Letralia, Tierra de Letras
Año IX • Nº 114
20 de septiembre de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Poemas
Luisa Futoransky

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Foto sepia

Así debimos de haber permanecido
con una pequeñísima imperfección que nos haría sublimes, inmarcesibles: el volado del calzón desparejo
un levísimo fruncimiento del ceño
la piel tan tersa
rivalizando con el primer durazno de estación

En algún firmamento, así somos.
La casa hermosa, el jardín pulcro

La rueda de la vida brinca, reina
la flecha de la aguja trucada, desde el vamos
pero tanto desmayabas por jugar que girabas la manivela con fruición
a sabiendas que los prodigios no eran ni de tu voz ni de tu tiempo

un mundo de abrazos y humores exangües fue tu lote
y confundiste géneros, meteoros con planetas,
derroche y derrota, tan vecinos.

Entre los pliegues vagamente celestes zurcidos de la burqa
Detrás de las escarificaciones anidan destellos de soberbia

Aquí y ahora
mi desvencijada máquina de vivir.

 


Lik, la de la foto

Un animal inquieto en su radiante madurez
un manojo de luz que se derrama con intermitencia de faro,
de estrella tan remota.

Y te duermes, nena, con tus juguetes acariciados con largueza
los nombres de ciudades ultramarinas donde pierdes leyes y ceñidores
ebria de absoluto en zoológicos y bazares donde impera desconcierto

Sobria, la foto retiene y revela la escueta timidez
en la arrogancia de algún gesto
En cambio tus lágrimas que nunca dejan presa
asoman detrás de la sombra, las perras
van así, de peñasco en peñasco, construyendo nido
en la comisura alzada de tu sonrisa
y alojándose en tu repentino desfallecimiento
Un escalofrío inextricable revelará, a deshoras
tu melancolía,
sin remedio.

Repican los grillos en los llanos del sur.
La más cálida aguarda el brazo de su abrazo y tiene dispuesto para el asombro, cree, el más secreto amor.

Desde la otra orilla el remolino parece un sistema solar.
Pajitas, troncos, serpientes de río, ahogados, bagres y viejas, bronca, esperanzas, marcos desquiciados; en el estuario, todo vale.
Hasta los hoyos negros del firmamento que no te ofrezco.
Te desgrané en las aspas de loas y blasfemias, de crónica y cantigas. Atrapando nada.

 

Reseña

Soy de otra parte, otro cuerpo, otro golfo
Para que me entiendan
para que no me entiendan demasiado
por atajos y digresiones
escribo.
A mano limpia. A campo traviesa.

Vivo por circunloquios, espirales, pidiendo disculpas, permiso. Demasiado.
Tropiezo, desentono, me repito,
adiciono prótesis, me encorvo
heteróclita, minuciosa, descuidada
descartando a manotazos, boqueando
con notas a pie de página
inverificables.

Desenraizada como tronco de plátano
a merced de la borrasca, puro cráter, pura fragilidad
sin saber echar raíces pero voy
poniéndome en escena, fuera de foco,
por lente cóncavo o convexo
nunca el del arcoiris nunca el del amor correspondido menos furtivo.

El mínimo denominador común del dolor es universal
y su raíz cuadrada esta nuez, este rubí,
que aún alumbra, soberbio, secreto, aunque airado
la palma de mi mano.

 

Llanos del sur

los calmos bergantines las flores más sangrientas los lienzos
de la discordia los panes del milagro

adjetivos y ritos profusamente iluminados
por la luz mala, fosforescente de lo corrupto
se yerguen de la llanura atrás del acero oxidado de sus armaduras
allí donde el ganado abona el suelo
pero las simientes olvidan crecer

extensión de la condena soledad es tu nombre
los vientos fatigados se detienen a contemplarse en tus riachos
pampa de la desesperanza
sólo tu feroz tenacidad hace que entres
por la puerta grande de la tragedia


llano enrojecido
llano del atardecer donde la palabra descubre el secreto
y los pájaros enloquecen de temor

hora en que los elementos son un haz vandálico
un estremecimiento prolongado en el espinazo de los vivos
hora en que los hechiceros soplan las narices de los enfermos
pero no logran felices resultados
hora en que la lejanía y la vecindad de los estrechos
confunde aguas y tierras

únete viento
ven basilisco que es tu turno
huye unicornio por las altas gramíneas
refúgiate en los tapices de las damas
que ya las maderas del presagio
arden en razones de cuidado
y el silencio es un enigma que no predice
un solo día venturoso

◊◊
entre la cima y el valle
el menor esfuerzo, nada agotador
nada que turbe la indiferencia de las tierras llanas

ciudad cuyo medio propicio es la humedad
pulpo extendido, ambiguo y perezoso
tu abrazo es el ahogo febril que impones a los otros
ansiosa ciudad gris
a la que es necesario ganar palmo a palmo la alegría
ciudad de artilugios y espejismos
con su poder agazapado en las tinieblas
contigo los pactos de honor
están destinados al fracaso
ciudad perdida en estéril oratoria
y en la retórica infernal de los posesos
predispuesta de antemano a la condena

cuando las algas se adueñen de tu estridencia
y el limo se solace en tus bodegas
cuanto te sumerjas en la noche sin espejos
¿quién tendrá piedad por tu arrogancia?

cuando los peces retiren sus ovas
de los recovecos de tus construcciones
otra vez un ingenuo, un loco, un guerrero
un fanático, un ambicioso, o todos ellos juntos
o alguien con todos y más de estos defectos y virtudes
erigirá un fortín en el desierto
y te llamará de alguna nueva o vieja manera
buenos aires


Poda severa

Amor trota con pies de légamo
chapoteamos,
Sancho

Eso, polvo de estrellas
y nada más que vanidad.

De ortigas y lianas
sangre derramada y vinos de la tierra
mero espejismo
la mi vida
esta larga marcha
hasta perderte

mi íntimo diluvio
vos


Autora en el campus

Con torpeza, hurga en la analogía de los rostros
—extranjera sin remedio—
apara asirse a algo que en forma lejana se asemeje a una raíz:
recuerda así las pruebas en el vaso rodeado por papel secante humedecido
donde por fin el poroto germinaba;
pero jamás volverá a poseer como estado civil el de estudiante
apenas, con un poco de suerte,
podría convertirse en entomóloga
que atraviesa los parques
—según puede observarse en la calcomanía—
con su largo, desorbitado vestido de plumas de faisán o de avestruz
su cazamariposas
y una boquilla humeante entre los dedos
porque tal vez su encanto resida en extraer el mayor partido posible
de la extraña mezcla de sus debilidades:
tan absurda como su apariencia de personaje de Hawthorne, George Sand
vampiresa de historieta
y testaruda aventurera del azar.


Rima reincidente

canturrea
vocaliza
se golpea el pecho
relata baladas
sempiternos
adioses y fusiones

el paseo marítimo
los acordes
los murciélagos pasan rasantes,
no los ángeles.
¿Quién me referirá que no quiero verme
en "el grito" de Munch?

Para existir la pasión exige un testigo
un pasante
la caníbal

arma de otoño es
la estrepitosa lucidez


Costa de Caparica, cuando crei que

Camino de Lisboa.
Hablabas de nuevo, emocionado, de Celeste, su devoción por Proust y que habías recorrido mil millas con sus noches por obtener un autógrafo, palomita, de su mano

Yo no sé si alcancé a decirte, para que no lo tomaras como un asunto personal, que entre íberos, lusitanos, Tordesillas más o menos, bajáronse los conquistadores veinte millones de indios

y todo tan azul, vino topacio, carpaos frescos y crocantes, Vasco da Gama y Camoens, que anduvo dieciocho años, el número que los cabalistas consagran a la vida, por Goa y por Macao, y yo, que nunca regresaré, lo sé, a Java para poseer un kriss y saciarme de tibia y justa venganza

Una gran publicidad de cerveza en Costa de Caparica, decía:
"All you need is love"

—Viste qué bien —dijiste.
—Sí —digo
o dije.

Epílogo

Todo llega, todo acaba.
Hasta el aria de Verdi, ¡oh Lisbona, terra amata!

 

Villa Imperial de Potosí

El adobe, tendido a desgano,
recupera los hermosos rostros
pobladores de este suelo
historiado en ignominia.

El orgullo se pierde en las manos
y sólo subsiste la tenaz comunión
del vender y regatear.

Potosí, gran cementerio
afila sus hierbas.

Huid de su aire enloquecido
es demasiado tarde
para devolver a sus ruinas
la antigua y limpia
dignidad que les pertenece.

*
Este aparato de andamiajes extranjeros
me ha agotado hasta el dolor.

Las palabras
se pierden.
Una masa viscosa
me prende los hombros.

Aquí
la Comedia y la Cena
son rituales
sin apóstoles posibles.

 

Arte poética

1
El pescador conoce de aparejos, sedales, tanzas,
cañas, anzuelos y plomadas.

El pescador sabe tirar al agua
las palabras
que no sirven.

 


Plantas de compañía

De la mata de geranio carmesí, frotar una hoja entre pulgar e índice envuelta en dulcería, en magia y esplendor
De la mata de eléboro restregar la hoja entre pulgar e índice, embriagada por tanta fetidez
y seguir pensando en vos


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 4 de octubre de 2004 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes