Poemas
Teodoro Rubén Frejtman
Alumbramiento
Hasta el mar se embaraza de cigüeñas
desde el vientre que sonoro en la montaña
da gemidos titilantes mientras gesta
los rumores de paloma pieltorcaza.
Por el surco de la viña huele a vida
este brote que de sangre se arrebata
en el vértigo de fiesta, en los azules,
de unos ojos que inauguran su mirada.
Nueve lunas han parido por la tierra
en dolor, la alegría hecha madraza
con el nombre ensayado del otoño
en un tiempo de arrumacos sin distancias.
En el pueblo las canciones de la noche
por un hijo engendrado en la comarca,
se convierten en un vino libertario
del que beben serpentinas las guitarras.
Mies y fruto, por el alba sed y leche,
geografía de la luz entre las sábanas
al gorjeo irrepetible que los sueños
atesoran por el valle y a sus anchas.
De preñeces y de amores ha nacido
el retoño de una hembra, madre y dalia,
inundando los setiembres de un paisaje
con arrullos de tibieza en las pestañas.
(Este trabajo fue galardonado en el Certamen Literario Internacional
Sociedad Argentina de Escritores (Sade), Bahía Blanca, en agosto de
1995).
Crece mi canción
Crece mi canción.
Por mis manos soñolientas,
al compás de la bohemia,
entre muros de nostalgia.
Crece.
Crece mi canción.
Por la orilla de los besos,
como un hilo de silencios,
con el viento sin escalas.
Crece.
Crece mi canción.
Por la paz del ritmo lento,
en la bruma de mi puerto,
con un eco verdemagia.
Crece.
Crece mi canción.
Por el son que me persigue,
al influjo de la lluvia,
...como yo, mi enamorada.
Holocausto
Viento de barro, muros desalmados
graffittis en la carne de los pájaros muertos
sin color, sin edad y sin espacio.
La tos del miedo, el músculo inerte
y el horror de exterminio
en almácigos.
No te olvides, terráqueo,
no te olvides, hermano,
no te olvides, humano.
Jueves
Por mis venas arrobadas,
como amores en cascada,
corre sangre ensangrentada
con aromas de tu piel.
Cuando vago en tus orillas
ensayando mil caricias
los silencios de la brisa,
por tu vientre, son mi sed.
Territorio de horizontes
en tu músculo de bronce,
fuego y parche de candombe,
geografías de tu ser.
Mis te quieros de entusiasmo
trepan noches, gritan tangos,
en rincones de tu patio
con tangentes de placer.
Cada jueves
saldrá a buscarte mi alma
desde un balcón de nostalgia
entre guitarra y dolor.
Por eso,
Montevideo, divina,
me abrazarán en tu esquina
café, quiniela y un gol.
Los colores de tu alcoba,
en tu entrega por las sombras,
son un vértigo de alondras
y tu raza capital.
El paisaje de tus plazas
me levanta de la escarcha
y me muestra tu esperanza
estatua, verbo y telar.
Es tu puerto distintivo,
es tu paz un pergamino
que en el trasluz de este vino
me vuelve el viento a nombrar.
Los perfiles de tus ecos
son mi luz y mi alimento,
son la música del beso
de nuestro amor sin final.
Cada jueves
saldré a buscarte encendido
desde el cemento hacia el río
entre la bruma y el sol.
Por eso,
Montevideo, divina,
escribiré en tus esquinas
que estoy de novio con vos.