Letralia, Tierra de Letras
Año VIII • Nº 105
19 de enero de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Artículos y reportajes
Carnaval de Sodoma y ruptura en la novelística dominicana
Héctor Miolán

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Nota del editor
"Carnaval de Sodoma", Pedro Antonio Valdez En octubre del año pasado apareció en Nueva York la novela Carnaval de Sodoma, del escritor dominicano Pedro Antonio Valdez. La obra fue presentada en la librería Calíope, en la parte alta de Manhattan, en cuyos espacios se desarrolla una continua actividad de la comunidad dominicana en el país del norte. Por este motivo, el escritor Héctor Miolán ha dedicado al libro de Valdez la presente nota, que nos ha enviado para su reproducción.

A José de León

La obra literaria es como el alpiste que echa el escritor al crítico, devenido el primero en ser humano, que alimenta la paloma o gorrión quien ha devenido a su vez en crítico. También concluyendo que ambos se necesitan, porque en el correr del tiempo, del uno se hace el otro. Llegará el día que ambos se conjugarán haciendo de la labor literaria campo de todos, en concreto una simbiosis.

La literatura dominicana siempre ha estado dominada por el quehacer de la no ficción, me refiero al género poesía, mas no por el quehacer poético de la literatura, que incluye todo lo que es creación, narrativa, teatro, ensayo, etc. De todos esos géneros el que peor parte ha llevado ha sido la novela, se ha repetido hasta la saciedad que no existe una novelística dominicana, hasta el extremo de que esto es ya una teoría en sí mismo. Entendemos que es una irresponsabilidad de "críticos", reseñistas y comentaristas literarios, vencidos hoy por el cansancio y la irresponsabilidad intelectual, ya que seguir en esa tónica significa entonces que no existe una literatura dominicana en su totalidad.

En la historicidad literaria dominicana reconocemos que no todo lo que se ha escrito y se está escribiendo sea literatura, pero tampoco se puede negar que no haya literatura, recreación técnica, mímesis y también una buena literatura que pueda competir en las esferas internacionales y regionales. En estas esferas está ubicada toda la literatura de Pedro Antonio Valdez. Por ejemplo, en su obra Carnaval de Sodoma este escritor desmiente en su totalidad a quienes cacarean gratuitamente que no existe una novelística dominicana. Obliga a que se haga una relectura de toda la novelística nuestra.

Si este autor, con esta obra, se coloca en la cima de la narrativa dominicana, es sencillamente porque llega a salvar el trabajo de otros, viejos en el oficio, como Marcio Veloz Maggiolo, Diógenes Valdez, por decir de ellos como representantes más encumbrados en el género.

Valdez en Sodoma.

Con Carnaval de Sodoma, Pedro Antonio Valdez origina una ruptura en la novelística dominicana, ruptura, que se manifiesta en la misma organización, en la técnica que utiliza magistralmente para narrar y explicar al público, entiéndase un público que no se reduce al ámbito nacional, sino al caribeño e internacional; y juzgamos que éste logra superar a todos los escritores del género en el país. Lo importante de esto es que lo logra con temas que han sido usados y trabajados por otros a nivel local y global, los temas de la prostitución, los temas religiosos, los temas musicales, los temas geográfico-espaciales, los personajes reales y ficticios, así como el agregado ficticio a los personajes reales. Si, por ejemplo, nuestro Marcio Veloz usó y usa a Villa Francisca y a Trujillo, así como al cabaret, Pedro utiliza a la putrefacta realidad que se da en su tierra natal, La Vega, para desde allí, lanzar su mofa, su ironía, para desmitificar a la Iglesia Católica y su sector más reaccionario e hipócrita (los cuales se ven en la tentación de Ponciano —nuestro Poncio Pilato— y al puro y rabioso Padre Cándido, en su lucha infructuosa para lograr el cierre del prostíbulo ubicado en el Royal Palace).

En Carnaval de Sodoma Pedro Antonio Valdez no sólo hace una ruptura con los demás, sino también con él mismo, en relación a su primera novela, Bachata de ángel caído. Como narrador, amplía el escenario, retoma el prostíbulo y se sigue burlando de la "incapacidad" de la Iglesia frente a las autoridades edilicias y político-policiales, acrecienta la caracterización de los falsos machotes, que al final de cuentas son bisexuales o travestis encubiertos: compréndase, nada de esto es burlas o sornas a los homosexuales, sino por el contrario creo que se le da una reivindicación a lo que son ellos, seres humanos, lo mismo a las prostitutas. En cuanto a la voz omnisciente del narrador, no es tan marcada como la de Bachata del ángel caído: aparece muy poco, exclusivamente cuando se autodesigna como Pedro el Cruel. El metanovelismo aquí perdió un poco de fuerza para reforzar la técnica novelística y llevar más alto a la novela dominicana y así dar ganancias creativas a nuestra literatura.

Cuando hablamos de ruptura de la novelística, no queremos significar que ha tomado el escritor otros rumbos, sino que en los mismos rumbos de la novelística ha producido una defragmentación, para concluir con una reconstrucción en cuanto a técnicas, objetivos en relación a la llamada y vieja teoría forma y fondo: dejando boquiabiertos a los pocos críticos y reseñistas dominicanos, cuyos comentarios, dicho sea de paso, han sido en su mayoría en los corrillos del poder y en las oficinas. Desconozco un trabajo profundo sobre esta obra en el país, simplemente reseñas sinceras, mas no un trabajo crítico, lo cual dudo lo hagan ciertos críticos y filólogos nuestros como Diógenes Céspedes, Bruno Rosario Candellier y Andrés L. Mateo: los demás, que considero intelectuales y críticos literarios serios como Odalís Pérez y Miguel Collado, no pueden permitir que esta obra quede simplemente como premio literario, sino como estudio crítico para la historia de la literatura dominicana, irónicamente escrita en los "nuevayores".

Una pista importante, para seguir profundizando con la llamada ruptura que venimos planteando, es la heterogloxia de la novela Carnaval de Sodoma, lecturas que se pueden hacer desde diferentes ángulos literarios y culturales; literario porque permite una lectura amplia, primero es poética, porque los componentes de la literatura hacen su presencia en la metaforización de toda la sociedad vegana y por extensión a toda la República Dominicana; la hiperbolización en el lenguaje manejado puede llevarnos a juicios exagerados por los temas sugeridos y tratados como los que dijimos anteriormente, como los religiosos y políticos, agregados a los morales de la moral burguesa y una falsa moral revolucionaria e hipócrita en los personajes de ex izquierdistas, como Tora, la falsa moral del presidente municipal, el intríngulis comercial que implicaba al propietario de lupanar Royal Palace, el chino Changsán, y a la cicatería del árabe irresponsable dueño del lugar, padre del pobre pianista, quien siempre conseguía con su "inteligencia" prolongar el desalojo del lupanar; pero donde también el escritor logra poner en desnudo la moral de las señoras del té, escenario de la falsa conciencia y costumbre europeas. Servir el té caliente en una zona puramente tropical es sencillamente chocante. Los comentarios racistas y la "nostalgia" de los "orígenes" caucásicos de su sociedad, sus comentarios desagradables a la población haitiana agregando a seguida el falso clichet: "No es que seamos racistas o antihaitianos o que los veamos como seres inferiores".

En ese mismo orden, se agregan los elementos culturales, una cultura dominada por la improvisación, por la falsedad: en las fiestas de carnaval realizada en el burdel se colaban los maridos de las "señoras".

Los famosos concursos del país aquí son burlados, así lo entendemos; el poeta frustrado Edoy, quien nunca llega a formarse como tal y hasta el extremo de ser el encargado de redactar la propuesta para la beatificación del padre Cándido ante el poder cardenalicio de Roma, donde domina el Opus Dei; por desgracia para el padre Cándido, no solo fracasa en el cierre del prostíbulo, sino también en la beatificación por tener además como redactor y mecanografista a un poeta fracasado y a una prostituta como mecanógrafa; triunfa la cultura del poder. Se nos preguntará si estamos caracterizando toda la obra, porque no la argumentamos. Sencillamente no lo hacemos porque en la heterogloxia el lector tiene la libertad de hacer sus propios argumentos y reconstruir todos los personajes. Así como las acciones de los mismos, los espacios y tiempos utilizados por el autor en el proceso y acabado de la novela; en pocas palabras, el método y técnica de construcción bajtiniana, la llamada cronotopía, que a su vez éste la saca y la aplica por la influencia de la física de Einstein.

Nuestra propia lectura, si nosotros hemos tenido la oportunidad y el privilegio de constatar al autor y los espacios o escenarios vivos de la obra, y de saber de la existencia real de uno que otro personaje por boca y admisión del autor, es parte de una suerte histórica que nos saca de una mera investigación de gabinete y nos lanza al campo de desarrollo. Es como si se le contara una película a alguien; como por ejemplo de Mamota Cajebola, la prostituta-maipiola, que ya se encontraba muy vieja para esos oficios; o su colega Canquiña, reducidas ambas a la participación indirecta. Además del autor darnos un tour por los escenarios vivos, como la Catedral, el Parque y su glorieta; y ver nosotros el lugar principal (nos referimos al Royal Palace), y explicarnos el autor que en la azotea o las partes superiores del prostíbulo tantas veces descritas en la novela, se puso a circular Carnaval de Sodoma. Así como el edificio o local que ocupa actualmente el ayuntamiento de La Vega, a la distancia de una cuadra de esquina a esquina irónicamente ubicado en la misma acera paralela o perpendicularmente al Royal Palace, a la casa donde nació nuestro más grande escritor, el profesor Juan Bosch.

Esta geografía el lector se la puede imaginar, la puede dislocar, como a la vez se pueden ver retratados en los poetas, políticos de izquierda y derecha frustrados, con el síndico y el presidente municipal y lo carnavalesco que no sólo es La Vega, sino todo el país. De modo pues que la heterogloxia que se haga particularmente de la obra, se pueda diferir automáticamente y con derecho de la que el propio autor haya hecho anteriormente, (léase la entrevista que le hizo el escritor dominicano, residente aquí en los "nuevayores", Franklin Gutiérrez, en EscritoresDomincanos.com, o la que pueda darnos hoy aquí él mismo.

Para sintetizar, ¿qué lectura recomendaríamos nosotros? Primero hermenéutica, luego estética, y más luego ética (moral), donde estalla la moral "light", donde la llamada literatura licenciosa explotada por el Marqués de Sade se hace grande, y reexplotada en nuestra esfera por otros, pero más técnica y artística, por Pedro Antonio Valdez, llegando a la cumbre del arte narrativo y descriptivo, mas no así al clímax de la literatura, léanse todas las explicaciones sexuales que hace una prostituta a otra a partir del Kamasutra a la caribeña, como por ejemplo la referencia directa al acto sexual, como el singar, el mamar, palabras que las pronunciamos en solitario y en la intimidad o como cuando las señoras del té las cuales las piensan y las hacen sin pronunciamientos públicos, y al oírlas se sonrojan y hacen dejos de vergüenza al taparse la boca con la mano, mostrando admiración y sorpresa.

Otra lectura que se puede dar a nivel literario, en cuanto a lo mitológico y lo real, es cuando cada quien explica las experiencias que tienen casi todos como personajes alucinados, con la princesa de Jade, que a nuestro entender puede ser china o griega, también dominicana, porque la verdad es una, todos los personajes dominicanos están o estamos alucinados, no sólo los poetas y gentes sencillas del pueblo, lo mismo le cabe a los intelectuales y pensadores en su mayoría. Esa princesa de Jade anda suelta por toda la nación junto a su ayudante Tu, negociante de primera y por ende corrupta que lograba siempre vender a su ama. Y por consiguiente, embobar a quienes se acostaban con ella, quien a la hora del acto sexual, simulaba tener la luna en buen dominicano o el cinturón de castidad, ante la espera del amado que nunca llegaba. Todo era simulación porque al final el acto sexual era anal, quedando todos encantados y decepcionados al contar esa experiencia, porque se les decía: "Te acostaste con la princesa de jade, te jodiste". Es al lector a quien le toca hacer su lectura particular y concluyente.

Otro tipo de lectura que proponemos, es la técnica y hermenéutica, primero véase la parte final del texto, en su totalidad poemas imbricados o todo un entronque de la obra, al final una lectura técnica, al estilo satírico del orden de la Biblia, pasando a una hermenéutica religioso-topográfica en los desarrollos intramuros y extramuros, nos referimos al índice de la novela, hágase conciencia de todos los subtítulos y propóngase entender todo contrapuntísticamente y difieran del autor, o haga una deconstrucción a lo derridiano, a la arquitectura del lenguaje edificado o tampoco le haga caso a las diferentes teorías y críticas literarias, formalistas, estructuralistas, postestructuralistas (falsamente llamadas posmodernas), o marxistas o sociológicas y culturales como la hicieron Lukács, Benjamin, Brecht o Raymond Williams, como actualmente Eagleton y Fredric Jameson. No así una lectura anárquica, aunque el Carnaval de Sodoma sea la narración y descripción de una neo-Sodoma que puede ser la República Dominicana o todo el Caribe, primavera permanente para el turismo prostituto procedente de Norteamérica y Europa, narrativa paródica de esta ciudad "destruida" por Dios.

Es Carnaval de Sodoma la realidad paródica del Caribe en la génesis del "descubrimiento" y las viejas ansias europeas y españolas que con el manto providencial religioso cubrieron y cubren hasta hoy día toda la República. Concluimos que toda la República es un carnaval, y no el carnaval de La Vega, Montecristi, sino el que a diario se da en el país entero desde nuestras esferas políticas, culturales y pueblerinas, borrachas de una chercha y humores clásicos, sólo nuestros, donde las reyertas y los suicidios no se barajan, donde muchos sargentos y rasos como los de novelas se multiplican y se callan y encubren los crímenes, donde los chulos no sólo están en los prostíbulos, sino también en todas las esferas sociales.

Para el público dejamos las interrogantes siguientes: realizados todos los tipos de lecturas, se puede concluir que es Pedro Antonio Valdez el nuevo Marqués de Sade del Caribe, quien desde de los "nuevayores" hace una reflexión cultural e intelectual del cuadro que es su ciudad natal La Vega, para hacer literatura no así desde La Bastilla francesa como lo hizo Sade, sino de la neo-Sodoma universal y capital del siglo veintiuno, ¿qué es Nueva York?


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 2 de febrero de 2004 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes