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Roberto Fernández Retamar.
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En enero de 1959, festejando la caída de la
dictadura de Fulgencio Batista, el entonces poeta cubano Roberto Fernández
Retamar escribía: "Nosotros, los sobrevivientes, / ¿A quiénes debemos
la sobrevida? / ¿Quién se murió por mí en la ergástula, / Quién recibió
la bala mía, / La para mí en su corazón? / ¿Sobre qué muerto estoy yo
vivo (...)?".
En abril de este año, el actual miembro del Consejo de Estado de la
dictadura de Fidel Castro, Roberto Fernández Retamar, aprobó la apresurada
condena a muerte de tres jóvenes cubanos que una semana antes y sin éxito
habían secuestrado una barca para escapar de la isla. Los tres secuestradores
fueron juzgados en juicios-relámpago, sentenciados a la usanza medieval y
llevados al paredón de fusilamiento, ¡a ocho días de cometido su frustrado
crimen!
Los párrafos anteriores demuestran la interesante trayectoria de
Fernández Retamar. El socialismo cubano debe estar satisfecho: ha creado una
pieza de museo, un personaje que comienza la revolución preguntándose por el
destino de una bala y agradeciendo que alguien se interpusiera entre dicho
proyectil y su propio cuerpo frágil de poeta y que, cuarenta años más
tarde, en su labor de funcionario de un régimen aun más férreo que el
depuesto, pasa a decidir quiénes recibirán las próximas descargas de plomo.
En estos días fríos de noviembre, Roberto Fernández Retamar ha sido
invitado por el Hostos Community College, en el Bronx, a dictar una
conferencia sobre José Martí. Hostos puede argumentar que ha invitado al
poeta, no al cómplice; al hombre de letras, no al vocero de Castro; al
crítico literario, no al alegre aprobador de muertes arbitrarias. Y supongo
que alguien calificará de majadería imperdonable este vicio mío de mezclar
literatura con política. Estoy de acuerdo en que resulta forzado identificar
la lírica con el apañamiento de un crimen, pero aclaro que ambas
expresiones, poesía y crimen, son formas extremas (y opuestas) de la
actividad humana. ¡Y en este caso son perpetradas por una misma persona! Nada
de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El supuesto poeta y el miembro de la cúpula
castrista han llegado a Nueva York amparados por un mismo pasaporte.
Ha venido este dúo singular a hablarnos de la vida y obra de nuestro
Martí. Así que ya saben, ¡vayan al evento, neoyorquinos! Al terminar su
conferencia en Hostos, con la misma pluma con que firmó las sentencias de
muerte, ¡el poeta Roberto Fernández Retamar se complacerá en garabatear
autógrafos!
13 de noviembre, 2003