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Molière, impostor.
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Recientemente fue presentado el libro
El caso Molière,
del filólogo francés Denis Boissier, quien ofrece unos 130 indicios —no pruebas concluyentes— de que
el escritor francés Jean-Baptiste Poquelin, mejor conocido como
Molière
(1622-1673), habría pagado a Pierre Corneille (1606-1684) para que le escribiese en secreto las obras de la
más importante y conocida dramaturgia del teatro francés.
Boissier asegura haber leído más de 300 libros sobre ambos dramaturgos y llega a la conclusión de que
la ajetreada vida de Moliére, en pleno siglo XVII, y su falta de erudición, son totalmente incompatibles
con el número y el calado de las obras de teatro que se le atribuyen. Se apoya en la ausencia de trazas
manuscritas de las obras o al menos cartas que atestiguen el proceso de creación.
"Molière no escribió nada en toda su vida", asevera Boissier, "y el rey Luis XIV, que no
era tonto, dudaba mucho de que éste tuviese el tiempo de escribir, puesto que pasaba sus días actuando,
dirigiendo las obras, organizando las giras provinciales de su compañía y divirtiéndose".
Si El avaro, El burgués gentilhombre
o El misántropo
fueron escritas por Pierre Corneille, se vendría abajo la figura de Molière, el mayor símbolo de la
literatura gala, ensalzado por la Revolución Francesa como ejemplo de autor libertino, anticlerical y lejos
de las jerarquías del antiguo régimen. Sin embargo, Molière no dejó de ser nunca un protegido del rey,
en cuya corte ganó fama.
De hecho, el libro confirma que no hubo periodo mayor de tres meses desde 1643, fecha de su encuentro,
sin que Corneille y Molière estuviesen en contacto. Corneille fue toda su vida un ortodoxo de la escritura
y del pensamiento, conservador en forma y fondo. Boissier entra en un terreno casi psicológico cuando
sostiene que el autor de El Cid
necesitó un seudónimo para dar rienda suelta a sus inquietudes más banales. El propio Molière, de nombre
Jean Baptiste Poquelin, frecuentó, conoció y admiró a su contemporáneo, quien le sugirió el nombre con
el que luego pasaría a la historia.
"No hay que olvidar que Corneille trabajó como negro toda su vida, tanto para Richelieu como para
Floridor o el actor Baron, que luego también se convirtió de repente en autor de comedias", revela
Boissier. Los seis hijos del sabio de Rouen explicarían también su necesidad de ganar un dinero extra.
Alain Niderst, profesor universitario y experto en Molière, considera que la tesis está
"desprovista de credibilidad y de toda prueba formal" y que Corneille nunca tuvo la vis cómica
del autor de El Tartufo
o El enfermo imaginario,
pero admite que el polémico libro "abre un problema interesante".
No es la primera vez que se duda de la veracidad de la firma de Molière. Dominique Abbé, profesor
especialista de análisis del discurso en el Instituto de Estudios Políticos de Grenoble, utilizó un
programa informático de comparación de textos y llegó a la conclusión, publicada en un libro el pasado
año, de que "hasta 16 obras atribuidas a Molière fueron escritas por Corneille". El experto e
investigador francés afirma estar seguro "al 99,9 por ciento" de su controvertida afirmación, en
función de la proximidad léxica y sintáctica entre esos textos y la obra de Corneille.
Ya en 1919 el poeta Pierre Loüys, que "no es el estilo de Corneille, sino la firma de Molière la
que necesita de pruebas". Una polémica a la que no han sido ajenos otros grandes del teatro, como el
propio Shakespeare, en quienes algunos expertos han visto sólo la figura y el nombre de la obra dramática
de Francis Bacon.