Dama de niebla
Gustavo Pereira
(Nota del editor: hace unas semanas, el Fondo Editorial Predios
nos hizo llegar el poemario Dama de niebla, del escritor
venezolano Gustavo Pereira. Hoy reproducimos aquí algunos de los textos
incluidos en ese libro).
Dama de niebla
Dama de niebla que rondas mis horas mis saltos y mis
sábanas
Ebriedad que me persigues a mansalva
Deja la forma sinuosa
de tu tejado de palomas sobre mi almohada
cuando amaneces
en medio de mi tristeza inútil
como un nido
desprendido y todavía cálido de plumas
Extranjera que pusiste entre mis dedos tu cubierta de redes
y la
inexpresiva piedad del otoño
Extranjera que me hiciste en tu pecho
desenfrenado demonio
y creíste en mi amor inmortal
Pues bien Te amo para siempre
Te amo para siempre porque el instante
que te amé es parte de la cuerda de la eternidad
y allí colgamos
todavía
No sabrás nunca quién marcó el número de tu desdicha
ni qué tambor
indio es éste que suena en la callada noche de tu soledad
No sabrás
nunca qué callejuela ni qué rincón devoran al amo de tu
melancolía
Perdida en el hastío no sabrás nunca beber otro rumbo que el
del recordarme
sobre ti y entre ti
mientras mis cuadernos en blanco
descansan en la mesa de tus brumas
y mi perro percibe tu olor en la
mano que ahora lo acaricia.
Somarí
Los mayas conocieron las estrellas
los incas el camino del mar
Yo
conozco tu cuerpo y he venido del desierto
Sé que hay una calle allí
por la que me iré y me perderé.
Rondel del olvido inexistente
Una canción para Lucienne Sanabria
(Música del
maestro Beto Valderrama Patiño)
Nada de cuanto se quiso se
olvida
Una antigua pasión la amistad el lejano paisaje de una
infancia
Algunos libros cierta playa solitaria
Tus ojos que caen
cada noche desde antaño
Se deja en todo nuestra diáspora
Polvo de todos nuestros
sueños
Nada de cuanto se quiso se olvida
Y si partimos alguien viene con nosotros
Y si alguien parte algo
nuestro va con él
Y si regresamos somos
otros
porque
en donde estuvimos amamos
Y nada de cuanto se quiso se olvida.
Rosa del agua
A Carol
Dime rosa del agua cuánto blanco te
queda
Cuánto blanco te queda en el hueso cuánto en el alma dime qué
nube
te da rocío rosa del agua dime qué vuela entre ti
rosa del agua
dime qué barcos te crearon.
Pequeño ensalmo para vencer en la
guerra
Para que no te hagas mi derrota te sueño
Para que a la altura de tus
ojos se abran los míos te construyo
Para librar tu cuerpo a mis brazos
te imanto
Para hacer de tu sexo libro de incorduras te
despliego
Para apremiar la miel de tus pechos te lamo
Para deshacer
tus dudas y recatos te organizo
Para que me ames como a nadie te
desnudo
Para que me ames más allá de todo sentido te pertenezco
Para
torcer el camino que otros nos señalan te descifro
Para sentirte en los
días de ausencia suscito
el
olor
de tu vientre
Para saber cómo duele el momento en que no piensas en mí
te olvido
Porque eres mi victoria te sueño.
La primavera es falsa
Los poetas del trópico soñábamos con la primavera
Con la primavera
absoluta y pelirroja
de puertas y ventanas abiertas al
technicolor
y doncellas y hadas
y un camaleón dorado sobre la rosa
de una iglesia
Yo soñé con tu cuerpo en primavera
y lo encontré aterido y
húmedo
como bajo el rocío la penumbra
Hallé también el
hosco alero de tu soledad
la desesperanza que me rodeaba en tu
nombre
rostros vacíos y distantes
a las puertas del cine
y en los museos y en los parques y en las librerías
Supe así que la primavera no existía.
Somarí de tu cuerpo desnudo
Si lo deseas puedo describir tu cuerpo
desnudo
Pero
prefiero tu cuerpo desnudo.
Para volver atrás
Yo querría volver atrás sólo para comenzar otra vez
Porque todo
comienzo es la aventura
Yo querría volver atrás sólo para hacer adulta mi infancia
Porque la
infancia es rueda inencontrable
Yo querría volver atrás sólo para saber
cómo era tu
cuerpo entonces sombra apenas recordada.
Somarí de la efímera
Tú
Mi polvo de ala de libélula.