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Alberto Arvelo TorrealbaArvelo Torrealba, el poeta no encontrado

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Creo que Humberto Febres se dio la mano con Alberto Arvelo Torrealba con su ensayo En negra orilla del mundo; Orlando Araujo descubre, en parte, el territorio emocional de la palabra del poeta con un estudio (ensayo), que le valió el Premio Nacional de Literatura: Contrapunteo de la vida y de la muerte, y Frank Pérez Contreras da con la sonora presencia del poeta con un libro muy apretado de citas, referencias de uso, básicamente didácticas —eso es un logro importante en el desmalezamiento de la trocha que hubo de inventar para dar una lección de la importancia que para él tiene la obra de Arvelo Torrealba—; Caminos del desamparo (Fundación Cultural Barinas, 2009), así titula Pérez Contreras su avistamiento de la obra del autor de Florentino y el Diablo.

Pareciera que no hay otro camino para la vida del llanero que el del desamparo, que es como la mismísima sombra de la muerte, que le proporciona el canto y su vida de horizontes, en el centro de sus puntos cardinales; esos dos elementos le dan una imagen épica, sobre su caballo, la soga, el sombrero y la copla. Su mejor retrato.

Pero vamos al libro que nos convoca a estas consideraciones: es imposible, si no se sabe de confesión del poeta, lo que funda la poesía en sus palabras, es decir, en el poema; el hombre teje sus pasos, crece sobre su huella, en la confrontación del bien y el mal, esto es universal, no sólo en el poeta, en este caso, Florentino y el Diablo, pero también el ingeniero y el médico, el obrero y el pintor, se debaten entre el bien y el mal, es un estadio que todo ser dispone, lo lleva y trae a su antojo, de frontera en frontera, no importa si es verano o invierno. Frank Contreras, logra descifrar los códigos poéticos de Alberto Arvelo Torrealba en su obra magnífica, Florentino y el Diablo, desde el punto de vista académico, podría decirse, apegado a una rigurosa investigación para dar con su objetivo, pero como la poesía de Arvelo Torrealba tiene con la tierra nativa un vínculo indestructible, aquellos códigos que Frank Pérez ha logrado descifrar le van descubriendo otros que por sí solos se multiplican; ese es el gran misterio de la poesía de Arvelo Torrealba, el oro de su palabra.

Frank Pérez Contreras hubo de instrumentar técnicas científicas para el estudio del lenguaje poético para, como un detective, hacerse del misterio de lo que para muchos es un texto de lectura elemental, no siéndolo, emparentándose con aquello de que: no busques lo perverso en los rostros descompuestos, agrios; es en los de imagen angélica donde está el demonio. Supongo que este interesante estudio es una tesis de grado que en forma de libro tiene otra dimensión partiendo de su rico y sonoro título, que, como los de Febres y Araujo, vienen de la entraña misma de los días que pudo cantar Alberto Arvelo Torrealba; Pérez Contreras contribuye a mantener el desafío que significa desentrañar los códices de una poética que desde la aldea nativa arropa el mundo de la lengua madre.