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Sor Juana Inés de la Cruz
Sor Juana: reeditada.
FCE publica reedición de Lírica personal, de sor Juana Inés de la Cruz
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El que es el primer tomo de las Obras completas de sor Juana fue el último trabajo del filólogo Antonio Alatorre, fallecido en octubre pasado.

La inclusión de cinco nuevos poemas y la supresión de uno que falsamente se le había atribuido integran la nueva edición de la obra Lírica personal, de sor Juana Inés de la Cruz, preparada y anotada por el filólogo Antonio Alatorre, uno de los más notables especialistas en la vida y la obra de la monja jerónima, y quien falleciera el pasado 21 de octubre, como informamos en nuestra edición 241.

Este material aparece casi medio siglo después de que Alfonso Méndez Plancarte lo publicó por vez primera, en 1951, y ahora el Fondo de Cultura Económica (FCE) lo pone a circular como el primer tomo de las Obras completas de la llamada Décima Musa.

El volumen fue presentado la noche del miércoles 1 de diciembre en el Centro Cultural Rosario Castellanos del FCE, en Ciudad de México, junto con otro ejemplar relacionado con sor Juana y editado por el mismo sello, el libro Soledades/Primero sueño, en el que por primera vez se editan de forma conjunta esos dos poemas considerados las obras maestras de Luis de Góngora y Argote y la poeta novohispana, cuyos títulos, unidos, dan nombre al libro.

La presentación de los dos libros estuvo a cargo de los investigadores Martha Lilia Tenorio y Antonio Carreira, la primera en su calidad de alumna y colaboradora de Antonio Alatorre, y el segundo como autor del estudio sobre Soledades, el cual acompaña la publicación de ese poema.

Respecto de la nueva edición de la obra Lírica personal, de sor Juana, se destacó que Alatorre respetó “escrupulosamente el orden en que Alfonso Méndez Plancarte colocó las poesías que contiene, pero añade cinco nuevas composiciones y suprime una que falsamente se le había atribuido”.

Asimismo, se resaltó que el sorjuanista aprovechó correcciones y mejoras de estudios críticos que otros especialistas han hecho, al tiempo que restauró gran número de cosas viciadas por la imprenta y severos yerros conceptuales de la primera edición.

En Lírica personal se da cuenta de la producción de sus romances, endechas reales, redondillas, décimas –dirigidas en su mayoría a la condesa de Paredes, a quien tanto debió y quien tanto amó a sor Juana–, poemas de vestíbulo y composiciones en honor de personajes de la época.

De Soledades/Primero sueño, Antonio Carreira subrayó que la edición conjunta de estas dos obras recuerda la anécdota conocida como el huevo de Colón: algo simple y obvio, pero que tenía que ocurrir. “Las simpatías y las diferencias entre ambos poemas son las que aconsejaron ponerlos en un solo libro”, sostuvo el especialista de origen español. “Se reunían así dos poemas excelsos del siglo XVII, separados por 80 años de actividad literaria copiosísima, pero debidos a una misma voluntad de renovación”.

Carreira rememoró la devoción que sor Juana profesó por Góngora, que la influyó para la creación de su Primero sueño, del cual aseguraba ella que era lo único que de verdad escribió por voluntad propia. “La imitación no basta; es preciso el toque del genio para sobreponerse a ella, para convertirla en otra cosa, y eso es lo que precisamente hizo sor Juana en Primero sueño”, explicó.

“Cuando el lector pasa del primer poema al segundo se lleva una sorpresa: ¿cómo es posible decir tan gongorinamente algo que apenas tiene nada que ver con el modelo? Sor Juana, mujer muy inteligente, supo aprovechar las enseñanzas de Góngora sin competir con él, sin meterse en su terreno”.

De acuerdo con el especialista, dichos poemas de Góngora y Sor Juana, si bien similares en forma, “difícilmente podrían ser más diversos: un canto a la naturaleza y la vida idílica, por parte de Góngora; es decir un poema sensorial donde la belleza del verso y las sinuosidades de la silva métrica corresponden a la perfección con un paisaje idílico que nos remite a la Edad de Oro”.

“Y por parte de sor Juana, algo insólito, un poema filosófico casi a la manera presocrática, en el que el sujeto lírico expresa un sueño, su aspiración a conocerlo todo y su frustración por no conseguirlo. Un poema del conocimiento en el que los recursos estéticos están supeditados a un fin intelectual”.

Fuente: La Jornada