Letralia, Tierra de Letras Año VIII • Nº 98
18 de agosto de 2003
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Artículos y reportajes
Antes de que se fueran
la Celia y el Compay

Liza Rosas Bustos

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Recordando al mamoncillo

Cientos de jóvenes frecuentan el bar con patio al aire libre de Astoria que recibe el nombre de Bohemian Hall. Pero el segundo domingo de julio, el paisaje humano cambió. El hip hop se convirtió en guaracha, el rap en son. A un día de la muerte del Compay Segundo y a unos cuantos de la partida de Celia Cruz, cientos de cubanos se pusieron sus mejores atuendos para venir a la matiné dominguera de música afrocubana. Llegaron desde todos los estados para recordar "el mamoncillo", una fiesta de 33 años de existencia organizada por el Club Folklórico Cubano, que data de 1946.

El evento recibió su nombre, "Recordando al Mamoncillo", en homenaje a un popular salón de la Cervecería Tropical, de La Habana. "Cada domingo por la tarde se celebraban bautizos y fiestones con orquestas charangueras", cuenta Melba Alvarado, organizadora del evento. "Nosotros le pusimos así porque, en el salón más popular, donde estaban las mejores orquestas de charanga, había un mamoncillo en el centro del local".

Recordando al mamoncilloEste domingo 12 de julio cuatro orquestas se tomaron la tarima del Bohemian Hall. Estaban la Orquesta Broadway, Sonsublime, Charanga All Star. Estaba el Chico Álvarez y su Tropicombo y hasta el legendario Cándido Camero, en un evento que ya es leyenda y donde el promedio de edad de los asistentes sobrepasa los sesenta años de edad. Unos 500 charangueros de la vieja escuela bailaban salsas, charangas y cha cha cha mientras, saboreando unos moros y cristianos, tamales cubanos o yuca con mojo, los cubanos de la vieja escuela se ponían al día con sus vidas recordando los viejos tiempos y se sacaban a bailar. "Ya van quedando pocos, la mayoría se ha muerto o se ha ido a Miami", contaba Emilia Santana, de 69 años, vicepresidenta de la Botánica Congo Real, antes de levantarse a bailar.

Pero pocas charangas hubo. Primaron los diversos ritmos afrocubanos y neoyorquinos, salsa y hasta cha cha cha. "Los mamoncillos de aquí son muy diferentes a los de allá", contaba vestido de blanco el radiólogo cubano-haitiano Joseph Dieuveille, de 62 años de edad. "Esta música no se oye en Cuba porque la música de Cuba no se oye, se fue", añadió. No faltaron las invocaciones al Babalawo ni los temas clásicos como Moliendo café o los vitoreos, "nací en La Habana pero vivo en Nueva Yol", en un día perfecto; a diferencia de las lluvias torrenciales que vendrían la semana siguiente, no hacía ni mucho frío ni mucho calor.

"Tuvimos suerte, otras veces ha llovido, hemos estado bailando hasta con sombrilla", cuenta Melba, mientras recibe las entradas y disputa honorarios con el líder de una orquesta del evento que parece haberse quedado dormido en el tiempo y conserva su originalidad. El Club Folklórico Cubano aún no cuenta con página web. Menos con listas de correo electrónico para promocionar el evento de 35 dólares que se celebra sin falta cada año el segundo domingo de julio. "Recordando al Mamoncillo" no está en las listas de la revista semanal de eventos TimeOut ni tampoco en el semanario de eventos Village Voice. Sin embargo, sus invitados vienen de todos los rincones del país. ¿Cómo se enteran? "A la gente se le manda sus boletos por correo", dice Melba Alvarado mientras cuenta los billetes a dedo y sin calculadora. "O bien se avisa en el periódico o se pasan la voz".


       

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