les dice que se calmen. En la esquina siguiente al sueño, por el estribo que baldea Gardel, mientras "Sandro de América" se ríe de costado en el espejo retrovisor, suben varios políticos de raza. Con la voz del hombre que vende peines para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, el más viejo de aquella raza en expansión, se larga a vociferar las bondades de su partido y su sagrada lucha por el pueblo, la educación, la salud, la seguridad y... El más joven de los recién llegados grita que no le robe el discurso, si no le alcanza con... Las bocas de la desgraciada humanidad que va en el coche -una, dos, cien bocas-, expresan sus simpatías por alguno de los dos políticos. Se abren, con los más disímiles argumentos, entre el griterío general, en la goma del suelo -entonces, los adversarios les meten el zapato entre los dientes-; en el techo -allí, les tiran de los labios y les retuercen las lenguas-; en el pasamanos y la máquina expendedora de boletos -aquí, los atragantan con sus propias miserias y basuras. El colectivo está atestado de caras distorsionadas por la amargura y la excitación. Las axilas huelen mal. El asfalto les hecha una mirada gris. La irracionalidad le pone el pie a las vidas ciudadanas. Truenan las bocinas y una frenada de muerte se confunde con el empujón certero que Roxana Valdemar, inquieta bajo la seda del deshabillé, con dos rosas desmayadas de soledad en el pecho y una flor de lis nunca desfogada coronándole los muslos, le propina a Ernesto Sánchez. Un pobre tipo que, no conforme con vivir en Buenos Aires, ser calvo y empleado a sueldo de hambre, además... ronca. *** Secuencias La señorita Leopoldina se sentía muy feliz y reía, pese a que no mucho tiempo atrás sus padres habían fallecido en un naufragio y la habían dejado sola en este mundo; porque con ningún pariente -ni próximo ni lejano-, o con amigos contaba la señorita, exceptuada una sirvienta vieja. El señor Wilfrido, su fidelísimo novio desde hacía cinco años, acababa de anunciarle que en cuestión de meses se ungirían con los sacramentos del matrimonio. Por lo tanto, como era urgente, su señora madre -futuro consuelo y compañía de la señorita Leopoldina, quien ya no sería huérfana- había tomado los recaudos pertinentes para el evento; que sería íntimo, sin festejos debido al luto de la novia, como bien lo había hecho notar la matrona. Quien también haría que los muebles que él acababa de adquirir se acondicionaran, en debida forma, en la casona que él había elegido y terminaba de pagar. Y para controlar que todo se desarrollara como era debido, la señora acababa de instalarse en el futuro hogar de ellos. Pero la señorita Leopoldina estaba muy feliz y por eso reía; aunque vistiera de negro y su sirvienta sacudiera la cabeza y refunfuñara por los rincones. La señora Leopoldina, encerrada en su habitación, recostada sobre unos cojines, se estaba en silencio. Tenía la cara abotagada, las manos hinchadísimas y una somnolencia permanente la mantenía ajena a todos los asuntos de la casa. Pero su madre política dirigía con mano de hierro hasta el menor de los detalles y, entonces, nada salía de su cauce. Ya habían comprendido -la señora Leopoldina y su vieja sirvienta, porque el señor Wilfrido siempre lo supo- que a ella se dirigían las cuestiones y era quien las dirimía; autorizaba los gastos y los controlaba y permitía, o no, que la criada tomara algún descanso, luego de que cumpliera las tareas que cada noche le dejaba anotadas (Limpie aquí y no derroche lejía. Lustre los bronces. Baldeo general...). También sabía qué debía comerse y cuándo; cuál era el día de las conservas y cuál el de las visitas. Naturalmente, sólo ella las recibía porque Leopoldina no tenía a nadie y siempre quedaba en un rincón, con su presencia de piedra, como las estatuas que su suegra había ordenado que compraran en París, en el viaje de bodas, cuando insistió en acompañarlos por si a la muchacha la asaltaban temores de recién casada. Y allá fue, aunque Leopoldina no tuviera temblores, ni lágrimas, ni pánico alguno al porvenir. El señor Wilfrido, ocupadísimo y siempre encerrado en su despacho, sabía dar a su esposa un beso por la mañana y otro por la noche, y jamás le había faltado el respeto con una mirada inoportuna (madre lo habría prohibido de sólo sospecharlo). Entonces, el señor Wilfrido no sabía cómo crecía el vientre de su mujer, no palpaba el latido cada vez más fuerte de la sangre, no hablaba de nombre ni de rostro ninguno, ni de nada. De todos modos, la señora Leopoldina prefería la poltrona en el dormitorio, entrecerrar los ojos y canturrearle con el corazón a su niño o niña, mejor niño porque las mujeres nacían para sufrir, e imaginar una carita angélica. Ya no entonaba nanas porque la madre de su esposo se lo había recriminado: la sirvienta podría, tal vez, cantar mientras limpiaba o pelaba las papas; pero una señora no cometería jamás esas liviandades, ni dejaría en evidencia sus sentimientos. Por eso, mejor se estaba en silencio contenida por los cojines. La mujer apretó con fuerza el vientre de la parturienta. La señora Leopoldina gritaba, gritaba y lloraba, y su madre política, con fiero gesto de tigra, rugía que no sea inútil, que pariera de una vez por todas y se dejara de lloriqueos. La sirvienta mantenía el agua caliente y prontas las toallas y los toallones, concentrándose en eso, sólo en eso; porque cuando fue a tomar de la mano a la señora Leopoldina, cuando quiso acariciarle la cabeza -como lo hacía cuando era niña, en las noches de tormenta- y decirle alguna palabra de cariño, la dueña de la casa la echó cual un perro, con la amenaza de encerrarla en la cocina si se atrevía a inmiscuirse donde nadie la había llamado. Y aunque la señora Leopoldina sí la buscaba con la voz y con los ojos, nada pudo hacer de allí en más. El señor Wilfrido, del otro lado de la puerta, se secaba la frente con un pañuelo y miraba su reloj de bolsillo: hacía diez horas que Leopoldina intentaba alumbrar a su hijo. Sus gritos, desesperados los últimos, eran como arañazos. Pensó que, quizás, era necesario que viniera el médico; pero enseguida comprendió que era mejor dejar a su madre, con su maña para encarrilar debilidades y acabar con temblequeos. Además, ella le había dicho que parir no era cosa tan difícil si lo hacían también, sin ayuda, gatas, perras y conejas. La mujer apretó con fuerza el vientre de la parturienta y casi enseguida un berrido alegró la habitación, el pasillo, el comedor, y hasta la mismísima vereda. Un río de sangre empapó las piernas de la señora Leopoldina -quien ya no gritaba y miraba el artesonado del techo-, las toallas, el colchón y corrió por el piso hasta los zuecos de la sirvienta. La flamante abuela limpió al niño, un robusto varón, lo vendó y envolvió en mantillas de hilo, y empezó la triunfal caminata hacia su hijo (¿acaso ella no se había bastado?). La comadrona enjuagó sus brazos y se limpió de las manos los restos de sangre y secundó a la señora mayor en las alabanzas hacia Dios y hacia el señor Wilfrido y hacia el pequeño que, claro está, llevaría el nombre de su padre, que también era el de su difunto marido, el general (ella era la generala). Cuando el señor vio su maravillosa obra, olvidó las penurias pasadas y se dedicó a reconocerse en esa miniatura, boquiabierto y superado por la emoción. Y en casi toda la casa se colaron aires de fiesta. En el dormitorio, la luz del día se filtraba irreverente pese a que habían sido corridos los cortinados y cerrados los postigones. Eran finos haces blancos que se morían contra el baldaquín de la cama y el piso oscuro. La sirvienta se había quedado quieta y muda, se había quedado sola. Muy despacio, casi a contragusto, abandonó el montón de toallas al lado de la aljofaina, sobre la cómoda. Se acercó de puntillas a la cama y miró a la niña Leopoldina -siempre sería su niña Leopoldina-. Le tocó el brazo. Le tocó el brazo le alzó la mano la mano c a y ó a un costado la sirvienta cayó de rodillas. Gritando. En silencio, la señora Leopoldina miraba fijo el artesonado del techo. ** Marcos Federico Khedayán, escritor argentino nacido en 1982. Ha publicado la novela Cuando caiga el día (Planeta, 1996) y el libro de cuentos Leyéndole a Miss Campbell (Fundación Emme, 1995). Ha recibido diversos premios y reconocimientos, entre los cuales destaca el primer premio en Narrativa de la Sade y la Municipalidad de Lomas de Zamora (1993), el premio Ex Aequo en poesía de la Sade y la Municipalidad de Lomas de Zamora (1994), el premio Gracias por la Esperanza, de Fedaseh, al joven destacado del país (1995), y el Certamen Internacional de Cuento Breve Cruzando Culturas, del Ayuntamiento de Mérida, España (1999), entre otros. khedayans@ciudad.com.ar. === Dos relatos Iván González Vega =================================== *** Ofelia -Si te mueves, te mato. La ultrarrequetechoteada frase me la había fusilado de la última película de la noche anterior. Nada más original se me ocurrió. Allá, un black panther amenazaba con su Colt a otro negro, medio loco y sin oreja; la consigna parecía frase célebre o cita citable, mas en el momento en que yo la dije no hubo nada actuado: era real: yo amenazaba a alguien con una pistola que en mi vida había agarrado, y la adrenalina me llenaba la boca y la sangre con su ácido sabor. -Te juro que si te mueves... "¡Imposible!", me dije en un instante de esos cinco minutos que hoy registro como días. "¡Imposible apuntarle a ella, a la más grande belleza del territorio moreliano! ¡Yo, el mismísimo Iván, que hace un rato fajaba con la chava de su vida, poniendo en un abismo de final desconocido a la Ofelia que hace un rato se despeinó en mi sala!". Pero, gachamente, la verdad no era más que eso: pura verdad. Y el motivo, gachamente también, era un absurdo desconocido. Simplemente platicábamos, leíamos, nos tomábamos una coca y comíamos capirotada de semanasanta. En los comerciales, y con la luz apagada, ocurrió lo que tenía que ocurrir: la mano sube en la pierna, otra mano quita a la primera y entonces el dueño de la exploradora salta de su cómodo sillón y empieza a recitar un antidepresivo discurso ideal para obra de teatro adolescente. Cómo se me ocurrió la perorata de esa noche quién lo sabe. A lo mejor me inspiré de sopetazo y bla, bla, bla... -¿Sabes que me siento solo? ¿Solo como un grano de sal en la caja del azúcar? ¿Solo como un programa del mal de Alzheimer en una radio de música grupera? ¿Tan solo como una pantaleta en una fiesta de la prepa? No lo sabes, y te aseguro que nunca te habías puesto a pensar en que mi soledad rebasa todo lo que me sucede: es más importante que la escuela y más importante que el trabajo de tu papá. Me importa un comino la comida cuando la comparo con mi soledad y todo lo demás me parece detalles de adición. Un concierto: tengo que pagar dos boletos para que pase mi soledad. Una fiesta: a ver cómo le hago para que no la tilden de gorrona. Y lo peor del caso es que ahorita, incluso, me importa más que tú. Allí está, a un ladito, tomándole al refresco mientras te quitas los zapatos. Y eso, Ofelia, eso no lo puedo soportar. Ya no más y me importa un pito si a ti o a ella les parece: ¡se acabó! -¿Qué... qué tienes, Iván..? -¡Cállate, pendeja! ¡Que te calles, te digo! Lo dije, sereno, tan tranquilamente como pude mientras, del otro cuarto, sacaba la pistola oculta: -Si te mueves, te mato. Entonces como que quise ahogarme del coraje, como que quise meter la cara en el fregador para llenármela de agua helada y frijoles quemados. Pero no. Tuve que ir al cuarto de mi abuela para buscar la cosa esta que se me resbala de las manos por mi frío sudor y que no tiene el seguro puesto. Ella quiso correr: abrir la puerta, bajar las escaleras y preguntarme otro día por su zapato izquierdo y su chamarra de mezclilla. Correrle lejos antes de que ese loco pelón le metiera un madrazo. Pero nel. Se quedó, por güeya, esperando a que se me bajara lo lunático y lo mamón. Y sí que se me bajaba: de la cabeza a las manos, a la boca, los oídos, el pecho, las tripas, la pituitaria y las rodillas. Así, con la camisa desfajada, descalzo y el cinturón a medio abrochar, tomé la pistola y la obligué a refugiarse sin refugio por un lado del sillón. Medio chillaba y medio gritaba, pero nunca atinó a decir ni una palabra. Eso me gustaba de Ofelia: como un buen cuate, escuchaba cuando le tocaba escuchar. No era como el resto de las tipas que conocí en la prepa. Ella se callaba y yo hablaba más de lo necesario. -¿Qué? ¿Te agüitas? Ay-po-bre-ci-ta. ¡Pues pura madre! Ahí te vas a quedar. Si te mueves, te mato, ¿eh? -y asintió nerviosa. De ahí pa'l real no me acuerdo de mucho. Era tal mi desconexión de la existencia. Nomás una serie de imágenes que, como caricaturas, se fueron sucediendo sin que se dieran cuenta de que no tenían vida. Un break antes de decir lo que pasó: A Ofelia no le gustó la aventura estúpida de esa noche en que esperaba otro tipo de estupideces: no me habla más, ni siquiera voltea a verme, y sus cuates me rehuyen como si fuera un raro especimen del laboratorio de biología. Un trueno. Una llamarada leve y un cuerpo adolescente cae y se dobla. Una herida. Sangre caliente en la camisa y litros de maldiciones entre dientes. Una voz que se apaga. Un último par de cortos gemidos, y luego nada. Sí: sí hubo disparo. Sí hubo una salida rápida para tapar la vergüenza que me dio mi discursito cuando aterricé en este planeta cinco breves minutos después de despeinar a Ofelia. La bala dio justo en el sitio donde más coraje le daba a Ofelia. Pero imagino que debe haber sentido gusto cuando vio mi estómago abriéndose ante el plomo, mi sangre manando lentamente, mis manos intentando contener la herida... Pinche Ofelia gacha. *** Busco a Mónica Luna Un letrero blanco resplandecía iluminado por el sol moreliano, con sus coquetas tiras de cinta diurex sosteniéndolo por las esquinas al sucio anuncio de Paquita la del Barrio. BUSCO A MÓNICA LUNA Perfecto. Inmaculado. Llamaba la atención por su lindura y limpieza. BUSCO A MÓNICA LUNA Flacos y gordos, los muchachos llevaban sus cuerpos a la fragilidad del matutino trajín. Si se es cafeinómano, a esas horas pueden alegrarse las hormonas, pues los vasitos térmicos abundan por las calles en las manos de mis trabajadores paisanos. BUSCO A MÓNICA LUNA Las 16 letras -me dio tiempo de contarlas- insistían en llamar la atención del distraído transeúnte. Sonreían, saludaban, mostraban sus oscuros dientes y montaban un espectáculo de pantomima con tal de ser atractivas al peatón corriente. Había un anuncio igual pegado en cada dos esquinas: en La Merced, en la Casa del Estudiante, en el Virrey de Mendoza, en las rejas de Catedral y en la parada de la combi naranja. Sólo que, pese a su hermosura y candidez tipográfica, Mónica Luna jamás las había visto, y las letras en cuestión tenían tan mala suerte como para ser leídas por los inexpertos en la materia. Es más: algunos, por sus prisas tontas, seguían el ritmo de la caminata antes de detenerse a ver las letras chiquitas que, entristecidas, se daban el lujo de permanecer exclusivas para los poco curiosos que sobrevivían en una ciudad de gatos. Intrigante e intrigoso, el anuncio en tamaño carta siguió allí muchos días después de esa mañana de café. Pasaron mil gentes y algunas de ellas regresaron por la misma calle sin prestarle más atención que a cualquiera otra avenida. Los coquetos diurex comenzaron a perder su lozano maquillaje, y la sonrisa de 500 puntos de las letras se esfumó con el humo de los carros que no habían sido afinados para entonces. Poco a poco, como maceta sin dueño, el sol tostó la tranquilidad de los anuncios que algún desesperado había pegado. La hoja tomó el matiz amarillo aquel que da la idea del álbum de fotos de la abuelita. El tiempo hizo lo suyo en un simple mensaje pegado sobre la propaganda de Paquita la del Barrio. La verdad es que, ante eso, las letras eran impotentes como un cadáver cachondo. El tiempo hace lo suyo con todos los peatones de Morelia, con todas las mañanas de Morelia y con todos los papeles de Morelia, por bellos y excelentes que sean. Nada se salva del tiempo que, aplicado en su labor, ve pasar el tiempo viendo cómo el tiempo hace de las suyas con toda Morelia. Aunque parezca imposible, me caí que así era. Un día, una de las hojas ya amarillas y antaño inmaculadas fue derrotada por la estúpida ley de la gravedad. "Pinche Newton -se le ocurrió pensar entonces, mientras saboreaba una caca de perro embarrada en el piso de cantera de la avenida Madero-, y pinche manzanita ojete... ¡guácala!", dijo, y expiró. Un barrendero taciturno le daría sepultura sin decir ni una palabra. El desesperado padre de los desesperados mensajes se desesperaba más esperando -y buscando- a Mónica Luna. Mónica Luna ni se aparecía, y la vida de las hojas se iba extinguiendo como se extingue la vida de Paquita la del Barrio pegada en una barda. Helada, gorda y chillona, Paquita la del Barrio vio morir en cuatro esquinas los mensajes. BUSCO A MÓNICA LUNA Descanse en paz. Ya nada podía hacerse porque ningún caminante pudo calmar la desesperanza de las letras negras. Otra más, en otra esquina, fue tapada con engrudo y un póster de Grupo Bryndis. La tercera vio acabar sus días arrancada por alguien que requería con urgencia de un papel para anotar el teléfono de una tipa buenísima que conoció en la combi. La cuarta, sola, se quedó pegada dos días más. Nunca supe, ni me importó, quién jodidos fue Mónica Luna. El caso es que Mónica Luna se apareció de repente y marcó el teléfono que indicaban las letras chiquitas del anuncio, feliz de que alguien la buscara. Discó, digo, el número; lo anotó en su agenda y lo arrojó, sucio, a la banqueta. Luego habló. Dijo unas frases y colgó. Terriblemente acongojada, buscó en el piso y recogió la única hoja de papel que, cruelmente rota, sobrevivió al paso del tiempo. Fue Mónica Luna la que se enteró de que la hojita era, junto a ella, la única protagonista de este corto cuento que el tiempo perdonó misericorde. Porque, cabe agregar, el tiempo había pasado para todos los demás. ** Iván González Vega, escritor mexicano nacido en Morelia en 1980. Cursa la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (Guadalajara) (http://www.gdl.iteso.mx) y es subeditor de la sección de sucesos del diario Público (http://publi.com). Ha publicado cuentos en medios locales. Sus textos se pueden leer en su página web, ubicada en http://www.angelfire.com/de/IvanGonzalezVega. sucesos@publico.com.mx. === Un poema Hernán Tejeda C. ======================================== El transeúnte pasa por los filos delgados de la lluvia en que disuelve el día sus ánforas de luz; despoblados parajes, errabundos caminos en que flota volátil el polvo inveterado de sus pasos; camina entre la niebla de los días y nunca sabe a dónde va; perdida sombra errante golpea sobre la piedra insulsa para escuchar el eco sin campanas del tiempo que se acuesta en la penumbra de su infinita soledad Transeúnte fugaz, sombra del humo de las fraguas en que arde fatigado, el magma pensativo que se presiente ser. Luciérnaga en la noche intempestiva; efluvio, bruma inconsutil que sube a la montaña para leer el libro, para indagar que en la maraña de sus sueños escucha el paso de enormes multitudes que transitan en oscuro tropel, y que ninguno sabe a dónde va. ¿Preguntarán por ti los desterrados que el viento, el huracán, la furia, ha despoblado en falanges de fósforo sangriento? Yo erigiré tu nombre en el violento relámpago de luz, elevaré el estruendo del sonoro ritmo de las siringas que en el viento, sobre la copa aérea del boscaje, anuncie entre las frondas del paisaje la apoteosis feliz del pensamiento... Yo pulsaré la lira con que el hombre suba por las escalas del asombro a la bóveda azul, en que el sonoro ritmo de las palabras, lance el coro de música triunfal... Esculpiré en el mármol o en la piedra la columna que guarde para siempre su inmarchito laurel, porque la gloria de su esfuerzo tenaz, ha tallado en el árbol de la vida del ser, la eternidad... Yo seré en las ánforas del templo el eco que repita en el silencio sus mensajes de amor; abriré con la llave de mis versos las cancelas selladas por la herrumbre del tiempo que vendrá, y otra vez las clepsidras enterradas golpearán con su arena silenciosa, como el ala de leve mariposa, las umbelas abiertas y gozosas del eterno jardín... y a la sombra del árbol de la vida correrán los regatos abundosos de la egregia progenie, que elegida por la mano del Dios Omnipotente vencerá los embates de la muerte: para siempre, jamás... Elevemos al hombre a la eminente cima donde la luz fulgura, a la región celeste donde en columnas de oro se apoyan los relámpagos... Cuzco, 24 de febrero de 1999 ** Hernán Tejeda C., escritor peruano nacido en Puno en 1933. Premio Regional de Poesía en 1997. Es autor de los poemarios Taracea y Los barcos que amanecen. Reside actualmente en Cuzco. clavel@ayllu.org.pe. === Más allá de las nubes Gustavo Raimondo =========================== A Alberto Díaz (mi proveedor de "grageas" literarias), por su valiosa contribución en este relato. I Si un mes atrás Oliden hubiera previsto, o al menos sospechado las implicancias, hubiese pasado por alto las reveladoras páginas del libro que acaba de quemar. Contra toda sugerencia familiar, dejó trunca la carrera de medicina para dedicarse al estudio de fenómenos paranormales. Estuvo seis años buceando entre los vericuetos de las ciencias ocultas (que no son tan ocultas a partir de Oliden), practicando ejercicios de elevación espiritual, concentración sistemática programada, control mental de las funciones orgánicas vitales, asistiendo a simposios y congresos, escuchando a otros y hablando él para otros, valiéndose de los medios televisivos para que su imagen se multiplique en millones de hogares, convirtiéndose en pocos años en una celebridad internacional. Vagando por el mundo, buceando, explorando, indagando, levantando piedras para ver si debajo está lo que buscó desde el primer día en que decidió abandonar la tradicional carrera de medicina: aquella luz verdadera que le indique la única manera posible de despojar (en vida) el alma del cuerpo, el espíritu de la materia, lo etéreo de lo palpable, y una vez logrado ese salto a la dimensión divina, convertirse en piloto de sí mismo, surcando a su arbitrio el espacio, sin leyes físicas que graviten en el derrotero elegido ni leyes humanas que impidan el verdadero vuelo astral. Su teoría, como es de esperar en estos casos, fue desde un primer momento aceptada y fervorosamente elogiada por sus discípulos, aunque hasta ese momento no hubiera podido demostrarla en términos prácticos; pero para los seguidores de la corriente clásica, como también es de esperar, su teoría carece de todo fundamento científico, por lo que lo han atacado sistemáticamente en cuanto congreso o simposio se organice en cualquier punto del planeta. A estos últimos él los llama: "los trituradores de teorías", o en ocasiones: "inquisidores infames". Y más de una vez los ha desafiado a que le demuestren que el vuelo astral es imposible, que en verdad su teoría es un disparate . "¡A ver, demuéstrenmelo, mentes obtusas y conservadoras!", gritaba a sus detractores apuntándolos con un dedo amenazador, "¡Así les hicieron otros iguales a ustedes a Copérnico y Galileo, y hoy, en nombre de aquellos insensatos del pasado, tenemos que pedirles disculpas frente a sus tumbas!". Estas peleas públicas habían dividido dos corrientes de pensamiento bien marcadas, como si del agua y el aceite se tratara, igual que hace varios siglos atrás cuando aparecieron Copérnico y su sol estático como centro del sistema planetario y Galileo apoyándolo a riesgo de morir en la hoguera, Colón con su loca idea de la redondez de la Tierra, Darwin y su teoría evolutiva, Einstein relativizando lo que todos creían absoluto, Freud y la certeza de que todo trauma presente tiene su inicio en el pasado, etcétera. Oliden no podía distraer horas a su ocupado tiempo para discutir con quienes no querían escuchar, por lo que poco a poco fue cambiando su postura contestataria y se dedicó exclusivamente al desarrollo de su tesis. La hipótesis de trabajo que había ideado consistía en sondear cuanto escrito del pasado o presente anduviera olvidado y perdido en algún anaquel remoto de un no menos remoto país; y la única forma de llevar a cabo esa empresa era aprovechando las invitaciones a congresos para visitar bibliotecas, y librerías de usados allí donde él se encontrara. La revelación la tuvo en sus manos hace un mes en una oscura librería de usados en Lima, Perú. De no haber sido por el sugerente dibujo de un áurea blanquecino desprendiéndose de algo parecido a un mandala multicolor, lo habría pasado por alto. Pero allí estaba: sobre una desordenada pila de mamotretos gastados y polvorientos. Era un libro mediano de tapas doradas; sobre el dibujo, el título en letras negras anunciaba: "Alma viajera". Al pie figuraba el nombre del autor: "Swami Pranavanda". Ya con el libro en sus manos le quitó el polvo con un fuerte soplido e indagó entre sus páginas un poco más. Por lo que pudo apreciar, se trataba de un ensayo de origen hindú escrito tres siglos atrás y traducido al español un siglo más tarde por una editorial barcelonesa. Swami Pranavanda contaba que en las afueras de Katmandú había conocido a un viejo maestro que lo reclutó para enseñarle el arte de la máxima elevación espiritual. A Oliden el corazón le dio un salto, sintió una pelota de béisbol que subía y bajaba dentro de su garganta raspando y asfixiando, y un escalofrío le recorrió la médula con la velocidad de un rayo. "¡Mierda!", pensó, "esto es como ganar la lotería con todos los premios". -Lo llevo -le dijo al vendedor sin preguntarle el precio. Salió presuroso del lugar y se encaminó al hotel donde se alojaba, a unas pocas cuadras, cruzando la plaza de la república. Al llegar a su habitación se recostó en la cama y comenzó a leer. Estaba excitado y le costaba conseguir una lectura normal. Leía tan rápido que su mente no podía procesar semejante catarata de palabras. Respiró hondo y trató de contener el aire en los pulmones un buen rato hasta serenarse. Luego continuó leyendo con gran interés hasta pasada la media noche. "...Al quinto día de ayuno, cuando al fin logramos despojarnos de todo pensamiento impuro y nuestros cuerpos alcanzaron su funcionamiento armónico, mi maestro comprendió que había llegado el momento de ejecutar los ejercicios de elevación". En este punto del relato, Oliden hizo un alto. Miró su reloj y calculó que había estado leyendo por espacio de siete horas sin interrupción. Iba por la página 120 de un total de 300 y no lo había notado; ni siquiera estaba cansado. Repasó mentalmente lo que había leído hasta el momento y supo que estaba a punto de entrar en el último tramo del camino de esa búsqueda obsesiva que lo separó de sus afectos y lo convirtió casi en un asceta. Por un momento tuvo miedo de seguir; aunque sabía que allí estaba lo que buscaba, no podía prever de qué modo iba a reaccionar. Pensó en Galileo peleándose contra la Iglesia y en Copérnico en el instante previo a la confirmación de su teoría, frente a sus elementos de medición, a punto de asentar el último dato en su hoja de anotaciones que eliminaría para siempre la idea equivocada de que el sol giraba alrededor de la Tierra, que para colmo de males, no sólo se trasladaba sino que también giraba sobre su eje. "¡Si muove! ¡La Terra, si muove!", gritaba Galileo a un inmóvil tribunal inquisidor. Cuántos años de estudio y de lucha tratando de imponer esa teoría. Y cuántos años más tendrían que pasar para que aceptaran su descubrimiento. Respiró profundamente y cerró el libro. Al rato se durmió. Al día siguiente desayunó un té. Había comenzado un ayuno igual que el de los monjes. Esa jornada continuó leyendo. "...Llegado al estado alfa, en donde es posible ver la luz, desatamos la última ligadura: aquella que nos mantiene cautivos, prisioneros de nosotros mismos en nuestro cuerpo material...". La noche lo había sorprendido. Leía con tal avidez que no sentía el paso de las horas. Cenó un té y continuó con el ayuno. Así estuvo durante los días restantes, hasta llegar a la noche del cuarto día, en que cerró el libro con el señalador en la página 285 y comenzó a hacer las valijas. Ya no se justificaba su presencia en el Perú. Quería volver urgente a la soledad de su departamento en Buenos Aires, terminar la lectura del libro y repetir con exactitud cada uno de los pasos de iniciación seguidos por aquellos maestros del hinduismo. Cuando cerró la última valija, dejó abierto el bolso de mano; allí guardaría los elementos de aseo que utilizaría por la mañana al levantarse. Levantó el libro de la mesa de luz y lo depositó con cuidado en el fondo del bolso. Quería tenerlo cerca cuando se trasladara. Era demasiado valioso como para guardarlo en una de las valijas con el riesgo de que el equipaje tomara un rumbo distinto al suyo. Eso le había ocurrido un año atrás en Zurich: él llegó, pero su equipaje se perdió en tránsito vaya a saber uno hacia dónde. Nadie pudo darle una solución. Tuvo que contentarse con aceptar las disculpas de la aerolínea y un cheque por un monto irrisorio como compensación "por la lamentable pérdida y esperamos que siga volando con nuestra compañía". Llamó a conserjería y pidió que lo despertaran a las seis de la mañana siguiente, que tuvieran lista su cuenta de gastos y que le ordenaran un taxi para que lo pasara a buscar por el hall del hotel a las siete. También solicitó línea directa para comunicarse con la agencia de venta de pasajes aéreos y reservó un lugar en el vuelo 741 de Aeroperú que partía a las ocho y quince sin escalas hacia Buenos Aires. "Es increíble lo que se puede lograr a través de una línea telefónica", pensó satisfecho. Volvió a recostarse sobre la cama y al rato, sin mucho esfuerzo, se durmió. Al día siguiente, luego de darse una ducha tibia y afeitarse, bajó a la confitería del hotel y desayunó (sin variar) un té. Sus valijas serían bajadas en cualquier momento a la conserjería. El bolso de mano estaba con él, debido a su prolongado ayuno lo notó más pesado que el día anterior. Revisó por última vez que todos sus documentos estuvieran en orden y se marchó. Mientras firmaba el cupón de la tarjeta de crédito, el conserje lo miraba como para decirle algo. Esto lo notó Oliden y lo miró arqueando las cejas, un gesto típico para obligar al otro a hablar. -¿El señor ha disfrutado su estadía? -Plenamente -contestó Oliden comprendiendo la causa de la pregunta, porque se suponía que estaría alojado hasta fin de mes, y faltaban seis días para eso. -He disfrutado mucho en su país y su hotel tiene un servicio estupendo, además de ser ustedes unas personas sumamente agradables -aclaró-. El motivo de mi ida repentina se debe a asuntos urgentes que debo resolver en Buenos Aires. El conserje quedó satisfecho con el elogio y llamó al botones para que llevara su equipaje a la explanada en espera del taxi que no tardaría en llegar "y esperamos que nos visite pronto". Afuera, el sol limeño iluminaba la mañana con su hirviente manto. Oliden se preguntó si el taxi contaría con equipo de aire acondicionado. Se sentía débil y le dolía un poco la cabeza. -¡Uf, qué calor! -dijo el chofer mirándolo por el espejo. El auto avanzaba por la vía costera a gran velocidad. A pesar de tener las cuatro ventanillas abiertas y recibir la brisa del mar, la temperatura que reinaba dentro de la cabina era intolerable. -Sí, más que en Buenos Aires, se lo aseguro, mucho más -respondió Oliden secándose la frente sudada con un pañuelo descartable. Roto el hielo, el chofer siguió hablando del tiempo, el tránsito, la carestía de la vida en Perú, quejándose, lamentándose, gesticulando ampulosamente con las manos, y sólo recibía por respuesta un leve sonido que escapaba de los labios de Oliden parecido a un doble mugido corto, que podría tomarse como un gesto aprobatorio. Oliden lamentó hacer aquel comentario. Tenía su mente y todos los sentidos puestos a trabajar en el análisis de lo que había leído y el desarrollo de los pasos a seguir ni bien pisara suelo argentino. El parloteo del chofer le sonaba distante, ininteligible, y cuando se producía un silencio prolongado significaba que esperaba una respuesta, a lo que Oliden contestaba mecánicamente y con los labios cerrados: "Mm... mm", acompañado de un leve movimiento de cabeza de arriba hacia abajo. El chofer, satisfecho, arremetía con una nueva frase, y así consecutivamente. Al llegar al aeropuerto Oliden suspiró. La pesadilla había terminado. Entró al hall central y el aire frío de los acondicionadores de aire lo reanimó. Fue hasta el mostrador de Líneas Aéreas Peruanas y presentó su documentación. El reloj de pared, a espaldas de la empleada que lo atendía, indicaba las siete y treinta; tiempo suficiente como para hablar a Buenos Aires y reservar un remis para que lo esperara en el aeropuerto. Cuarenta y cinco minutos después, con una puntualidad poco común en el aeropuerto peruano, Oliden se elevaba por sobre la cordillera rumbo a Ezeiza. No era un vuelo más; el hecho de estar a un paso de lograr su vuelo astral lo inquietó. Cuando el avión se estabilizó y se apagaron las luces de "abrocharse los cinturones", miró por la ventanilla y sólo vio nubes que parecían formar un gran campo de algodón bajo sus pies. Por los parlantes se escuchó la voz del comandante dando la bienvenida y anunciando que volaban a treinta mil pies (algo más que diez mil metros) y que la temperatura fuera de la cabina era de cincuenta grados bajo cero. Al escuchar eso, Oliden se preguntó si él podría llegar tan alto como el avión, si sentiría frío o vértigo, y a qué velocidad lo haría. "Debo controlar la velocidad, eso es fundamental para poder reingresar a mi cuerpo sin provocar alteraciones funcionales. ¿Podré hacerlo?", pensó. Eran muchas preguntas y ninguna respuesta. Reclinó su asiento, cerró los ojos, controló el ritmo de su respiración hasta llegar a un estado de total relajación y se durmió. Cuando llegó a Ezeiza se movió con la celeridad que le otorgaba la experiencia de viajar seguido. En pocos minutos estaba viajando en remis hacia la capital. Le tocó en suerte un chofer callado, justo lo que necesitaba para ordenar sus ideas y desacelerarse. Al entrar en su departamento se encontró con la fría y penumbrosa soledad de cripta en que se convierte su hogar cuando él se ausenta por largos períodos. El olor a humedad y los finos rayos de luz que se filtraban por las hendiduras de la persiana baja hicieron que recordara los sótanos de la antigua biblioteca nacional donde él, alguna vez, tuvo que bajar en busca de un libro remoto. Bajo sus pies, alfombrando el piso de maderas gastadas, se amontonaba la correspondencia que a diario don Vicente (el encargado del edificio) pasaba por debajo de la puerta. Con la punta del pie derecho fue separando y clasificándolas según el grado de importancia: expensas y servicios, a un costado; invitaciones a congresos y charlas, a otro costado; folletines y publicaciones sobre parapsicología, allí, junto al paragüero... Cerró la puerta y fue directo a su habitación. Ya habría tiempo de darle un vistazo a la correspondencia y ponerse al día con el pago de los servicios; pero en ese día en particular sólo tenía un objetivo en mente, y le urgía ponerlo en práctica. Extrajo el libro de su bolso de mano y fue hasta el comedor. "Este es el lugar ideal", pensó mientras colocaba una silla en el medio de la sala. -Necesito espacio -dijo, y comenzó a correr los demás muebles y objetos contra las paredes. Sin subir la persiana, y con la pobre luz artificial de un velador de pie, se sentó y comenzó a leer lo que Swami Pranavanda había escrito algunos siglos atrás. "...Como lo enseñó mi maestro, la respiración debe asemejarse al suave vaivén ondulante de un océano en calma. Debemos idealizar una barca carente de remos y velamen, como un cascarón de juncos que nos contiene. Y con los cuerpos en reposo, comenzamos nuestro ingreso al estado alfa, que sólo es posible con la debida concentración aprendida a lo largo de necesarios ejercicios espirituales. Cuando la ondulación nos eleva, debemos aspirar profundamente el aire de la purificación en forma sostenida, hasta el instante en que coinciden los extremos de máxima amplitud de las dos acciones que se detallan: a) La de nuestros pulmones en total expansión. b) La de la ola alcanzando su elevación límite. En el preciso instante en que sentimos que nuestra barca comienza a descender, debemos exhalar el aire impuro hasta el momento exacto en que llegamos a la base. Logrado ese ciclo inicial, debemos repetirlo incontables veces hasta que sólo veamos el agua azul confundiéndose con el cielo, y nos hayamos convertido en una suave brisa marina que se eleva y gana altura a medida que transcurre cada ciclo hasta alcanzar las nubes. Si logramos penetrar y situarnos en ese manto blanco en que se han convertido las aguas evaporadas, descubriremos con sumo placer que ya no es necesario servirnos de las ondas marinas, y que nuestros cuerpos materiales también han sufrido una transformación: son cascarones vacíos que yacen como peso muerto en la superficie terrena, mientras nuestras almas son energía en libre movimiento. Podemos ver, pero no tocar; podemos pensar, pero no así hablar; viajamos impulsados por un inagotable torbellino llamado curiosidad. Henos aquí, en medio de la nada y dentro de un todo, siguiendo la luz guía que nos indica el camino de la máxima consagración. ¡Celebremos! Hemos logrado el vuelo astral". Aunque faltaban algunas páginas para terminar, cerró el libro con decisión; ya había leído todo lo que le interesaba. "Veamos qué hay de cierto en todo esto", pensó. Levantó la vista y vio su imagen reflejada en la pared que tenía enfrente (un gran espejo dividido en dos placas de dos cincuenta por tres metros cada una, la cubría en su totalidad, dando la sensación de profundidad como si se tratara de un gran salón comedor). "Muy bien, Oliden", se dijo sin quitar la vista de su imagen reflejada. "Si todo va bien vas a volar". Cerró sus ojos, se relajó y comenzó a eliminar todo pensamiento de su mente; luego contuvo la respiración unos segundos y exhaló con fuerza (operación que repitió varias veces). Lentamente fue notando la desaceleración de su ritmo cardíaco y el adormecimiento de piernas y brazos. Tenía tanta práctica en esa técnica que pronto llegó al estado de semiinconsciencia llamado alfa. De allí en más comenzó a idealizar el mar con sus suaves ondas y la frágil barca de juncos. Al principio todo se le aparecía fuera de foco, como si un gran velo se interpusiera entre la imagen y su vista; pero, poco a poco, esa ilusión se fue borrando para hacerse nítida y sorprendentemente real, al punto de tener la sensación de estar oliendo el aroma de las sales marinas saturando el aire. Como si estuviese montado sobre algodones, subía y bajaba al compás de las olas. Y en cada remontada notaba que subía más alto. Cada descenso le producía un vacío en el estómago similar al que se vive en una gigantesca montaña rusa, pero ese malestar duró poco y se fue desvaneciendo acompañado de una gran calma interior. Era tan intensa que le potenciaba el estado de gozo a un nivel que jamás había alcanzado. Tenía la sensación (y ya todo era sentimiento) de que sus poros se abrían y por ellos desbordaba a borbotones su alegría; lo hacía en forma de mariposas multicolores que rápidamente se desvanecían dejando una efímera estela de luz ámbar. Al llegar al techo de nubes comprendió que el ciclo se había completado. Ya no bajaba. Estaba suspendido entre la bruma blanca y vaporosa gozando de una total ingravidez. "¿Y ahora qué?", se preguntó mentalmente. II Esperó un largo rato inmóvil y nada sucedió. Comprendió que en adelante estaría sometido al arbitrio de sus decisiones. Pensó en avanzar unos metros, y eso bastó para que saliera disparado a gran velocidad hacia delante. Pensó en detenerse, y se detuvo en seco, desafiando todas las leyes de la física conocidas hasta el momento. No tenía noción del tiempo transcurrido; aún así, intentó situarse por debajo del techo de nubes para tratar de divisar algo que le permitiera confirmar que no estaba soñando. Pensó en bajar, y lo hizo rápido, a una velocidad inusitada y en línea recta. La caída le hizo recordar a las pruebas de vacío que realizaban en el laboratorio de física del colegio secundario, cuando dejaban caer una pluma y una moneda dentro de un tubo carente de aire para comprobar cómo, los dos objetos, de desplomaban a la misma velocidad sin importar su peso y constitución. Pronto divisó la ciudad a sus pies, cada vez más nítida. Pensó en detenerse para no estrellarse, y se detuvo al instante. No estaba soñando, estaba seguro de eso. Ahora era piloto de sí mismo; un Ícaro moderno pero con más suerte, porque no necesitaba emplumarse para volar con la libertad que gozan las aves. Y allí estaba, suspendido cabeza abajo a cien metros del suelo, un poco desorientado pero feliz, inmensamente feliz. Buscó puntos de referencia y los fue hallando con cierta dificultad debido a la falta de práctica. A juzgar por su posición estaba a la altura de la avenida Belgrano, en su cruce con 9 de Julio. Él vivía en Santa Fe y Coronel Díaz; aunque lo lógico era trazar una diagonal imaginaria hasta el punto deseado, prefirió viajar sobre 9 de Julio hasta Santa Fe, y de ahí, sobrevolar Santa Fe en sentido contrario al tránsito hasta Coronel Díaz. Bastó ese solo pensamiento para encontrarse, en un parpadeo, justo sobre la terraza de su edificio. Había olvidado pensar la palabra: lentamente. Se reprochó ese olvido; en adelante tendría que usarla sin excepción si no quería tener sorpresas desagradables. Pensó en bajar lentamente unos cincuenta metros. Lentamente fue descendiendo hasta la altura deseada. "Eso está mejor", pensó. Casi al instante, agregó: "Lentamente voy a bajar hasta entrar en mi cuerpo material". Y lentamente fue bajando y atravesando las lozas de hormigón que separaban los diferentes niveles de los pisos superiores. Traspasó varios comedores, algunos estaban vacíos. Cuando pasó por el departamento del noveno piso vio a una mujer que hacía poco se había mudado (recordó su encuentro en el interior del ascensor un día antes de partir al Perú; hubiera querido invitarla esa misma noche a su departamento, pero cuando se decidió, ella ya había bajado y desaparecido por el corredor). Tendría unos treinta años; vivía sola y era hermosa. Acababa de salir del baño con el pelo envuelto en una toalla floreada; su cuerpo estaba desnudo y caminaba como una modelo. Oliden, imbuido en una mezcla de sorpresa, confusión y excitación, pensó: "Quiero quedarme a admirarla". Y se detuvo al instante, en el medio del comedor, con su cabeza a escasos centímetros del suelo alfombrado y sus pies apuntando al techo. Le costó adaptarse a la visión invertida. Era como si ella fuera la que estuviera cabeza abajo y caminara por el cielo raso. De pronto, en una maniobra brusca e inesperada, cambió de dirección y fue directo hacia él, cómo si lo hubiera descubierto. El susto fue tan grande que olvidó todo lo que había aprendido en lo referente a la forma de lograr un vuelo seguro. Con el cuerpo de ella casi a punto de atravesarlo, pensó: "Tengo que huir rápido de aquí". Como si estuviera impulsado por potentes turbinas, salió disparado hacia abajo atravesando lozas, muebles, caños, mampostería, sótano, cimientos, suelo, tierra, rocas, hasta que, en medio de una total oscuridad, pensó: "¡Alto! ¡Quiero parar!"; y se detuvo al instante en el interior de la corteza terrestre, a miles de metros de la superficie. El esfuerzo mental lo había agotado; temía perder la concentración y no poder regresar más a su cuerpo. Con la última energía que le quedaba, pensó: "Lentamente, debo regresar a mi cuerpo". Estaba oscuro y no sentía nada, pero sabía que estaba ascendiendo a escasa velocidad. Cuando atravesó el sótano iluminado se tranquilizó. Al llegar a su departamento, estaba al límite del desmayo; todo le daba vueltas y la cabeza le dolía enormemente. Al dirigirse a su cuerpo inerte (sentado en la silla y con la mirada perdida), dudó. La visión se le nublaba y no podía distinguir si lo que tenía enfrente era él o la imagen que le devolvía la pared espejada. No había modo de saberlo y el tiempo se agotaba; se dejó ir y apareció en el departamento lindero; se había equivocado. Pensó en detenerse y, lentamente, volver sobre la marcha y entrar en el otro cuerpo, en el verdadero. Exhausto, al iniciar el ingreso se desvaneció. III Un teléfono sonaba en algún lado. Lo oía distante, apagado, pero de a poco se fue haciendo más nítido hasta que comprendió que era el suyo. Abrió los ojos y sintió que su cuerpo le pesaba. La imagen que le devolvía el espejo era la de alguien que había estado días sin afeitarse; a la distancia podía ver las grandes ojeras que deformaban su pálido rostro. Le dolía cada centímetro de su cuerpo como si hubiera sido arrollado por un camión. ¿Cuánto tiempo estuvo inconsciente sobre la silla? A juzgar por su estado diría que mucho. Y el timbre del teléfono insistiendo, perforando su cerebro a punto de estallar. -Diga. -¿Oliden? ¿Hablo con la casa de Oliden? -insistieron del otro lado. Las palabras le sonaban distantes. Si tuviera que ubicar su origen, diría que provenían de las entrañas mismas de la Tierra o de alguna caverna remota. Era una sensación extraña que le hizo dudar si se trataba de una comunicación real o estaba soñando. -Sí, soy Oliden, eso creo... ¿Quién habla? -¡Hola!... ¡Hola! ¿Me escucha? ¡Hola! -Sí, hombre, no grite. Lo escucho perfectamente. Antes de terminar la frase, el otro había cortado. "O el tipo es sordo o anda mal la línea", pensó. Antes de colgar, con el auricular aún apoyado en su oreja, Oliden vio su imagen reflejada en el espejo y quedó azorado. Como un flash le vinieron a la mente los personajes surrealistas de los cuadros de Dalí. Tenía el brazo derecho totalmente extendido, como si quisiera tocar el techo. Su mano sostenía el tubo del auricular apoyado en la oreja de una cabeza inexistente sobre un torso invisible. La debilidad que había adquirido por el ayuno excesivo le restaba claridad mental para comprender lo que sucedía. Lentamente, como queriendo alejarse de las cosas, retiró el auricular de su cara y lo miró. Estaba a la misma altura de sus ojos, pero al desviar la vista hacia el espejo, en la penumbra de la sala, la imagen reflejada era muy diferente: seguía con el brazo extendido hacia arriba sosteniendo el auricular. Aterrado, soltó el tubo sin importarle que se estrellara contra el piso y se levantó como un resorte con la intención de encender todas las luces de la casa. Algo inaudito sucedió: al levantarse se encontró en el piso de arriba, a la altura de los zócalos, como si lo hubieran decapitado y apoyado su cabeza en la alfombra en castigo por haber espiado a la muchacha desnuda. El terror se convirtió en pánico; sus piernas no pudieron sostenerlo más y cayó pesadamente sobre la silla. Al hacerlo, se encontró nuevamente en el interior de su departamento. "Dios, ¿qué pasa? Algo no está bien...", pensó. Se quedó un rato sentado con la vista clavada en el espejo, esperando alguna señal, o un indicio -por pequeño que fuera- que le sirviera para encontrar alguna respuesta. En ese lapso, sufrió dos desmayos. En el segundo se cayó al piso y quedó tendido boca abajo. Luego de dos horas despertó. Estaba empapado en sudor. Fue recuperando la conciencia de a poco y se levantó despacio, en dos etapas: la primera arrodillándose y esperando un poco para reanimarse; la segunda poniéndose de pie corriendo el riesgo de marearse y desplomarse de nuevo. Toda la operación le pareció una eternidad. Y fue en el momento en que su cuerpo quedó totalmente erguido cuando volvió a experimentar el traspaso del cielo raso hasta el punto de aparecer del otro lado de la loza, a la altura de los zócalos, teniendo por base la alfombra del piso de arriba. Abatido, se arrodilló. Y al hacerlo volvió al interior de su departamento. En ese instante comprendió lo ocurrido: su ingreso no fue completo. Una mitad de su alma había quedado afuera, y para comprobarlo comenzó a hacer chasquear los dedos de su mano derecha, levantándola hasta que el sonido quedara a la par de su oído. Cuando lo logró, se miró en el espejo y vio la mano en alto muy por encima de su cabeza. Él medía un metro ochenta. Hizo un rápido cálculo mental y llegó a la conclusión de que su cabeza inmaterial estaría a unos noventa centímetros de la material, lo que lo llevaba a creer que sumadas las dos medidas, daban una longitud total de dos metros setenta. Lo que le había ocurrido no lo había previsto, ni siquiera tenía claro las consecuencias que podría sufrir su cuerpo y su espíritu mientras se mantuvieran en esa semiintegración. Pensó que para enmendar el error no había otro camino que el de repetir el vuelo astral e intentar el reingreso a su cuerpo material con la mayor precisión posible. La debilidad lo consumía; se sentó en el suelo y levantó el libro que descansaba a un costado. Lo abrió donde estaba el señalador y siguió leyendo. "...No hay ser viviente sobre la Tierra que pueda soportar tal desgaste de energía sin consecuencias físicas devastadoras. La experiencia no puede volver a repetirse hasta que el cuerpo se restablezca por completo, y eso depende de la alimentación que pueda proveerse. Durante el período de recuperación se deberá comprobar que el alma espiritual se ha amalgamado correctamente con el cuerpo material. Basta para ello el examen visual de cualquier maestro hinduista. Él podrá ver el aura en toda su magnitud y nos dirá si es necesario hacer algunas correcciones". "No necesito un maestro zen o budista o hinduista para saberlo; lo que quiero es corregirlo", pensó. "...El período de regeneración energética recomendado es de dos meses, en cuyo transcurso se deberán efectuar ejercicios de purificación y concentración acompañados de largas jornadas de reposo. Se debe desestimar todo contacto con el mundo exterior, y sólo hay que escuchar y cumplir los preceptos que nos imparta nuestro maestro guía". Quiso seguir leyendo pero el cansancio pudo más. Se recostó en la alfombra y se durmió. IV Al despertar, una oscuridad total lo recibió. Le dolía tremendamente el cuerpo. Sentía las articulaciones rígidas, como si se las hubieran soldado mientras dormía. ¿Y cuánto había dormido? No supo precisarlo, tampoco le importó demasiado. Era de noche, de eso estaba seguro. Con miedo a levantarse y aparecer en el departamento de la mujer de arriba, gateó hasta el interruptor de luz. Al presionar la tecla quedó enceguecido. Ni las retinas se habían salvado del dolor generalizado. Miró hacia la pared espejada y, por primera vez, pudo verse con total nitidez. Le costó aceptar la fatal verdad de que aquella imagen era la suya. Estaba pálido, sus ojos se habían reducido a la mitad y parecían mirar desde la profundidad de las cuencas oculares; por debajo, como un grotesco marco violáceo, sobresalían dos grandes ojeras que le abarcaban gran parte de su rostro. Estaba muy delgado y la creciente barba no podía disimular sus pómulos filosos. Parecía un mendigo. Tuvo ganas de llorar -algo no habitual en él-, pero se contuvo; llorar no solucionaría su penosa situación. Sintió miedo de volver a desmayarse. Sabía que el tiempo jugaba en su contra; cada hora que pasara acentuaría su debilitamiento general, al punto de "no retorno". "Necesito líquido y comer algo", pensó. Gateando, con las rodillas ardiendo de dolor, llegó a la cocina. Como pudo se sirvió agua de la canilla de la pileta y, luego de varios intentos fallidos, logró llevar el vaso a su sedienta boca -sus sentidos le indicaban que la cabeza estaba casi un metro más arriba (que era por donde veía); eso le hizo pensar que su ombligo espiritual y metafísico estaría a la altura de su boca material, así que apoyó el vaso en los labios de su boca-ombligo y tomó el agua con la desesperación de un beduino. Satisfecho y a punto de estallar como un globo de agua, no se molestó en hurgar en los estantes de las alacenas o la inútil heladera (sus largas y periódicas ausencias conspiraban contra la conservación de los alimentos almacenados), que sólo servían para juntar polvo, gérmenes y bacterias. Gateando, fue hasta el teléfono del comedor y marcó el único número que lo salvaría de una muerte segura: el de la rosticería. Desde su boca-ombligo pidió que le enviaran un pollo entero a la parrilla y ensalada de espinaca con huevo y atún. -¡Rápido, por favor! -ordenó desfalleciendo. V Al abrirse la puerta y ver a Oliden arrodillado extendiendo un billete de veinte, el cadete dio un salto hacia atrás como si hubiera visto a una cascabel. El paquete casi se le cae de las manos. Lo que más lo asustó fue la mirada ausente de Oliden; aquellos ojos no tenían brillo y apuntaban directo a su cintura, donde tenía la riñonera con unos pesos para el cambio. Pensó que tal vez fuera ciego. Oliden, desde lo alto (con su vista metafísica), lo miraba con desesperación. -¿Y, me va a entregar el paquete o no? -protestó. Sus rodillas flaqueaban. El muchacho, sin decir palabra, le arrancó el billete de la mano y le entregó el paquete. Sacó unos pesos de su riñonera y le entregó el vuelto. Sin esperar propina, y mucho menos al ascensor, huyó por las escaleras. Igual que una persona que se repone de una hemiplejia, Oliden tuvo que situarse frente al espejo para poder llevar con éxito algo de comida a su boca. Era una tarea de precisión que le demandaba un esfuerzo descomunal. Sus manos temblorosas hacían más difícil la operación. En el segundo bocado derramado comprendió que todo esfuerzo sería inútil. Su muralla emocional se derrumbó y lloró como un niño. Desde lo alto veía cómo su imagen reflejada se sacudía espasmódicamente. Y así, llorando a mares como jamás lo había hecho, se sintió el ser más desprotegido del mundo. Ya sin posibilidad de volar y ser piloto de sí mismo, supo que no podría enmendar el fatal error de cálculo en el regreso. Y convertido en un espectro viviente, decidió quemar ese espantoso libro. Estaba sobre el sillón de pana, abierto en una página ya olvidada. A Oliden le costó manipular la caja de fósforos... Debió haber sufrido un pequeño desmayo, porque de pronto, se encontró con el libro en llamas, y con él, el sillón y el cortinado azul de la única ventana del comedor. Con el mínimo de fuerza que le quedaba, se puso de pie. En el piso de arriba (libre del humo y las llamas) vio a la mujer bailando al compás de los acordes de los Stones. Se contoneaba y le hacía gestos eróticos a un público -para ella- inexistente. Oliden la contempló serenamente, disfrutando de su anonimato y desestimando por completo el dolor de su cuerpo ardiendo en el piso de abajo. Ya no quiso volver; ya era tarde para volver... no había cuerpo al cual volver... De pronto, sintió que flotaba. "Lentamente, debo elevarme más allá de las nubes", pensó. ** Gustavo Raimondo, escritor argentino nacido en 1957. Cultiva el género fantástico y de ciencia ficción. Ha publicado la novela La furia de los dioses (1995) y el libro de cuentos En el umbral del tiempo (1996). Textos suyos pueden leerse en los sitios El Golem, Virtualangel y Axxon, en Internet. En 1998 ganó el III Concurso Latinoamericano de Narrativa del Grupo Editor Sur por su cuento "La ilusión de Dante". raimondo@movi.com.ar. === El buzón de la Tierra de Letras ======================================= *** Currículum literario 20 de junio de 1999 En respuesta a la carta de igual título publicada en la edición 72: A manera de colaboración nomás, te cuento que por lo general escribía el currículo dividiéndolo por: a) estudios, b) títulos, c) libros publicados, d) premios obtenidos, e) otras publicaciones, y f) ocupación actual. Édgar Allan García (garsol@ecuanex.ecuanex.net.ec) http://www.inter-dec.com/edgarallan *** Arma letal contra los violentos 2 de julio de 1999 Hola, Jorge: Me sumo al homenaje que haces en tu editorial a los organizadores del Festival Internacional de Poesía de Medellín que, como bien dices, "convirtieron la palabra en una verdadera arma letal contra los violentos". Y añadiría yo: renovaron la esperanza en el alma de su ciudad porque donde hay poesía hay esperanza, Jorge. Jaime Encinas (jpencinas@webtv.net) === Post Scriptum ========================================================= "El lenguaje es el tiempo con que se mide el espacio del pensamiento. Más rico y puro será mientas más adiestre sus medidas para permitir el trance lúdico de sus ideas. Y pesado habría de tornarse, y aun violento, si se trata de animar su poderoso influjo en aras de pasajeras modas y deliberadas incomunicaciones". Luis Pastori, "Pregón de la hispanidad" (1980). === Cómo publicar en Letralia, Tierra de Letras =========================== Antes de enviar algún texto para publicar en Letralia, le agradecemos leer nuestras condiciones de publicación. Usted puede obtenerlas en el Web visitando la página http://www.letralia.com/publicar.htm. Si lo prefiere, puede recibirlas por correo electrónico escribiendo un mensaje a letralia@rediris.es, con la palabra "Condiciones" en el subject, o simplemente dando un doble click de ratón en el enlace siguiente: mailto:letralia@rediris.es?subject=Condiciones. === Las casas de la Tierra de Letras ====================================== Si usted no está suscrito a Letralia, o lo está pero le falta algún número, puede conseguir las ediciones en los siguientes sitios, a donde llegan simultáneamente con su aparición. Sitio de Letralia http://www.letralia.com/archivo.htm Página informativa http://www.rediris.es/list/info/letralia.html Tulane University, http://www.tulane.edu/~latinlib/letralia (sólo Nueva Orleans, EUA ediciones de texto hasta la del 16/9/96). DC BBS BBS del Decanato de Ciencias de la Universidad Centro Occidental "Lisandro Alvarado". Barquisimeto, Lara, Venezuela. Telnet a obelisco.ucla.edu.ve o a 150.186.96.4. Login: bbs Sendanet BBS ftp://ftp2.sendanet.es/ftp/letralia. 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