Vuelta en tres
días
Madeline Millán
(Nota del editor: los textos de la escritora estadounidense
Madeline Millán que se publican a continuación forman parte del libro,
aún inédito, Vuelta en tres días).
En un rincón lejano de un puerto que no puedo
nombrar
Al puerto llega una
ballena que será nuestro carro y nuestra
cama
Mientras nuestra nave debe pasar
en un café del puerto cantan
tango tres hombres
y no los conozco
El lugar nos mira
cuando
entramos y me parece ver
sólo me parece
que me muevo en lo
falso
tú pides que me canten
pero no me lo creo
no me lo creo a
tal extremo que
no te veo conmigo
Voy haciéndome gris en este puerto
Profesión de otros días
A los treinta y tantos años
capaz serás de matarte sin mentiras
Con mejores días y peores muertes que no cometió nadie
Otros me
mataron, me mataban
y yo los dejaba
No, no es mi oficio, soy
así
vean mi corazón, aún palpita
vean debajo estoy desnuda y hace
frío
esta es la habitación de siempre
y la única llave
colgada al
pecho
Nacida para morir gritaba mi pellejo
reconocía la voz y la
negaba
y negaba la voz pero sabía
Era noviembre con hojas amarillas
fui muerta en otoño
viniste
desde tan lejos a salvarme
viniste a matarme entre las hojas
de los
árboles y vimos juntos llegar
el invierno
y leímos "Muerte por el
tacto" de Sáenz
hasta que un día
Tú viste mi muerte cuando
llegabas
tú me alimentaste para después matarme
tú el peor asesino y
yo la mejor asesinada
Esto he de decir
Yo la que ha muerto tantas veces
leyendo su
biografía
en pura metafísica
hablaré de ti como se habla de los muertos
te llevaré conmigo
y
hablaré de ti
como se habla de los que se han ido del todo
Yo en el norte y tú en el sur inexorable
y en medio de los dos un
escarabajo
se resiste a morir
Coca a las dos y cueca
Ahí están los amigos
miren cómo se ríe aquella calientita con los
hombres
pañuelo y baile para ustedes
buenos habladores a fuerza de
cuchilla
blandiendo y sorbiendo pisco bueno
a darle a la lengua que
para todos los amigos hay
dad pellejo y una velada entre
amigos
Alguien en medio del bullicio
alguien que de pronto se harta
de la fiesta, dice:
¿A cuántos tendremos que matar para vivir nosotros?
Puntos de espera
No fuera tan gris el gris de esta ciudad
no viera yo por las
ventanas de Manhattan
no miraras furtivamente en el espejo
vieras
llover conmigo cuando escampa
y me arrastraras contigo por el puerto de
un paraíso
y diéramos vuelta al reloj como si nada
viendo cantar al vendedor de
frutas
Ciudades con mar
¿Ves un perro flaco caminando en el puerto?
¿Una puta mirando el
atardecer en el puerto?
Nuestro hogar está lejos porque no existe
En este pueblito de
montañas que se pensaba ciudad
en una ciudad que se pensaba país
en
un lugar en el mundo
sin padre y apellido
por un sendero entre
cocoteros utopía
y más allá felicilandia brillante con cincuenta
estrellas
esos fueron los jardines del mundo
intentados
¿sabes
dónde estamos ahora?
Los cementerios de esta ciudad florecen
no sé
si del sol
o por nuestros huesos cuando tocan el viento
Tarjeta postal
Podrán creerlo pero he comido un sandwich de aguacate
aquí en plena
ciudad santiagueña, acompañada de un Lord
inglés que no sabe ni papa en
ese idioma de e's largas y cortas
La línea
Me estoy quemando, lenta
cada dos minutos suena el
teléfono
las estaciones son distintas, tú amaneces y yo me levanto del
sueño
somos ellos tocándose desde lejos
abrazados eternamente a un
número
la noche pasa lenta: es nuestra cita
Nada de lo que has tocado vive
ni ha muerto
nada de lo que oyes
ni la música
con violines
o la alegría de un circo de sol
que
llora y explota
La música habla de alegría y no me la creo
tú me esperas por donde
me vengo
cierro con mi mano el auricular
mis gemidos no son
gemidos
el grito no es un grito
todo lo que me ha pasado rompe la
línea
la destruye
es lo único que queda
Nada de lo que digamos ahora
en verdad nos pasa
Paisaje
Todo
lo que hago
me devuelve a mi sitio
hay una silla y al frente hay un
paisaje
un barco prendido al mar
da vueltas y se lo lleva un
remolino profundo
en el centro él se abraza a una tabla
y puede contar el relato
ella hace unos minutos
abre los ojos para contemplar los peces
tropicales
Fue allí donde leyó por primera vez tu color
no es azul
adentro
hace frío y la muchacha
quiere cantarle al hombre en la superficie
ella se queda en la profundidad y no se ahoga
él es el contemplado y
no la ve