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Natalia Toledo Paz: escribe desde niña.
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Con una atmósfera creada por la música de tambores, conchas de tortuga y flauta de carrizo del quinteto
infantil Gúugúu Huiinu' (Tortolita), y un recital con una decena de poemas de
Guie' yaase' (Olivo
negro),
la poeta Natalia Toledo Paz recibió en México el premio Nezahualcóyotl de Literatura 2004.
La ceremonia se realizó la noche del viernes 12 de noviembre en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de
Bellas Artes, donde un público nutrido atendió al discurso de la poeta, quien contó historias sobre
curanderas, nahuales y el significado de las palabras.
"Han pasado quinientos años desde la Conquista, pero quedan cosas, quedan hebras de oro que
sostienen la historia de los pueblos originarios de México", expresó la poeta. "En el Istmo de
Tehuantepec las personas, sobre todo los ancianos, son nuestras bibliotecas, que, a diferencia de los
libros, nos hablan en voz alta, nos cantan, nos cuentan: sucesos históricos, dichos, trabalenguas,
proverbios, canciones, recetas de cocina, mitos".
En la ceremonia estuvieron Sari Bermúdez, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de
México, quien entregó el premio, así como el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda y el poeta mazateco
Juan Gregorio Regino, en representación de Griselda Galicia, directora de Culturas Populares.
Dotado con 55 mil pesos, únicos para todos los géneros (poesía, cuento, novela, ensayo, dramaturgia),
algunas voces comentaron que, para avalar la credibilidad del discurso oficial sobre la importancia de las
culturas indígenas de México, ya era hora de igualar ese monto al de otros premios y de entregarlo en las
diversas especialidades literarias.
"Al menos deberían ser unos 75 mil pesos, como otros premios, pues se trata del único premio
nacional de la literatura indígena contemporánea", comentó, por ejemplo, el autor maya Jorge Miguel
Cocom Pech, presidente de la asociación civil Escritores en Lenguas Indígenas.
Además de Cocom y Regino, otros representantes de las letras indígenas mexicanas que participaron en la
ceremonia de entrega fueron el zapoteco Macario Matus, el nahua Pedro Martínez, el mazahua Fausto
Guadarrama y el quechua-mexicano Carlos Huamán. Además, los escritores en español Eduardo Langagne,
Ricardo Yañez y Silvia Molina.
El padre de la poeta, el pintor Francisco Toledo, explicó que la formación de su hija en la poesía
"empezó cuando era niña, en los años 70, con su participación en los talleres de la Casa de la
Cultura de Juchitán. Ahí se formaron promotores y maestros de escritura en zapoteco. Y una de ellas fue la
hermana del poeta Víctor de la Cruz, Gloria de la Cruz, quien le enseñó la escritura en zapoteco a
Natalia, que obviamente ya sabía hablarlo".
Agregó que su hija "ha tenido el empeño y el coraje para formarse y continuar. Y además sola,
pues yo, como siempre me desplazo, pues no siempre he estado cerca de ella. Pero, bueno, es realmente
admirable lo que ella ha hecho solita".
El artista explicó que en su comunidad de origen sus padres eran bilingües. "De algún modo ellos,
al salir de Juchitán, les tocó una época muy difícil, de cierto racismo, en las escuelas les prohibían
a ellos hablar su lengua. Ellos crecieron como con cierta inseguridad en hablarlo, y de algún modo nos
pasaron a nosotros esa inseguridad. Pero ahora con la generación de Natalia se recupera totalmente la
lengua y, además, si es mediante la poesía, mejor".