Letralia, Tierra de Letras Año VIII • Nº 97
4 de agosto de 2003
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Sala de ensayo
Federico Gamboa
y la novela naturalista hispanoamericana

Miguel Correa Mujica

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Paseo a orillas del mar (Sorolla)El autor

Federico Gamboa nació en la ciudad de México el 22 de diciembre de 1864. En 1880 se traslada con su padre a Nueva York, donde vivió unos meses. El contacto con la realidad norteamericana dejaría huellas en el futuro escritor. En Nueva York se convierte en un defensor patriótico de México. En breve regresa a su país y matricula la carrera de Derecho, la que no llega a terminar. La muerte temprana de su padre agrava su situación económica: debió abandonar los estudios de Jurisprudencia y se dedicó al periodismo. En 1888 se inició su carrera diplomática. Representó a México en Guatemala, Argentina, España, y en los Países Bajos. Llegó a ejercer el puesto de secretario de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Victoriano Huerta. De 1902 a 1905 ejerció el puesto de primer secretario de la Embajada de México en Washington. Al triunfo de la revolución carrancista fue desterrado. A su regreso del exilio, se desvinculó totalmente de la actividad política. Muere en la ciudad de México el 15 de agosto de 1939.

La producción literaria de Federico Gamboa incluye los títulos Del Natural; a ésta le seguirían Suprema ley, Metamorfosis, Santa, Apariencias, Reconquista, La llaga, y un libro de memorias: Impresiones y recuerdos. La crítica coincide en que su obra más imperecedera lo ha sido Santa, la novela que nos ocupa.

 

Argumento de la obra

La novela cuenta la historia de Santa, personaje nacido en un impreciso pueblecito de campo. Es la única hija de una familia de campesinos pobres que también tiene otros dos hijos varones. La novela tiene la intención de ser un bildungsroman. El padre ya ha fallecido para el tiempo en que la novela se desarrolla. Santa es una jovencita de una gran belleza física aunque de menos belleza espiritual. El contexto rural en que su niñez y adolescencia se desarrollan hace que el mundo de este personaje se impregne de toda la magia y soledad del campo mexicano. El autor describe la naturaleza circundante a través de monólogos que pone en boca —o en mente— del personaje protagónico.

Santa está fascinada por la belleza, por la quietud natural del Pedreguero, una zona de piedras lavadas junto a un río no lejos de la casa materna. Acude allí para sentirse a solas y disfrutar del lugar. El Pedreguero no es un sitio traído a la narración como mero adorno ambiental: es allí donde Santa pierde la virginidad, a manos de un sargento de la policía municipal, de quien Santa llega a enamorarse perdidamente. A pesar de haberle prometido éste que se casaría con ella, o precisamente por ello, el sargento ultraja a Santa y la abandona. Santa queda embarazada de este primer contacto sexual con el militar, secreto que la muchacha guardaría celosamente. Un día, mientras sacaba agua del pozo con su madre, Santa aborta allí mismo. La descripción minuciosa del aborto nos produce a los lectores una fuerte sacudida: la sangre sobre el área del pozo, Santa revolcándose en ella, la perplejidad y el horror reflejados en el rostro de la madre al ver lo que le ha ocurrido a su hija, la vergüenza que se apodera de la familia...

El honor de la familia ha quedado en ruinas: Santa es repudiada hasta por sus familiares más cercanos, por lo que debe abandonar el hogar materno. Su única esperanza es un burdel en la capital del que le hablara una señora que casi por accidente había conocido. Sin pensarlo dos veces, Santa se instala de prostituta en el burdel capitalino, oficio que pasa a desempeñar de inmediato y hasta con cierta eficiencia. El haber sido agraciada con una gran belleza física la convierte en la prostituta más codiciada por los varones que allí frecuentan. Su belleza sería siempre un factor decisivo en los momentos en que su destino cambia de rumbos.

El burdel emplea también a un improvisado pianista, Hipólito, ciego, de aspecto grotesco y alma algo depravada. Santa ve en Hipólito a una especie de padre o confidente, y éste se convierte en su consejero y guardián. Pero Hipólito se enamora de la muchacha a pesar del rechazo de ésta. Entre los visitantes del prostíbulo se encuentra un torero español, el Jarameño, quien también se enamora de Santa. Entre las mujeres del burdel se encuentra la Gaditana, mujer de inclinaciones sáficas, quien también se enamora de Santa. Hipólito se encarga de explicarle a Santa el tipo de amor que la Gaditana siente por ella. Los celos por Santa crean una rivalidad entre los dos personajes masculinos. Un imprevisto incidente precipita la separación de Santa del burdel: justo en la cúspide de la fama que como prostituta ya había ganado, unos gendarmes del gobierno separan a Santa del burdel al comprobar que la tarjeta de salud de la hermosa mujer no estaba al día.

El Jarameño, tras firmar varios documentos haciéndose responsable de Santa, la saca del hospital. Santa también decide irse a vivir con el Jarameño por la fascinación que produce en ella la violencia del carácter del torero. La pareja se traslada a otra casa, la Gran Casa de Huéspedes Española, o La Guipuzcoana, residencia habitada en su mayoría por españoles emigrados y administrada por doña Nicasia. Un nuevo nudo de personajes con escaso desarrollo psicológico inunda de repente el texto novelesco: Ripoll, el Sordo, Gallegos, don Práxedes... En esta casa de huéspedes tiene lugar un incidente con cierto peso narrativo pero que es tratado por Gamboa a la ligera: Santa decide engañar al Jarameño con Ripoll y aquél los descubre. Santa parecía estar muy enamorada del Jarameño cuando decide, por arte de magia, engañarlo con un personaje que además se resistía a acometer el acto. El engaño no pudo haber sido menos convincente e ingenuo para el lector. El Jarameño intenta asesinar a Santa con una navaja pero finalmente le perdona la vida. Santa regresa al burdel de donde había venido sin que el haber estado tan cerca de la muerte le traiga mucha preocupación.

El final de la obra se precipita a partir del regreso de Santa al burdel original. Un señorito (Rubio) saca a Santa por segunda vez del prostíbulo. La fama de Santa en su oficio ha ido decayendo desde la muerte de su madre hacia el final de la primera parte de la novela. Santa se entrega a la bebida y no tarda en caer enferma. Una operación se hace inevitable. Rubio abandona a Santa, quien regresa por segunda vez al prostíbulo de Elvira.

Hipólito termina haciéndose cargo de Santa. El ciego la viola. Antes de morir, Santa pide que la entierren junto a su madre en el Pedreguero. Este es, grosso modo, el argumento de esta gigantesca novela.

 

Análisis

Federico Gamboa empieza a escribir Santa en 1898, pero la obra no se publicaría hasta 1903. La forma en que la narración se desarrolla, el uso casi perfecto del español, los accidentes formales y el manejo del diálogo son recursos de los que el autor se sirve de una manera sencillamente magistral.

La novela comienza in media res, cuando Santa se dirige en un coche de alquiler, tirado por caballos, hacia el burdel de la capital mexicana. Capítulos más tarde, el autor nos brindará el pasado de este personaje a través de numerosos flashbacks. El tiempo narrativo es excepcionalmente manipulado por el autor, brindándonos las escenas del pasado como si ocurrieran en el presente. De ahí que la progresión argumental del texto se desarrolle tanto en el pasado como en el presente. La obra tiene dos partes: la primera es muy superior a la segunda, por adolecer ésta de una caracterización profunda de los personajes fundamentales. La obra es excesivamente larga.

 

Gamboa, Santa y el naturalismo hispanoamericano

La crítica no termina en ponerse de acuerdo sobre si Santa de Federico Gamboa es una novela naturalista o una novela realista. En su libro La novela realista mexicana, Joaquina Navarro la aborda desde ambas perspectivas con bastante impunidad. El hecho de que el autor se pronunciara en cierta ocasión como un narrador independiente, sin puntos en común ni con Zola ni con el naturalismo, tal vez haya influido en esa caracterización dual. Sospecho, sin embargo, que la crudeza del testimonio en Santa y otras novelas de Gamboa ha sido la razón por la que muchos críticos piensan, equivocadamente, que estamos frente a una novela realista, cuando en efecto, es precisamente por ello que no lo es. No debemos olvidar que la temática basada en figuras marginales, de crueldad o de vicios impublicables es una predilección típica de los autores naturalistas. Recordemos El matadero de Echevarría con su temática violenta y ensangrentada. O la Therese Raquin de Zola, con su asesinato pasional. El tema de la prostituta les pertenece a los naturalistas casi como un copyright. El sentimentalismo galopante en Gamboa es un asomo de la agenda social del novelista, quien combate con este recurso la corrupción de la sociedad mexicana decimonónica.

La identificación que de su persona hace el autor con Santa, con su tragedia, es uno de los defectos mayores que he encontrado en esta novela. Santa actúa como una prostituta que parece autocondenarse a cada momento. Actúa así por orden del escritor, pero su caracterización psicológica no se corresponde con la de la prostituta común. La condena que de ella hace el autor es incluso superior a la de la familia del personaje. Dicho de otro modo, Gamboa no le permite a Santa ser una verdadera prostituta, ni actuar como tal.

 

Rasgos naturalistas

Los rasgos naturalistas de esta novela son muchos y muy marcados. Es evidente que el autor no pudo escapar a sus circunstancias estéticas. Detengámonos en algunos:

El inquipid: El inquipid en Santa es un elemento de pura extracción naturalista: la novela comienza in media res, con una gran naturalidad. La obra comienza con un diálogo:

—Aquí es —dijo el cochero deteniendo de golpe a los caballos, que sacudieron la cabeza hostigados por lo brusco del movimiento (Santa, 15).

La teatralidad discursiva: Si alguna novela acusa los síntomas de una marcada teatralidad discursiva, esa novela es Santa. Gamboa llega a enumerar los elementos presentes en determinadas escenas narrativas como si fueran los de una escena teatral. Los ejemplos de la realidad enumerada, dada entre comas, de los elementos del ambiente o setting, son múltiples dentro del texto (Santa, 45).

Presencia del bot: Varios elementos tienen función de bot en la novela, pero hay uno que es el mayor o mejor definido de todos: el Jarameño es sin lugar a dudas la circunstancia exterior que irrumpe en la narración con mayor impacto, provocando con su mera presencia nuevos y diversos derroteros en el argumento novelesco, derroteros que justifican la participación argumental de muchos otros personajes secundarios. Son estos personajes los que producen nuevos nudos de conflictos en el argumento, provocando de este modo que la obra se extienda demasiado.

Exitus: La novela termina con el ciego Hipólito rezando frente al sepulcro de Santa. El autor concluye aquí la narración, dejando a este personaje abandonado, solo, mientras reza en el cementerio sobre la tumba de Santa, pero sin hacernos saber qué será de él, qué pasará a continuación con su vida. Es un final abierto, naturalista por excelencia.

 

Conclusiones

Santa es una obra lograda a pesar de las muchas impertinencias y majaderías que Gamboa pudo haber evitado. Prueba de ello es la gran popularidad de la que gozó tanto en su tiempo como en la actualidad. Después de Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, me atrevo a decir que esta novela tiene que estar entre las cinco novelas más leídas en Hispanoamérica en los dos últimos siglos.

 

Obras consultadas
Gamboa, Federico. Santa. Grijalbo. México, 1979.
Navarro, Joaquina. La novela realista mexicana. Editorial no mencionada. México, 1955.
San José G., Felipe. La literatura mexicana. Panorama. México, 1985.


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 18 de agosto de 2003 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes