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José Antonio Labordeta“Regular, gracias a Dios”

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Dicen las noticias del domingo 19 de septiembre, que murió a la una de la madrugada. Poco antes que los arrieros partan con las mulas a la tarea del pan traer. Hablamos de de José Antonio Labordeta, que era un señor que se echó a las trochas de España con el morral al hombro, para enseñarnos esos lugares y esas cosas que no se saben porque no se bebe el vino de las tabernas. Dicen que era descreído y socarrón. Se conoce que cuando entró en política entendería que aquellos señores, que no pensaban como él; pero trajeados y corbateados, serían respetuosos y educados. Y como vino a resultar que no y se mofaban de un destripa terrones como él, que vino a más; no lo quedó otra que mandarles “a la mierda”, con todas las letras, para que no hubiera dudas. Y así lo espetó a sus señorías. Tiempo atrás de esto le sonarían el cascabel de las mulas, las canciones de trilla o las de ronda, y se hizo poeta. Entonces se acordaría que los versos, como los hacían los ciegos en la plaza pública, había que llevarlos a las gentes, poniendo canción a la pena. Y así: “El canto a la libertad” o “Banderas rotas” sonaron por los rincones de su tierra como si se tratara de pregones, sentencias o himnos de una tierra vetusta. Antes de esto se dedicó a desasnar muchachos en el instituto. Debió de ser de esos profesores que no usaban en clase eufemismos, sino palabras al uso de su tierra, de las que nadie debería avergonzarse: gallofa (mentira); abentau (rápido); garrampe (calambre); gorrindanga (guarra); jopar (irse sin avisar); machorra (estéril); mocar (limpiar los mocos); ir a tol día (trabajar toda la jornada). Luego le vino el mal y se puso a escribir, para explicarlo, un libro que lo hizo “a tajos”. Aunque este vocablo se lo vendría a decir un marroquí con quien compartía habitación hospitalaria. Después los del gobierno, se conoce que viendo que no estaba bien la cosa, le concedieron la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Pero no por ello vendría a ser menos sabio, menos hombre, menos comprometido con los suyos. Que no quiere decir que no esté bien que a uno le reconozcan la vida, obra y milagros, aunque sea cuando ésta viene en acabarse. Desde aquel 10 de marzo de 1935, hasta este 19 de septiembre de 2010, han pasado 75 años: toda una vida, aunque pudiera haber habido propina. Poeta, cantautor, diputado, escritor y andariego.