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Las tres bombas de Paul Virilio. La escritora argentina Luisa Futoransky realiza una entrevista a este filósofo de la modernidad: "Paremos de idealizar y de mitificar los objetos técnicos".
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Letralia, Tierra de Letras Edición Nº 67
5 de abril
de 1999
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Las tres bombas de Paul Virilio

Luisa Futoransky

(Nota del editor: Esta entrevista, que publicó también la revista Ajoblanco, de Barcelona, en febrero, nos fue remitida por su autora, la escritora argentina Luisa Futoransky. Hoy se la ofrecemos íntegra a nuestros lectores).

Paul Virilio Paul Virilio es un sexagenario atractivo, bajito, pelado y de aspecto macizo. Afable y muy puntual. La cita es en el célebre café La Coupole de Montparnasse. Colmo de la seducción, para probar la grabadora, recita el poema de Apollinaire, Sur le pont Mirabeau. Que habla del Sena, los puentes y el amor. Como para entrar en argumento.

Escrutada, toda trayectoria es singular; en el caso de Paul Virilio además es atípica, sobre todo para el medio intelectual francés, habituado a que sólo los provenientes de determinados medios y egresados de las llamadas Grandes Escuelas se arroguen el monopolio de pensar, construir o de comprender lo construido y pensado.

A Virilio se lo reconoce por la reflexión muy original que lleva a cabo desde hace años sobre la velocidad. Este autodidacta y "chico de la guerra", como gusta definirse, repite que la revolución informática podrá destruir no sólo estados, ciudades, familias, sino también los individuos. En realidad el arte, mejor dicho la disciplina de la entrevista a primera vista es bastante simple y se parece a un bolero; uno se empeña en preguntarle a gente que conoce más de oídas y leídas que de vista, de dónde viene y a dónde va. Protagonistas como Virilio te llevan a su terreno y hacen suyo el lema de Fulcanelli, otro constructor de catedrales: hay que saber dónde se va.

PV: Soy del 32. Un verdadero chico de la guerra, un war-baby. Con mi padre, un comunista italiano que tenía la residencia pero no la ciudadanía francesa y mi madre, de origen bretón, nos replegamos a Nantes. En 1940 viví la llegada relámpago de los alemanes yendo hacia la costa, pero lo más terrible ocurrió el 16 y el 23 de septiembre del 43. Los aliados bombardearon. 8.000 edificios destruidos, barrios arrasados. La ciudad destruida. A partir de allí, a los 11 años, me hice relativista. La guerra me revela la fragilidad de las apariencias; tenga en cuenta que para un niño la ciudad es indestructible como la imagen que tiene de los Alpes o los Pirineos, y yo fui un muchacho que vio las ruinas de su ciudad arder y derrumbarse como Nerón vio las ruinas de Roma.

Para mí la guerra es tomar conciencia de que la potencia de la destrucción es totalitaria y enjuicia la realidad. No creí mas en mis ojos; todo era falso, pura bisutería.

Potencia destructiva que comenzará en Coventry o en Guernica y terminará en Hiroshima, pasando por Auschwitz y las masacres en los campos. En mi opinión, Auschwitz e Hiroshima van juntas de la mano y se sitúan en el mismo plano histórico. Claro está que una bomba que termina la guerra no es comparable con el genocidio. Ello no obsta para que con Hiroshima comience una era de tecnociencia militar que todo lo puede destruir.

—Supongamos, al menos en sentido literal, que con la Liberación, para el war-baby llegó la paz... ¿Qué ocurrió entonces que pueda evaluar Virilio hoy?

PV: Cuando llegó la paz lo primero que tuve ganas de hacer, es ver el mar, pues si bien estábamos muy cerca no teníamos derecho de llegar hasta allí porque era zona prohibida. Descubrí el mar al mismo tiempo que descubrí la paz, es decir descubrí que en las playas había bunkers...

—Un motor recurrente en su pensamiento y que aplica a todo tipo de construcciones.

PV: Los bunkers eran como enigmas, especie de estatuas de la Isla de Pascua que interrogan el horizonte marino que en realidad no habían tenido mayor utilidad militar y sólo eran muescas de un espacio totalitario. La ciudad y la guerra; la destrucción por la técnica están al comienzo de mi vida, cuando llega la paz no soy un chico sino un adulto porque vi cosas monstruosas, cabezas cortadas...

A partir de allí se impone optar, pues, por una filosofía. La mayor parte de mis amigos escoge el marxismo, pero como mi padre es comunista, usted conoce la reacción... y entonces me convertí...

—¿A qué?

PV: Al cristianismo, me puse a leer la Biblia como otros leen El capital.

—¿Continúa con una y otro?

PV: Soy un hombre de izquierda, mejor dicho soy un comunero, pero a partir de los 18 soy un cristiano adulto y convencido. A mí, la lectura de la Biblia me convirtió. Fue en 1949; me dicen por ahí que hay un cura obrero que trabaja en la fábrica Renault y vive en una buhardilla de Saint Denis: lo visito, empezamos a discutir y finalmente será él quien me bautizará.

Es la época Montparnasse de Virilio. Se dedica a la pintura y para vivir pinta afiches de cine, "muros de cuatro por doce", aclara. Irónica ambigüedad, vivir de hacer "reclames" para las salas oscuras alguien que muy pronto se embanderará con energía en la lucha contra la "polución de nuestro campo visual".

De esa experience, dice, empieza a "comprender lo que hay detrás de la propaganda; el gran bluff y la violación de las conciencias". Pero su formación profesional es la de maestro vidriero, actividad que le brindará la oportunidad de trabajar con dos de los pintores más importantes del siglo que también fueron vitralistas: Matisse y Braque.

PV: Poco a poco me fui integrando en el medio del arte sacro. Y en forma paralela, con la esperanza de comprender el fenómeno de la guerra total, durante diez años efectué con un aparato bien sofisticado, una Leica, un detallado inventario fotográfico, único, sobre los bunkers, el muro del Atlántico. El resultado fue mi primer libro, El bunker arqueológico, de 1975. En forma paralela asisto a cursos de Vladimir Jankelevich, Raymond Aron, y leo, fascinado, a Merlau Ponty y su fenomenología de la percepción. En esa época también descubro a Victor Segalen, su homenaje a las estelas y la gran estatuaria china y veo que tenemos búsquedas parecidas; Segalen, un tipo que se pasea por el campo chino y fotografiando budas y ruinas abandonadas y yo, que recorro las playas del Atlántico a pie haciendo prácticamente lo mismo.

—Pero una cosa es que un poeta hable de remotas estelas funerarias, un autodidacta escriba sobre las fortificaciones y otra que usted construya una catedral, la única erigida este siglo en Francia...

PV: Evidentemente. Es cierto, en ese período gano, con Claude Parent, el concurso para construir la catedral de Nevers, hoy día clasificada monumento histórico. El proyecto retenido en suma, fue ese monstruo. El bunker, que pasa de ser el mito de la disuasión al refugio atómico de los años 60, incluso 70; es decir, cristianizo esa forma aterradora. En Alemania también, los refugios antiaéreos se habían ido transformando en hospitales, depósitos de legumbres, iglesias. Así, mi blockhaus, mi catedral inspirada en todo esto, pero también en la gruta de Lourdes, será un forma de cemento sombría e inquietante, que, por lo demás, encontró fuerte oposición.

—¿De quién o quiénes, acaso dentro de la propia Iglesia?

PV: Dentro y alrededor de ella. Le cuento una anécdota; mientras se efectúa la liturgia de la consagración de la Catedral, el obispo repite "¡Pero qué horror, pero qué horror!"; entonces, el cura de la iglesia se plantó frente al obispo y le dijo: "Monseñor, lo que está realizando no es un exorcismo sino una consagración, más aún la consagración de la que será mi iglesia y no lo puedo tolerar"...

La llegada de mayo 68 separa a los socios. Virilio se enrola en la histórica ocupación del Teatro del Odeón, se reúne con los estudiantes y de ahí surge la idea de integrar la Escuela Especial de Arquitectura, de la que asegurará hasta diciembre del 97 los cargos de mayor responsabilidad ya sea los de director, presidente o administrador. Virilio aclara que ésta es "la única escuela de arquitectura privada de Francia".

Fruto de sus estrechas vinculaciones con la arquitectura se define "urbanista". Su último libro, recién publicado en Francia, La bomba informática, traza el andarivenir del urbanista polivalente y a menudo exaltado, empeñado en traducir el mundo contemporáneo, con sus máquinas motores y pantallas y alertar a quiénes quieran oírlo sobre los riesgos de un accidente total provocado por las nuevas tecnologías en los que la velocidad ya desempeña de modo decisivo el papel de control social y político.

—Usted afirma que el mundo en el que vivimos es un sistema interactivo susceptible de acarrear catastróficas reacciones en cadena; en suma que estamos al borde de la ciberbomba...

PV: En realidad me inspiré en una frase que Einstein dijo a fines de los años cincuenta, justo antes de morir. Rotunda y meridiana: hay tres bombas para el porvenir del hombre; la atómica —que viene de explotar—, la de la información —no existía aún la informática— y la tercera es la demográfica: El concepto me marca profundamente porque ya desde mi trabajo sobre la velocidad soy muy consciente de que la interactividad es a la información lo que la radioactividad es a la energía, vale decir una potencia colosal.

La bomba informática es amenazadora por su interactividad, por su dimensión cibernética; aclaro, no es la información la amenaza, sino la instantaneidad y la inmediatez que llamamos interactividad que se produce hoy día a nivel mundial donde existe un efecto de feedback cibernético absolutamente temible. Tal como puede observarse con la bomba atómica.

Por lo demás, los crack de las bolsas que giran por el mundo en estos momentos están vinculados a lo que llamo el riesgo sistémico, el conjunto de riesgos cibernéticos en los que un mercado empuja al otro en su caída y nos encontramos sin más ante la gran catástrofe, el accidente integral. Es la inmediatez de las cotizaciones automáticas la que favorece el crack instantáneo a escala mundial, sin hablar del bug del 2000, el de la datación de los sistemas de computación que corre el riesgo de sumergir en el marasmo y el caos la gestión en todos los campos, imagínese por ejemplo a todos los aeropuertos que dejaran de funcionar e intuya el resto.... Ahora recién comprendo los presentimientos del futurista Marinetti: la velocidad es la violencia en todos los ámbitos. Sería más que necesaria una economía política de la velocidad, o de lo que llamo la dromología, una disciplina que se interese en los estragos ocasionados por la velocidad. La bomba atómica de ayer, la genética de mañana no son concebibles sin la tercera, la bomba informática.

Hay que avecinar para comprenderlas el desorden sistemático de la economía con el desarreglo sistémico de la información. Después de la primera bomba, la atómica, susceptible de desintegrar la materia por la energía de la radiactividad, surge en este fin de milenio el espectro de la segunda bomba, la bomba informática, capaz de desintegrar la paz de las naciones por la interactividad de la información.

Aclaro que no estoy en contra de la técnica, no soy un ecologista que preconizo: volvamos al tiempo de la carretilla o golpeemos las manos en vez de hablar por teléfono. No, lo que digo es paremos de idealizar y de mitificar los objetos técnicos.

Siempre doy como ejemplo que cuando llegó el ferrocarril nos dijeron, será la democracia universal, y en Europa lo que trajo fue la primera guerra mundial, pues los alemanes acercaron sus tropas en tren. La guerra la ganaron los anglosajones y los franceses, que emplearon a su vez... camiones y dieron un paso más adelante en la destrucción.

La segunda, ¿cómo avanzaba?, a golpes de radio y de teléfono. Hitler grita, y De Gaulle le reenvía el objeto... con el programa radial "los franceses hablan a los franceses".

Lo que yo digo es: ¡atención!, cuando un objeto aparece siempre en forma inmediata será utilizado de manera tiránica, en el mal, y habrá que combatirlo, luchar nuevamente a la manera del combate entablado por Jacob y el ángel.

—Milenarismo obliga, ¿no será que cuando lo acusan de Casandra y de profeta tremendista no le disgusta tanto? En mi tierra suelen decir que de poeta y de loco todos tenemos un poco.

PV: Para mí no hay tanta diferencia. Pienso que los grandes poetas son también profetas. En ese sentido Kafka es un profeta, es uno de los más grandes escritores contemporáneos, para mí es el más grande, tanto en el sentido bíblico pues anunció Dachau, y también porque anticipó el siglo 20 con la mayor pertinencia.

—¿Más que Benjamin, Becket y tantos otros?

PV: Kafka es el primero porque tiene una responsabilidad profética extraordinaria a la vez respecto del pueblo judío, de la constitución de Europa, no sólo durante la guerra, sino con todo cuanto sucede ahora. Hoy por hoy cito en este momento mucho a Karl Kraus, que a la poesía suma la visión, y también a Holderlin, otro profeta, para nombrarle creadores muy diferentes que me inspiran respeto.

—El siglo lo empezamos con grandes loas al hada electricidad, ¿no podremos comenzar el siguiente alabando al hada informática? ¿Por qué de entrada tacharla de bruja de todos los demonios? ¿Por qué continuar en la tremendología, con una pizca de escalofrío apocalíptico..?

PV: Mire, no es por decir, pero Chernobyl se produce por la electricidad. Nuestro siglo es el de los grandes accidentes: Titanic y Chernobyl.

—¿Está de acuerdo en que se lo considere como uno de los analistas que efectúan el diagnóstico del estado y males que padecen las democracias?

PV: Sí, además es cierto, están muy amenazadas. En Francia por la extrema derecha del Frente Nacional, y en general, por los tiranos, las mafias y no sólo las que florecen en los países del este sino las que se desarrollan por todas partes. Pero también están amenazadas por la técnica, por la aceleración de la información: la mundialización amenaza las democracias. porque estamos tentados de establecer una democracia "live", en directo, que sería al voto lo que los sondeos son a la televisión. La gran amenaza de Internet es tomarlo por la democracia ideal, especie de megacerebro donde todo el mundo está conectado con todo el mundo y donde es suficiente formular una pregunta para tener de inmediato la respuesta. Eso es la negación de la democracia representativa en provecho de una democracia virtual, o de una democracia automática. El audimat es un buen ejemplo. Esto lo hemos visto a través de los proyectos de Berlusconi, de la influencia de los medios en el pensamiento político y del condicionamiento de los espíritus.

Repito que para mí la democracia es el tiempo de la reflexión en común y no el reflejo condicionado que supone el sondeo de opinión.

Las tecnologías de la interactividad nos conducen a una democracia interactiva cibernética que no será más representativa sino presentativa, que ya no será demostrativa sino mostrativa, es decir alucinante como son los medios. Basta mirar las campañas humanitarias o el teletón para imaginar lo que puede ser una democracia que se les parezca.

—¿Cómo y con qué elementos hacer frente a dicho condicionamiento?

PV: Acaba de formular una pregunta clave, la gran imagen para responderle viene de la Biblia. Estamos ante el combate de Jacob y el ángel, porque Abraham, Isaac y Moisés son los inventores, entre comillas, del dios único, del monoteísmo, pero Jacob es quien encontrará a lo que ama y sueña, a su dios, a la imagen de su dios y combatirá con él no a muerte sino a vida, es decir que permanecerá de pie frente a él toda la noche. Se trata de la antiidolatría, es decir, que Jacob ama a través del hecho de permanecer de pie. Todo lo contrario de cuanto ocurre hoy día donde se idolatra el dios máquina y la gente se arrodilla ante el deus ex machina construido por nuestras manos,

Lo que yo critico es que esas nuevas técnicas se publicitan con millones, Bill Gates dispone de millones de dólares para la publicidad catódica. En efecto, necesita ese dinero para comercializar mundialmente sus productos y la crítica no puede concurrenciar tal avalancha publicitaria.

Mi rol no es el de ser Casandra sino ser alguien que resiste a la publicidad global. Soy un resistente. Se puede ser resistente ante dos cosas; a la ocupación, como durante la guerra, o resistir a la aceleración de la información, que es mi caso, y también a la interactividad, pues ambas son una amenaza para las libertades y la democracia.

Ese es mi papel; a través de mis análisis de la técnica, los medios y mi conocimiento de la guerra, construir una línea de resistencia de inteligencias, que por otra parte ya comienza a desarrollarse. Planeamos una revista...

Serge Daney decía que durante la ocupación no se habla de resistencia y los medios hoy día simbolizan la ocupación. En ese sentido, en un mundo que se divide entre colaboracionistas y resistentes, me defino como resistente.

—¿Se puede resistir a Dolly cuya reproducción no pasa más por la sexualidad?

PV: Hemos cargado la simbología del cordero. Todo ese cálculo por descifrar la carta del genoma humano y fabricar quimeras, no sólo clones, está vinculado a la potencia de la información, al desciframiento del ADN, que programa la vida. Esto no puede concebirse sin el poder de cálculo del ordenador, sin él no podría leerse el genoma humano. Como recuerda Esopo en su fábula sobre la lengua, el ordenador es la mejor y la peor de las cosas. No hay que olvidar la amenaza del eugenismo: ¿quién será el próximo hijo de Menguele?, ¿un inglés o un norteamericano? El nuevo eugenismo se apoyaría en la nueva genética, en la biotecnología y en la potencia de desciframiento de las computadoras, ahí el enorme peligro... Creo que la amenaza actual proviene no sólo del fascismo, que siempre quiere volver, sino también de esa locura que sería una ciencia que pretendiera la divinidad y de la que la computadora sería su herramienta y su arma. En ese sentido es una bomba, que no va a explotar sino implosionar, destruir los saberes, los filosóficos, de respeto a la vida, la justicia, etcétera...

—Usted, un poco como todo profeta, es más conocido fuera de las fronteras de su lengua, ¿viaja? ¿Va en búsqueda del lector?

PV: Es cierto que existen pocos críticos de la técnica; Jacques Elul, que murió, están Ricardo Petrella e Ignacio Ramonet, de Le Monde Diplomatique. Es cierto que ando un poco solitario en mi crítica, pero con el lector no tengo problemas. No viajo mucho pero me traducen bastante...

—De la traducción a Babel, otro de sus grandes temas, un paso...

PV: Le recuerdo que Babel también nos conduce a la arquitectura, y si bien no soy arquitecto de formación, me considero urbanista, es decir, un hombre de la ciudad.

Babel para mí, junto al Arca de Noé, es uno de los grandes mitos del mundo moderno. A través de todas las poblaciones, el tema de la ciudad es la forma mayor de la historia, es transhistórica, se impone como forma política mayor, no sólo da su nombre a la política sino también su figura. Babel sin duda es la imagen de la megápolis que no puede sobrepasarse, es la prefiguración de la capital. En el pasado tuvimos la ciudad-estado, con Atenas y Esparta, luego tuvimos el Estado-nación con sus respectivas capitales provinciales pero con una capital nacional.

Después de la segunda guerra tuvimos las megápolis como Calcuta, México, Sao Paulo, Tokio, Cairo y Pekín, pero Babel es el programa de todas. Babel es la ciudad que asumirá la totalidad de la política a través de una lengua única y a través de un consenso, ¡maravillosa esperanza pero también maravilloso horror!

Qué quiere que le diga, los hombres políticos de hoy no están a la altura de la técnica, de la potencia tecnocientífica y la mundialización; no hay más que ver cuánto se ridiculizó el pobre Clinton, y esto es grave para la paz del mundo. Todos los loquitos que tienen armas de destrucción se podrán divertir... Hoy ya no hay un amo del mundo sino que el verdadero poder lo tienen los señores feudales del mercado, los Gates, los Murdock y los Soros.

Y es más, le voy a dar dos scoops: la ONU prepara el UNL, el Universal Network Language, es decir, un superesperanto. Una sola lengua, será formidable, todos nos comprenderemos y al mismo tiempo será la confusión de las diversidades. Estamos confrontados a terribles paradojas. El segundo scoop es que Swatch, para el 1 enero del 99, lanzará un reloj cuya unidad será el beat, que valdrá 84,6 segundos y reemplazará las horas, minutos, segundos y días por una hora abstracta. El meridiano del tiempo será la oficina del patrón de Swatch. Una lengua única y un patrón del tiempo sin referencia a cosmogonía alguna, estamos de lleno dentro de Babel, ¿no le parece?


       

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