Cientos de jóvenes frecuentan el bar con patio al aire libre de Astoria que
recibe el nombre de Bohemian Hall. Pero el segundo domingo de julio, el paisaje
humano cambió. El hip hop se convirtió en guaracha, el rap en son. A un día
de la muerte del Compay Segundo y a unos cuantos de la partida de Celia Cruz,
cientos de cubanos se pusieron sus mejores atuendos para venir a la matiné
dominguera de música afrocubana. Llegaron desde todos los estados para recordar
"el mamoncillo", una fiesta de 33 años de existencia organizada por
el Club Folklórico Cubano, que data de 1946.
El evento recibió su nombre, "Recordando al Mamoncillo", en
homenaje a un popular salón de la Cervecería Tropical, de La Habana.
"Cada domingo por la tarde se celebraban bautizos y fiestones con orquestas
charangueras", cuenta Melba Alvarado, organizadora del evento.
"Nosotros le pusimos así porque, en el salón más popular, donde estaban
las mejores orquestas de charanga, había un mamoncillo en el centro del
local".
Este
domingo 12 de julio cuatro orquestas se tomaron la tarima del Bohemian Hall.
Estaban la Orquesta Broadway, Sonsublime, Charanga All Star. Estaba el Chico
Álvarez y su Tropicombo y hasta el legendario Cándido Camero, en un evento que
ya es leyenda y donde el promedio de edad de los asistentes sobrepasa los
sesenta años de edad. Unos 500 charangueros de la vieja escuela bailaban
salsas, charangas y cha cha cha mientras, saboreando unos moros y cristianos,
tamales cubanos o yuca con mojo, los cubanos de la vieja escuela se ponían al
día con sus vidas recordando los viejos tiempos y se sacaban a bailar. "Ya
van quedando pocos, la mayoría se ha muerto o se ha ido a Miami", contaba
Emilia Santana, de 69 años, vicepresidenta de la Botánica Congo Real, antes de
levantarse a bailar.
Pero pocas charangas hubo. Primaron los diversos ritmos afrocubanos y
neoyorquinos, salsa y hasta cha cha cha. "Los mamoncillos de aquí son muy
diferentes a los de allá", contaba vestido de blanco el radiólogo
cubano-haitiano Joseph Dieuveille, de 62 años de edad. "Esta música no se
oye en Cuba porque la música de Cuba no se oye, se fue", añadió. No
faltaron las invocaciones al Babalawo ni los temas clásicos como Moliendo
café o los vitoreos, "nací en La Habana pero vivo en Nueva Yol",
en un día perfecto; a diferencia de las lluvias torrenciales que vendrían la
semana siguiente, no hacía ni mucho frío ni mucho calor.
"Tuvimos suerte, otras veces ha llovido, hemos estado bailando hasta con
sombrilla", cuenta Melba, mientras recibe las entradas y disputa honorarios
con el líder de una orquesta del evento que parece haberse quedado dormido en
el tiempo y conserva su originalidad. El Club Folklórico Cubano aún no cuenta
con página web. Menos con listas de correo electrónico para promocionar el
evento de 35 dólares que se celebra sin falta cada año el segundo domingo de
julio. "Recordando al Mamoncillo" no está en las listas de la revista
semanal de eventos TimeOut ni tampoco en el semanario de eventos Village
Voice. Sin embargo, sus invitados vienen de todos los rincones del país.
¿Cómo se enteran? "A la gente se le manda sus boletos por correo",
dice Melba Alvarado mientras cuenta los billetes a dedo y sin calculadora.
"O bien se avisa en el periódico o se pasan la voz".