|
|
Etimología de la vida cotidiana
"Las mariposas ocupan el segundo lugar entre las cosas aladas más hermosas. El primero corresponde al dinero". Sofía Loren. Le debemos al filósofo chino Chuang Tse —siglo IV a.C.— la siguiente parábola: "Soñaba que era una mariposa. Revoloteaba alegremente; era una mariposa muy contenta de serlo. No sabía que era un hombre. De repente desperté y me asombré de ser un hombre. Y ya no me era posible saber si era un hombre que había soñado ser una mariposa, o era una mariposa que estaba soñando ser un hombre". Mariposa es otra de las palabras cuyo origen se desconoce. Como uno no puede admitir su ignorancia, se arriesga a suponer que el latín mare, mar, es sinónimo de movimiento y que el latín pausa significa reposo. Sin embargo, en latín mariposa se dice papilionis, con lo cual se acerca el francés papillon y el azteca papalote, pero no el italiano farfalla, ni el inglés butterfly, ni el alemán schmetterling. Volvamos a la frase de Sofía Loren. Dinero sólo se puede conseguir comerciando, ya sea con las fuerzas y/o habilidades físicas y/o mentales. A Mercurio, dios del comercio, se lo representa con un sombrero alado; es lo mismo decir que la imaginación y el dinero vuelan, remontan detrás de las cosas que queremos conseguir. Ahora bien, así como nunca en la vida física estamos a la altura de la imaginación, en el consumo tampoco estamos al mismo nivel de los ingresos. Nuestros sueldos reales sueñan pretensiones ilusorias. Exceptuando algunos que son mariposones, todos somos los hombres-mariposas del cuento: al no saber cuál es nuestro ser real, mal podemos saber cuáles son nuestras necesidades verdaderas; por lo tanto, estamos siempre desorientados, sin advertir que es la realidad la que nos consume a nosotros y no a la inversa. Y en ese loco afán de encandilarnos con las posesiones, terminamos como esas mariposas que se queman en la llama por las que sienten una atracción irresistible. Si seguimos consumiendo como lo estamos haciendo, se nos van a quemar las alas, y el despertar —en el suelo— será similar al de los ángeles caídos, un infierno, pero uno no previsto en la obra de Dante: el infierno de las tarjetas de crédito.
Existen dos palabras de raíz germánica: listo y lista; liste y list, respectivamente, en sus versiones originales. Listo significa hábil, mañoso, astuto. Listura es la calidad de listo. Estar listo, o la expresión ¡listo!, es dar por terminado algo, inclusive la vida. Pasarse de listo es confiar demasiado en la astucia. Lista es el femenino de listo: hay hombres listos y —como veremos— mujeres listas. Pero las listas más comunes son los catálogos. Las listas negras excluyen del trato a personas; pasar lista es llamarlas. Listado es una serie de objetos; la lista de espera es un turno; la fe de erratas es una lista de errores; el precio de lista es un argumento de venta; el menú es una lista de comidas. Algunos se alistan en el ejército y cuando lo tachamos de la lista, le decimos adiós a alguien. Salvando las distancias, así como Steven Spielberg sacó del anonimato a Emily, a través del filme La lista de Schindler, voy a ocuparme de otra desconocida: Alma Schindler (1880-1964). Esta mujer enviudó, en dos oportunidades, del músico Gustav Mahler (1860-1911) y del escritor Franz Werfel (1890-1945); se divorció del arquitecto Walter Gropius (1883-1969) y, mientras ellos estaban absorbidos en sus creaciones, fue amante del pintor Oskar Kokoschka (1886-1980). Alma Schindler se pasaba de lista: tenía a mano una lista de espera de intelectuales de bastante buen nivel que, a medida que estaban ya listos, los iba tachando de la lista, en tanto condenaba a otros a la lista negra. Y como si esto fuera poco, les ofrezco a precio de lista el último dato: en sus años finales a esta tipa lista se la bautizó con el apodo de "la viuda de las cuatro artes".
En latín, tectum es tejado. En general, implica techo y, por extensión, casa, habitación, albergue. Tego, también en latín, es teja, pero abarca lo que es cubrir, envolver, ocultar, defender, amparar, y la familia de la palabra proteger: protector, protectorado, protección, protegido. Todas significan poner tejas para resguardo y seguridad. Otro vocablo asociado a la raíz tego es tegumento, el tejido que cubre algunas partes de las plantas y de los animales. Tejar es el lugar donde se fabrican tejas y la acción de colocarlas. Tejero es el que elabora o pone tejas. Es un apellido —como muchos otros que identifican oficios: Herrero, Sastre, etcétera— que encuentra equivalentes en otros idiomas: Tiler (tile, teja), en inglés, o Decker (dach, teja), en alemán. El tejo del juego pertenece al mismo grupo etimológico de la teja; sin embargo, es ajeno el verbo tejer, ya que se origina en el latín texere, de donde derivan los textiles. Existen dos expresiones: de tejas para abajo y de tejas para arriba. Con la primera nos referimos a las circunstancias humanas, mientras que reservamos la segunda para señalar los designios divinos. Hay techos tan bajos que uno tiene que agacharse. En Italia esto puede resultar riesgoso; allá al techo se le dice tetto. El tango "Caserón de tejas" lo grabó Goyeneche; no obstante, todos coinciden en asegurar que la mejor versión pertenece a María Graña. Aclaremos ahora un término que se usa incorrectamente. ¿Qué significa tajo? Sin duda, lo aplicamos a una incisión en la piel, en una tela o en un neumático. Tajo —del verbo tajar, taliare, en latín— es cortar en tajadas, separar en dos o más partes. O sea, amigos tangueros, que de aquí en adelante tenemos que modificar el concepto acerca de las marcas dejadas por el cuchillo. En lo sucesivo serán cicatrices, señales o heridas, a menos que a la víctima se la meta en una de esas máquinas cortadoras de fiambres y se la convierta en un montoncito de tajadas. También el ladrón conocido como tajero tendrá que rebautizarse. Propongo incisivo. La única tajada que vamos a dejar intacta es la que resulta un sinónimo de coima, porque los que se llevan esa tajada de los negocios constituyen una institución inamovible, por los siglos de los siglos, amén.
Letralia, Tierra de Letras, es una producción de JGJ Binaria. Todos los derechos reservados. ©1996, 1998. Cagua, estado Aragua, Venezuela
|